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martes, 7 de junio de 2022

Dinero fácil (19)

Cuando el rostro de lady Khlagga apareció en la pantalla principal, Patrick estaba sentado en su sillón de mando. Valerie y Victor estaban en sus respectivos puestos. Tenían listos todo lo que necesitaban. 

-   Se ha pasado el tiempo, capitán Dark, ¿qué has decidido hacer? -inquirió lady Khlagga. 

-   Te vamos a dar lo que buscas -dijo Patrick, con un tono apagado, simulando que iba a hacer algo que no quería. 

-   Ya me parecía a mi que eras un cobarde, capitán Dark -se burló lady Khlagga. Los miembros de su tripulación se rieron a coro de la chanza-. ¿Cómo lo hacemos? 

-   Te voy a abrir el hangar cerrado -indicó Patrick-. Allí te espera tu premio. 

-   Bien, así no tendré que oler el hedor de tu miedo -volvió a meterse con Patrick, lady Khlagga, con una sonrisa de victoria. 

-   ¡Victor! -nombró Patrick sin volverse.

Victor pulsó algunas teclas en su consola y por su pantalla observó como la gran puerta del segundo hangar comenzó a abrirse. Hacía ya un buen rato que había hackeado todo el sistema de la plataforma. Era el amo de las cámaras de seguridad, había tomado el control de los sistemas de vida, que había vuelto a activar y estaba listo para poner en marcha la sorpresa de su capitán. Gracias a las cámaras vio como la Glory Rose se fue acercando al hangar y cuando la gran puerta se retiró completamente, la nave comenzó a acceder al mismo. 

-   ¿Dónde están tus pasajeras? -preguntó Lady Khlagga, que sin duda estaba leyendo algún informe de la situación del hangar. 

-   Aterriza o no hay trato -le advirtió Patrick. 

-   A mi no me des órdenes, cobardón -le espetó lady Khlagga-. Vale, aterrizaré y así tú podrás huir con el rabo entre las piernas. Pero más te vale no intentar jugarmela… 

-   ¡Ha aterrizado! -gritó Victor, que vió como la Glory Rose se posaba en el piso del hangar y los motores se desactivaban. 

-   Bien, Victor, entregale su recompensa -ordenó Patrick, que miró a lady Khlagga con una sonrisa malévola-. Lady aquí tienes tu justa recompensa, por lo de Lharko. 

-   ¿Qué? ¡Qué! -gritó lady Khlagga.

La imagen de una lady Khlagga sorprendida pasó irritada. Victor había activado el protocolo de seguridad y todos los robots de guerra se activaron al momento. La Glory Rose y la tripulación que había tomado la parte del hangar cercana a la nave, estaban rodeados por los robots, que de inmediato empezaron a abrir fuego contra los tharkanianos. 

-   ¡Que lo disfrutes, señora! -gritó Patrick, que se volvió a su tripulación-. ¡Nos vamos! ¡Zafarrancho de combate! ¡Corta las comunicaciones! 

-   ¡Maldito Dark! -se le escuchó a lady Khlagga entre alaridos-. ¡Te he advertido que no me la jugases, eres hombre muerto…

La comunicación se cortó y la imagen de la tharkaniana desapareció. La Folkung se elevó, al tiempo que giraba para poner dirección al exterior. El último vistazo de Patrick al hangar, con el rabillo del ojo, le advirtió que algunos robots también les habían detectado y ya llegaban para hacerles frente, pero al contrario que la Glory Rose, ellos habían levantado los escudos y se alejaban de las armas de los robots. Patrick, tomó los mandos y dirigió la nave hacia el cinturón de asteroides cercano. Las rocas les servirían de una buena protección, por lo menos hasta que el ordenador central terminase los cálculos de viaje, al punto que había calculado Halwok. 

-  Detectó nuevas naves, capitán -gritó Victor-. En el cuadrante ocho, el más alejado. Las estamos procesando. 

-   No están en nuestro recorrido -advirtió Valerie-. Pero los trillizos están al tanto y listos para defendernos. 

-   Bien, todos atentos -indicó Patrick-. Dadme más datos. 

-   Parece que van directas a la mina -informó casi al momento Victor-. Parecen naves del imperio Kynerios. 

-   ¿Nos han detectado? 

-   No, parece que los asteroides están interfiriendo en los sensores a largo alcance -negó Victor. 

-   ¿Los nuestros también? 

-   Podría ser -Victor no parecía muy seguro.

Patrick se quedó pensativo, rezando porque los imperiales se quedasen jugando con lady Khlagga y pasasen de ellos. La cazarrecompensas se iba a enfadar mucho más, pero realmente le importaba poco.

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