Estaba tan henchido de sí mismo el señor de los
pantanos, que no había enviado exploradores por delante de su ejército, no
intentó ni una sola vez descubrir el verdadero número de sus enemigos, que se
habían hecho más fuertes con la unión de los supervivientes del señorío de los
prados, la mayor parte del clan Bhalonov. Si hubiera enviado espías se hubiera
enterado que el señor Nardiok capitaneada a cuatro mil espadas y ocho mil
arqueros siervos de su señorío, a los que se habían unido dos mil espadas y cuatro
mil arqueros siervos provenientes de las llanuras, comandados por Ofthar.
Además casi mil espadas de los prados y casi cuatro mil arqueros se habían
unido a ellos mientras avanzaban hacia la batalla. Nardiok al final, comandaba
alrededor de siete mil guerreros y dieciséis mil siervos, un ejército que no
debía ser subestimado, cuando el señor de los pantanos solo había logrado
llegar a cinco mil guerreros y cuatro mil arqueros, de los cuales tres mil
guerreros eran mercenarios, guerreros de otros señoríos, como de los mares, los
cielos y los hielos, que se habían unido a su campaña estimulados por el oro de
la conquista, el cual no había sido hasta el momento demasiado cuantioso, pero
el señor de los pantanos se había esmerado para no reconocer.
Pero lo que no había tenido en cuenta el señor de los
pantanos, si lo hacía Ofhar, como general en jefe, asesor y estratega de
Nardiok, que mantenía bajo control el avance de su enemigo, su número y su
talante. Cada día que pasaba, Ofhar había avanzado hacia lo que creía que era
una victoria. Sus espías le daban números, las actitudes y los pensamientos de
los enemigos, y poco a poco pudo saber del malestar entre sus enemigos. Pero lo
que era más importante fue que Ofhar pudo elegir donde preparar la batalla.
Pues el señor de los pantanos parecía creer que ganaría en cualquier lugar. Y
con esa idea, apareció en el lugar que Ofhar designó.
El lugar de la batalla resultó ser una zona de colinas
bajas, donde el ejército de Nardiok se posicionó en la cima de la más alta de
todas. Con los guerreros al frente, ante la ladera descendente y los arqueros
detrás, escondiendo su número real. Ofthar estuvo durante el último consejo
antes de la batalla, donde su padre expuso su plan, que a estudio de Ofthar,
era una verdadera obra de arte militar.
-
¿Y crees que esta maniobra será bastante para engañar al señor
Whaon? -preguntó incrédulo el señor Nardiok, sentado en el trono portátil, en
su gran tienda.
- Whaon
se cree un gran líder militar, la caída de Isma le ha envalentonado y ha
llegado hasta aquí sin cerciorarse de cuáles son nuestros efectivos reales. Y
ese es su fundamental error. Ahora debemos aprovecharnos de ello. La cima de la
colina es nuestra y Whaon no parece interesado en buscar otro lugar para
empezar la batalla -explicó Ofhar, mirando a cada uno de los oficiales, a
Nardiok y a su propio hijo, mientras señalaba cosas en el boceto que había
sacado de la zona uno de sus siervos-. Ofthar mantendrá el flanco derecho de
nuestra línea, mientras que Velery -que era el líder de los supervivientes de
los guerreros del clan de los prados- se encargará de nuestro flanco izquierdo.
Ofthar reconoció que Velery era el más débil de todo
el grupo y por tanto darle todo un flanco del ejército era arriesgado. Pero
Ofhar había preferido ese pequeño riesgo a tener a Velery descontento y que
durante la batalla cambiará de parecer y se pasará de bando. Al final, Velery
no era un Bhalonov, y por tanto no le unía la sangre con Ofhar y por ello
podría traicionarlos fácilmente.
-
Permitiremos que Whaon observé a las primeras filas de nuestro
muro, pero no a nuestros siervos -prosiguió Ofhar-. Descenderemos un poco por
la ladera, lo que les invitará a atacar. Cuando estén de camino, nuestros
arqueros empezarán a segar vidas. Cuando su muro se rompa, atacaremos y ganaremos.
- Una
táctica simple, pero magnífica -alabó Nardiok, a lo que ya nadie decidió
intervenir.
El plan de Ofhar era realmente simple y se cumplió como el
estratega había diseñado. Whaon se encontró con los guerreros de la coalición listos,
en filas compactas, un muro de escudos que se extendía por la parte alta de la
colina, con banderas al viento. Tal como Ofhar había diseñado, el muro dio unos
pasos adelante descendiendo un par de filas por la ladera. Lo que envalentonó
al señor de los pantanos que hizo avanzar a su propio muro. Más tarde, un
asesor militar capturado le había contado cómo habían intentado hacer ver a
Whaon que había que esperar a que Nardiok descendiese de la colina, que no
había que fiarse de Ofhar, reconocido estratega. Pero no les hizo caso y lanzó
a sus guerreros colina arriba perseguidos por sus arqueros.
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