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domingo, 4 de junio de 2017

Alvaras (23)



Orbish subió a la plataforma donde estaba Alvaras, observando como Ballur se había acercado, pero sin exponer a sus hombres a un ataque por parte de los mercenarios, si el golpe de efecto de Alvaras no había funcionado. Al final Ballur siempre había sido muy precavido.
Dentro del campamento los caballos estaban listos. Había más de los que se había esperado, pues las mujeres habían decidido quedarse con los guerreros. Por ellos se habían vestido como si fueran arqueros, ya que eran las únicas ropas que habían podido apañar entre lo que había en el campamento. De todas formas no había problema, ya que las mujeres de esta tierra tan implacable sabían usar los arcos, normalmente para la caza. Obbort y Dkal ya estaban sobre sus monturas, al igual que Uthel y Sivarias, aunque este maniatado.
-       Es hora de marchar, Orbish -dijo Alvaras según notó los pasos de Orbish al subir por la escala-. Espero que con Sivarias, los libros y Davert, nos permita pasar de largo.
-       Uthel me ha dicho que los dioses te favorecen ahora -mintió Orbish, observando a los hombres de Ballur.
-       Pues que suerte tengo, vamos, amigo -se burló Alvaras y le dio un manotazo en el hombro a Orbish-. ¡Las puertas, abrid las puertas!
Himey y Ohel se encargaron de quitar la tranca y abrir las puertas de la entrada, mientras Orbish y Alvaras descendían de la plataforma, dirigiéndose a sus monturas. Jhan le entregó a Alvaras las riendas del caballo que cargaba con el cadáver de Davert y a Orbish las del caballo de Sivarias. De la silla de Orbish colgaba la bolsa con los libros de pagos. Jhan, Himey y Ohel fueron los últimos en montar. Alvaras levantó la mano derecha y dio la orden de avanzar.
Ballur desde su posición pudo ver como las puertas se abrían y al poco empezaron a aparecer varios jinetes. El primero parecía Alvaras, lo que le alegró, pero ese sentimiento no duró demasiado al ver el caballo que le seguía. Llamó a los sargentos y avanzó para encontrarse con Alvaras seguido por Phett y Obbur. Se encontraron a una distancia proporcional entre el campamento y sus fuerzas.
-       Has recorrido la distancia más rápido de lo que esperaba, therk Ballur -dijo como saludo Alvaras, lanzándole las riendas del segundo caballo-. No quiso rendirse. Decidió que era mejor el juicio de Thoin.
-       Sabes lo que esto significa, ¿verdad? -advirtió Ballur, pasándole las riendas a Phett.
-       Lo sé, therk Ballur -aseguró Alvaras-. Pero tengo algo más para ti.
Orbish se acercó y le lanzó las riendas del caballo de Sivarias.
-       Te presento a Sivarias, de la casa Pharna -anunció Orbish, que le lanzó la bolsa de los libros-. En estos tomos encontrarás los pagos a mercenarios para la causa. Con Sivarias y los libros, el tharn Davalon ganará puntos con el señor de los hielos. Se olvidará que su hijo Davert estaba implicado en la trama.
-       ¿Y el resto de los mercenarios? -quiso saber Ballur.
-       En la casona del campamento. Ahora todo el lugar es tuyo, therk Ballur -indicó Alvaras.
-       ¿Y esos arqueros?
-       Me son leales ahora -dejo caer Alvaras, a lo que Ballur solo asintió, porque se había dado cuenta que eran mujeres.
-       ¿Y el anciano?
-       Era Uthel, el sacerdote de Yhakka -afirmó Alvaras-. Por lo visto quiere quedarse con sus fieles, aunque tenga que viajar mucho.
-       Sin duda has servido hasta el final al tharn, así lo creo -aseguró Ballur, que hizo que su caballo se acercase al de Alvaras y puso su mano derecha en el hombro izquierdo de Alvaras, que le imitó-. Ha sido un honor conocerte, Alvaras, hijo de Alvark, y luchar a tu lado.
Alvaras asintió con la cabeza. Ballur se separó regresando junto a sus sargentos. Alvaras golpeó los costados de su montura y esta se lanzó al trote hacia delante, seguida por todo su grupo.
Ballur observó cómo tomaron una ruta hacia el norte, pero que no les llevaría a Thepperon, lo que daría seguridad a Alvaras. Phett le preguntó por qué le había permitido marcharse, a lo que Ballur no respondió, sino que le envió con algunos hombres y arqueros a investigar el campamento. Cuando se quedó solo con Obbur, reconoció que lo había hecho porque le debía su vida a Alvark, un viejo amigo. Era el momento justo para devolver el favor. Obbur como guerrero veterano lo comprendió.

1 comentario:

  1. Me encanta como has llevado la trama, las descripciones de los lugares, de las personas, de su cultura, sus costumbres, religión. Lo has reflejado todo de una forma elegante, emotiva y pulcra. Mi enhorabuena. Seguiré leyendo.

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