Seguidores

martes, 19 de julio de 2022

Dinero fácil (25)

Patrick regresó al puente tras un buen rato. Valerie estaba revisando todas las consolas. 

-   ¿Has encontrado algo de sabotaje? -preguntó Patrick. 

-   No, parecía que Victor pensaba que manteniendo a la niña de rehén le bastaba para su cometido -negó Valerie. 

-   En ese caso debemos ponernos en marcha -indicó Patrick-. Ya he lanzado la baliza al exterior. Ya no pueden seguirnos. Hay que saltar a nuestro siguiente destino. 

-   Tengo metidos los cálculos y la trayectoria -informó Valerie. 

-   Bien -asintió Patrick, que activó el comunicador-. ¿Halwok, motores listos para el salto? 

-   Todo listo, capitán -respondió Halwok al momento. 

-   Bien, nos ponemos en marcha hacia nuestro destino. Adelante, Valerie.

La Folkung empezó a moverse por el espacio, alejándose del baúl que Patrick había lanzado con ayuda de Milvvar. Cuando había recorrido una distancia óptima, para calentar la nave y sobre todo los motores, estos se iluminaron con fuerza y la nave saltó al hiperespacio, desapareciendo de la posición donde estaba.


Al mismo momento que la Folkung se iba, cerca, en el sector, llegó una nave. Mucho más grande que la Folkung. Esta recorría el espacio en dirección al baúl que habían dejado atrás. Estaban a punto de alcanzar la posición cuando empezaron a llegar más naves. Las había de todo tipo, más grandes y más pequeñas. La nave que había llegado primero abrió fuego contra las que habían llegado después. Pronto, ese sector del espacio abierto se convirtió en un campo de batalla. Las más grandes abrieron compuertas y aparecieron naves más pequeñas, cazas listos para hacerse con el botín.

Todos querían lo mismo, el baúl que orbitaba en medio de todo. La caja tenía una abertura, un cristal reforzado que era capaz de resistir el espacio, la falta total de todo. Y dentro, unos ojos observaban lo que había fuera. Unos ojos llenos de temor y que esperaban que uno de esos disparos lo destruyera. Una muerte rápida. Porque su antiguo capitán no había tenido esa consideración. Le había dejado allí, vivo.

Victor había sido el último espectador del retorno de Magnus Makelnord, el despiadado y miserable capitán de la Segadora, una de las temibles naves del escuadrón Kilmmer del imperio humano, en la última guerra. Ahora temía haber hecho volver a su antiguo capitán. No debería haber provocado ese cambio en la mente de Patrick. 

-   Deberías haber dejado al viejo Magnus en su retiro forzoso, Victor -había dicho Patrick, al tiempo que le hacía una seña a Milvvar-. Mete a nuestro traidor en el baúl. Y Milvvar trae un sistema de aire pequeño.

El gigantón ghinno se marchó, al tiempo que Patrick abrió una de las cajas de la carga. Tomó varias de las minas y las fue colocando rodeando a Victor. Este puso cara de terror, pero no pudo hacer nada, ya que estaba atado con ganas y encima, en baúl no le permitía moverse. Patrick fue activando una a una las minas, que fue conectando. 

-   Ya sabes, Victor, una detona todas -se había burlado Patrick-. Ellas no son traidoras, como otros.

Patrick colocó la caja que había traído consigo, que le había entregado Halwok, junto a los pies de Victor. Después aflojó el torniquete que mantenía más o menos estabilizada la pérdida de sangre por el muñón que era su mano. Milvvar regresó y le entregó a Patrick el sistema de respiración autónomo. Se lo colocó en el rostro a Victor. Después le indicó a Milvvar que fuera abajo, se pusiera el traje para el exterior y ahora le pasaría el baúl, Victor se iba. Milvvar se marchó presto a llevar a cabo su cometido. 

-   Bueno, Victor, como soy un hombre magnánimo -había iniciado su último discurso Patrick-. Te doy tres opciones para morir. La primera será rápida. Llegarán tus amigos y abrirán tu sarcófago. Estas minas acabarán rápido con tu sufrimiento. La segunda y la tercera son más apropiadas para un mierda como tú. O te ahogas o te desangras. Adiós, mi viejo camarada, hasta nunca traidor.

Después de eso Patrick había colocado un par de minas más en el interior de la tapa del baúl y lo había sellado. Había llevado el baúl abajo y Milvvar le había lanzado fuera. Para ser mecido por la nada. Para ser el único testigo de una batalla que nadie recordaría. Rezando para que un disparo hiciera detonar su sarcófago.

No hay comentarios:

Publicar un comentario