Ghahl se removió en su asiento y suspiro. Empezaba a
descubrir cosas de Bhilsso que no deseaba saber, pero siempre había sido
curioso.
-
¿Por qué investigáis a Bhilsso?
-
Está relacionado con unos asesinatos -respondió Beldek, ante la
sorpresa de Ahlssei, que no esperaba que le respondiera al sacerdote-. No
estamos seguros que los haya cometido él pero está más metido de lo que podría
parecer. ¿Sabías que era un cliente habitual de un burdel del área cercana al
puerto, en La Sobhora?
-
No estaba seguro, pero me lo temía -murmuró Ghahl, con pena.
-
¿Por qué sospechabas de él?
-
Me llamó la atención una de las siervas encargadas de la limpieza
de las vestiduras del clero -explicó Ghahl-. Había restos de fluidos, sangre y
otros compuestos en las ropas de uno de los sacerdotes mayores. Me encargue de
silenciar a la sierva y empecé una investigación interna. Aún no había dado con
el sacerdote en cuestión, pero tenía una corazonada. Cuando el abad me indicó
que llegaríais y que os debíamos ayudar al recabar información de Bhilsso, me
lo he replanteado.
-
Una pena, supongo -indicó Ahlssei.
-
No es una pena, sino una deshonra para el culto, y encima siendo
un auxiliar del sumo sacerdote -añadió Ghahl-. Esto va a hacer mucho daño al
sumo sacerdote. Sus enemigos van a atacarle. Si no lo están haciendo ya. Su
elección estuvo plagada de irregularidades y muchos sacerdotes del consejo se
quejaron, pero no se podía volver a atrás la elección. Al final el sumo
sacerdote ha hecho bien las cosas, pero le siguen recriminando la forma de su
elección. Se hablaba de presiones y sobornos.
-
¿Tiene muchos enemigos?
-
Bueno, ya no, los otros elegibles, ya han retornado con Rhetahl y
como el emperador tiene en alta estima al sumo sacerdote, los pocos que quedan,
miran hacia otros lados. Pero si hay que dar nombres, estarían el padre Thyun
de Ghannar y el abad Aahl de Dheren, del monasterio del Divino Rhetahl. Serían
los que tienen más apoyos aun para sustituir al sumo sacerdote, aunque eso no
creo que ocurra.
-
Una pregunta, Ghahl, ¿si la población pide que se declare al sumo
sacerdote descreído, podría hacerse? ¿El culto puede deponer al sumo sacerdote
por falta de fe o algo parecido?
- ¡Hum!
Podría ser, creo que hay algo así en las leyes de nuestro culto, pero es algo
que muy pocos sacerdotes saben, solo aquellos que estudian las escrituras
podrían saber de ello -contestó Ghahl, sorprendido por la pregunta teológica-.
Dudo que Thyun o Aahl conozcan los pormenores de nuestra ley.
Beldek se quedó un rato pensativo, intentando ver
donde iban estas últimas pistas. El asunto de las muertes eran raras, pero el
giro que estaba dando todo el asunto era realmente raro. Tal vez no estaba
viendo la realidad que se escondía detrás de todo. Las miradas de Ahlssei y
Ghahl, fijas en él, le hicieron salir de su sopor.
-
¿Qué me ha preguntado?
-
Solo quería saber el porqué de sus preguntas sobre nuestras leyes
internas -repitió Ghahl.
-
Es porque los disturbios en la ciudad han trasladado sus quejas de
nuestra incapacidad por encontrar al asesino o asesinos a responsabilizar de
todo a la falta de religiosidad de nuestro buen Oljhal. Piden que renuncie o se
le haga abandonar su puesto, por otro mejor que termine con los asesinos con
fe, supongo.
-
Una petición extraña.
- Alguien
lleva ya mucho jugando con las masas para llevar adelante su propio plan
-indicó Beldek-. Cuando lo encontremos, me temo que resolveremos los
asesinatos. Y Bhilsso sabe mucho de todo ello, este donde este.
Unos pasos en la gravilla, les hicieron volverse hacia
el camino. Allí se aproximaba el sargento Fhahl. Beldek y Ghahl se pusieron en
pie, descendieron por la escalinata y Ahlssei les siguió.
-
Señor, hemos encontrado esto en la habitación de Bhilsso -dijo
Fhahl levantando un libro, en cuya tapa podía leerse en letras de oro el título
de “Religiones olvidadas por el yugo del imperio”-. Parece el libro que se
había sacado sin permiso de la biblioteca de la plaza Orghona, señor.
- Eso
parece, sargento, nos lo llevaremos al cuartel.
Fhahl asintió y regresó por donde había venido. La
cara de Beldek parecía de satisfacción, pues parecía que al final el tal
Bhilsso era culpable o lo suficiente como para ser detenido. Pero Ahlssei no
veía que podría conseguir ese joven. Pues no podría creer que le eligieran para
sustituir al sumo sacerdote. En ese momento se acordó de algo.
-
¿Padre Ghahl, sabéis si Bhilsso solía llevar un colgante con el
símbolo de Rhetahl?
-
Sí, suele llevar un colgante, pero no con el símbolo de Rhetahl,
sino con una cabeza de león -contestó Ghahl.
-
¿Sabe de alguno de los sacerdotes del monasterio que haya perdido
un colgante de Rhetahl? -inquirió de nuevo Ahlssei, indicando la forma del
colgante.
- No hay
ningún sacerdote que use un colgante de ese tipo -comentó Ghahl-. Ese tipo de
amuleto es antiguo, ya solo se encontraran en las encomiendas rurales. Son los
viejos círculos de plata del sumo sacerdote Jhiven de Orthak. Casi ya no se ven
por ninguna parte. Incluso el sumo sacerdote Oljhal los tildó de
representaciones heréticas del dios, al igual que las enseñanzas de Jhiven.
Ahlssei dio las gracias a Ghahl, por sus palabras,
aunque le parecían que iban a ser más callejones sin salida.
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