Los días siguientes a que el ejército se pusiera en
marcha hacia Isma, fueron muy parecidos. Tras desmontar el campamento de
campaña, que levantaban todas las tardes, antes de que se pusiera el Sol, para
poder preparar unas defensas para un probable ataque nocturno, se ponían de
nuevo en marcha. Recorrieron las llanuras de cultivos y prados verdes donde
debería estar pastando el ganado. Pero para la desgracia de Ofthar y sus
hombres, los mercenarios de Whaon habían pasado rapiñando con todo, como si una
nube de langostas fuesen. Habían matado animales y vaciado los graneros. Los
agricultores que quedaron atrás se lamentaban que llegaría el invierno y con
él, el hambre y la muerte.
A parte de los campos, también dejaron atrás pequeñas
aldeas humeantes, víctima de la codicia de los mercenarios. Algunos hombres
libres se acercaban al ejército solicitando ayuda y protección, pero Ofthar
negaba tal ayuda, pues necesitaba a todos sus soldados para expulsar a Whaon y
su ejército de ratas. En muchas de estas aldeas se hablaba de raptos de mujeres
libres, cuyos maridos habían perecido en la puerta de la casa o estaban con el
ejército de Ofthar. Las noticias de estas desapariciones crisparon más el ánimo
de los hombres, sobre todo los del primer cuerpo que clamaban por la venganza.
Así recorrieron el territorio del señorío durante
cuatro días, acercándose al cauce del río Orgha. Fue la propia caballería la
que descubrió a las tropas de Whaon, un buen número de guerreros atrincherados
tras unas defensas construidas rápidamente, pero óptimas, al otro lado del
puente. Rhime y Mhista se volvieron a maravillar por el grado de vaticinio que
había tenido Ofthar, cuando los piquetes les informaron. El estado mayor se
adelantó hasta la cabeza, para ver a lo que se iban a enfrentar.
En una colina pelada de árboles, tapizada por hierba
verde, se mantenían Ofthar, Rhennast, Rhime y Mhista. Más atrás, en la ladera
contraria se encontraba su escolta y las tropas que iban llegando. Ofthar había
ordenado montar ahí el campamento de marcha, aunque aún era mediodía. Elthyn,
con Elthero y Ahlback, el líder de los Bhalonov, se habían unido a ellos, según
habían dejado a sus hombres levantando el campamento.
-
Serán unos cuarenta, más o menos -indicó Mhista, mirando con
detenimiento-. Han levantado un terraplén de tierra a ambos lados de la
calzada, donde han construido una puerta. Si son listos tendrán arcos, para
impedir que se cruce el puente.
-
Lo serán -asintió Ofthar, que no esperaba que Whaon hubiese sido
tan hábil levantando esas defensas, simples pero que les costaría sudor
pasarlas. Habría que tomarlas al ataque y eso sería un gasto de vidas-. Rhime,
envía a la caballería a buscar algún vado. Id al norte, lejos de Isma.
-
¿Por qué no al sur? -preguntó Elthyn.
-
Los del sur pueden estar controlados -respondió Ofthar,
comprensivo-. Pueden ir de la ciudad a los vados con facilidad. En cambio al
norte, sería exponer a sus hombres -entonces se volvió a Rhime-. Cuando
encuentren uno, que dejen guardias camuflados y que vuelvan a informar.
Entonces haremos nuestra jugada.
-
Así se hará, mi señor -asintió Rhime, que se marchó de allí al
galope.
-
¿Quién les dirigirá? -dejó caer Mhista.
-
Supongo que alguien de la confianza de Whaon -aseguró Ofthar, que
miró a Elthyn-. Prepara a tus hombres. Elige a quién creas que es idóneo para
realizar un ataque. Debemos hacer creer al que les dirige que vamos a ir de
frente. Antes de que caiga la noche quiero un asalto. A ver de qué eres capaz.
-
A tus órdenes, mi señor -asintió Elthyn, alejándose con su estado
mayor.
-
¿Crees que conseguirá algo? -quiso saber Mhista.
- No lo
creo -murmuró Ofthar-. Solo quiero que haga un paripé y de paso ver cómo es la
defensa de los enemigos.
Ofthar esperó a que dijera alguien algo más pero no
fue así. Un par de horas después observó con Mhista, Rhennast y Rhime como unos
cincuenta guerreros avanzaron formando un muro de escudos por el puente
mientras arqueros protegidos por hombres con escudos desde las riberas
mantenían ocultos a los defensores de los terraplenes. Tal y como esperaba
Ofthar, los guerreros cruzaron el puente hasta cierto punto y fueron recibidos
por piedras y flechas. Al ver que era imposible seguir hacia delante,
retornaron con cuidado a la seguridad de su orilla.
Cuando Elthyn se presentó ante Ofthar, este se enteró
que el propio muchacho había dirigido a los atacantes, lo que provocó una
regañina hacia el joven. Pero la operación había sido un éxito. Elthyn informó
que le parecía que solo eran cuarenta, muchos de ellos siervos arqueros y no
hombres de armas. Aunque les dirigía un guerrero joven de mirada penetrante y
con una cita de malla de gran belleza. Ofthar tuvo un presentimiento sobre la
identidad de ese capitán, aunque se lo cayó. En el informe del joven Isnark,
dejó claro que no había tenido heridos y creía que algún defensor había sido
víctima de las flechas de sus arqueros.
Por su parte Rhime informó que se había dado con un
vado varias leguas al norte. Mhista fue enviado con un centenar de guerreros a
caballo. Debía cruzar el vado y acercarse sin ser visto. Cuando realizasen su
siguiente ataque, al amanecer del día siguiente, Mhista caería sobre ellos y
tomarían las defensas, privando a Whaon de cuarenta hombres y un buen oficial.