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domingo, 23 de abril de 2017

Alvaras (12)



La luz de la mañana inundó la zona de la cabaña del carbonero, y Obbort que era quien tenía la última guardia, junto a Ohel, se fue dedicando a despertar a los compañeros. Mientras los jóvenes se dedicaron a preparar un desayuno, Orbish se alejó siguiendo las pisadas dejadas por Alvaras, a quien encontró apoyado en un árbol.

   - La venganza no te ayudará con tu perdida -dijo Orbish-. Ese camino sólo lleva a una mayor oscuridad.
   -   Ellos eran toda mi vida, Orbish. Sin ellos ya estoy en la oscuridad -susurró Alvaras, sin volverse-. Ya me da lo mismo lo que me pase, mientras que el miserable que ha destruido todos mis tesoros pague por ello. Lo he jurado ante los dioses.
   -   Si esa es tu postura, yo no voy a poder cambiarla, pero recuerda mis palabras, no te sentirás mejor por derramar esa sangre. Tal vez ahora no lo ves, pero llegará el día que lo comprendas -aseguró Orbish, avanzando hasta ponerse al lado de Alvaras-. Ten.

Orbish le pasó una pequeña hoja, como una aguja, pero con dos filos. Se notaba que estaba afilada en extremo.

   -   ¿Qué es esto? -preguntó Alvaras.
   -   Guárdatela, es tu salvoconducto para escapar de Davert -explicó Orbish-. Recuerda que te entregaré maniatado y sin armas. Con este pequeño filo que puedes esconder fácilmente en una manga, podrás cortar las sogas, con un poco de maña, claro.
   -   Gracias -dijo Alvaras, guardándose el pequeño filo.
   -   No me agradezcas nada ahora, sino esta noche, cuando nos veamos ante la casona -indicó Orbish-. Si no apareces, me largare con los chicos, pues supondré que has muerto bajo las botas de Davert. Creo que ya huelo el desayuno, vamos.

Alvaras le hizo un gesto para que se marchará, él quería estar solo un poco más. Orbish al regresar se topó con Jhan, que miraba fijamente a su señor.

   -   ¿Él nos vengará? -preguntó Jhan
   -   Lo hará, pero eso traerá consecuencias, importantes -aseguró Orbish-. Además la oscuridad acabará con él. Tú tienes toda la vida por delante, no acabes consumido por el pesar como él.
   -   ¿Saldrá bien lo que vamos a protagonizar dentro de unas horas?
   -   Creo que sí, pero recuerda lo que hemos hablado por la noche, no te separes de mí ni un centímetro y claro está, no abras tu bocaza para nada, ¿entendido, cagarruta? -le advirtió Orbish-. Vamos a desayunar algo.

Alvaras tomó algo de lo que sus hombres habían improvisado, cuando estos ya habían terminado. Cuando hubo terminado, se subió a su caballo y Orbish le ató las manos entre sí. Le quitó su espada y su puñal, que colgó de su montura, como si fueran trofeos de caza. Luego enlazó las riendas con una cuerda, que ató al pomo de su silla.

Los hombres de Alvaras recogieron el campamento y tras apagar las hogueras se pusieron en camino, lento, pero seguro. Tenían aún por recorrer una buena distancia. Lo hicieron en silencio, cada uno rezando a los dioses, al destino o a quien vieran con mejores ojos.

Fue al mediodía cuando llegaron al claro y vieron el campamento en el centro, en la pequeña colina. Era tal y como lo había descrito Orbish. Alvaras les hizo detenerse por unos instantes, pero debían seguir.

   -   Ordhin está con nosotros, así que adelante, amigos -dijo solemne Alvaras, a lo que el resto asintió, como librándose de los nervios o el miedo.

2 comentarios:

  1. Tengo muchas ganas de ver como terminara esta aventura. Es un placer leer tan buena literatura. Gracias por compartir tu mundo.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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