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miércoles, 17 de mayo de 2017

Alvaras (19)



Himey avisó que había movimiento en la puerta de la casa junto a la casona. Orbish se acercó y oteó hacia donde estaba la casa en cuestión. La figura que había aparecido parecía Alvaras, por lo que volvió dentro.

   -   Obbort, quédate aquí, que Sivarias no intente nada raro, si lo hace le golpeas, pero no le mates, lo necesitamos vivo -ordenó Orbish-. El resto conmigo.
   -   Esta herida no es nada, puedo seguir luchando, señor -se quejó Obbort.
   -   No, no te quedas por la herida, sino porque eres un chico listo, no como tus compañeros -negó Orbish-. Además sabes lo que hay que hacerse. Te quiero aquí por ahora.

Obbort asintió, pero a regañadientes. Observó como Orbish y los otros salieron de la casa.

Orbish iba el primero y recorrió la distancia que le separaba de la casa lo más rápido que pudo sin hacer mucho ruido, siempre bajo las sombras que creaban los aleros de las casas. Al llegar junto Alvaras no pudo sino asombrarse de cómo le habían dejado la cara. Se estaba abultando a causa de los moratones y tenía varios cortes.
   -   ¿Y Davert? -preguntó Orbish, aunque ya intuía la respuesta al ver la sangre en la espada.
   -   Muerto.
   -   Eso te va a traer problemas -advirtió Orbish, mientras el resto de hombres llegaban y observaban con preocupación el estado de su señor.
   -   Ya lo sé, Orbish -aseguró Alvaras.
   -   ¿Qué hacemos ahora? En esa casona hay suficientes hombres como para ser un verdadero grano en el culo -cambió de tema Orbish, pues la muerte de Davert era algo que ya había ocurrido y ya no les afectaba-. Podemos irnos, con Davert y Sivarias, pero en cualquier momento alguien saldrá de la casona, dará la voz de alerta y nos seguirán. Nos habrían venido muy bien los hombres del therk Ballur.
   -   Ballur llegará con las primeras luces -indicó Alvaras.
   -   ¿Cómo es posible eso? Pensaba que esperaría la respuesta del tharn -dijo sorprendido Orbish.
   -   Lo iba a hacer así, pero cuando haya descubierto que nos hemos ido, se ha quedado sin opciones, no puede dejar que un therk muera solo, Ballur tiene valores y cree en el honor -explicó Alvaras-. Mañana estará aquí, pero no tendrá trabajo por hacer.
   -   ¿Qué tienes pensado para ellos?
   -   Fuego -dijo enigmáticamente Alvaras al tiempo que les hizo acercarse, para darles las órdenes con voz baja.

Los cinco hombres fueron escuchando lo que había ideado Alvaras, asintiendo cada vez que les preguntaba si habían entendido. Orbish por un lado se maravilló por esa mente fría que estaba tan activa hasta en esas situaciones, pero por otra parte pensó que si alguna vez le hacía algo que requiriese una venganza lo sufriría con creces. Alvaras quería que los mercenarios de Davert y Sivarias sufrieran una muerte comparable a la que habían sufrido tanto los habitantes de Yhakka como los de la granja de Fhad. Y para Orbish iban a sufrir de lo lindo.

Los hombres de Alvaras empezaron a rodear la casona con pilas de madera y hatillos de ramas, los fueron colocando contra las paredes de madera de la casona. Una vez que crearon un anillo, salvo en la puerta principal, que abrieron un hueco entre las hogueras. En los lugares donde había ventanas o la puerta lateral, aparte de las piras, colocaron estacas que retiraron del almacén del campamento. También lanzaron abrojos alrededor de las estacas y frente a la puerta principal. Una vez que tuvieron toda la madera lista, empezaron a verter sobre ella y la parte baja de las paredes de la casona, brea y aceite.

Alvaras y Orbish les dejaron trabajar y se fueron a hablar con Uthel, según Orbish le anunció su presencia a Alvaras.

   -   Uthel, siempre es un placer verte, viejo sabio -saludó Alvaras al sacerdote.
   -   La negrura te envuelve, mi señor -señaló Uthel según entró Alvaras en la casa-. La venganza solo trae más muerte, Alvaras, matando lo bueno de las personas. Recuérdalo.
   -   ¿Por qué tú no has muerto, Uthel? -preguntó Alvaras intentando cambiar de tema.
   -   Porque a este -Uthel señaló a Sivarias- y a Davert no les parecía buena idea enemistarse con los dioses. Pero no huyas de la verdad, Alvaras, ¿qué has hecho y qué vas a hacer?
   -   Administrar justicia -indicó Alvaras.
   -   La justicia de la que hablas le está vedada al hombre, sólo los dioses lo pueden hacer -advirtió Uthel.
   -   ¿Dónde estaban los dioses cuando Yhakka fue masacrada? -bramó de ira Alvaras, que se dio la vuelta y salió de la casa.

Orbish iba a seguirlo, pero Uthel se lo impidió.

   -   En el camino de Alvaras se cruza Lorhk en demasiadas ocasiones -habló Uthel-. Deberás acompañarle para que el mentiroso no lo envíe al cuidado de Bheler antes de tiempo. Él merece un lugar en el gran banquete, como todos.

   Orbish asintió asombrado por las palabras del sacerdote que había lanzado un pronóstico sin lanzar las tabas rituales. Nunca lo había visto hacer así, tal vez ese anciano fuera un hombre santo.

1 comentario:

  1. Sabias palabras las de sacerdote. Sin embargo, creo, que en cuanto a la justicia estoy de acuerdo con Alvaras. Debemos pelear por conseguirla. Porque nadie lo hará por nosotros.

    Saludos.

    A la espera del próximo capitulo.

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