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martes, 21 de junio de 2022

Dinero fácil (21)

Patrick se quedó durante unos segundos frente a la compuerta del camarote de Halwok, intentando decidir cuál debía ser la estrategia con Eleanor, como hacer que le contase la verdad, ya que era una buena embaucadora. Al final, pulsó en la consola y cuando la compuerta se abrió entró. Eleanor seguía tumbada en la litera, maniatada. 

-   ¿Cuando me vais a desatar? -dijo Eleanor según vio a Patrick, con un tono bastante subido-. Me habéis desarmado y ya no me puedo defender, creo que esto es demasiado para mi situación actual. 

-   Creo recordar que me has amenazado con esa arma que tenías -rememoró Patrick. 

-   Yo solo te apuntaba, tú me has disparado -se quejó Eleanor. 

-   Solo estaba en aturdir, no te quejes tanto -quitó hierro Patrick-. Aunque visto ahora en retrospectiva igual si debería haberte disparado. 

-   Hemos saltado al hiperespacio, ¿verdad? -cambió de tema Eleanor-. No les habrás entregado a la niña a esos cazarrecompensas, ¿verdad? Porque como así haya sido te juro que… 

-   No estás en posición de jurar nada, Eleanor -le cortó Patrick-. Pero no te preocupes, no le hemos entregado nada. Bueno, sí, algo, sí. Cuando nos hemos esfumado de la base les hemos encasquetado un buen número de androides de batalla imperiales locos. Y de paso a unas cuantas naves de guerra Kynerios. Lady Khlagga habrá salido con el rabo entre las piernas. Aun me rió por ello, se lo merecía. Pero ahora nos toca que hablemos de tu verdadera identidad y que es la niña.

Eleanor se lo quedó mirando por unos segundos, pero pareció que prefería quedarse callada. 

-   A esto yo también sé jugar -le advirtió Patrick-. No quieres hablar, entonces tampoco quieres comer, beber o mear. Veremos quién de los dos se aburre antes. Igual si vengo dentro de una hora o dos, estés más abierta a hablar.

Patrick se movió en dirección a la compuerta, pero Eleanor debió comprender que Patrick no estaba faroleando, porque decidió hablar. 

-   Mi nombre ya lo sabes y como he dicho antes soy periodista. La niña es el juguete, asistente y asesino de uno de los jefes mafiosos de esta parte del espacio de la República. En su memoria tiene grabados cientos de actos criminales que servirían para mandarle a la cárcel, a él y a muchos de sus compinches. 

-   Así que no existe un padre maltratador y borracho, y yo que me lo había creído -dijo ironico Patrick. 

-   Tal vez el padre del dueño de la niña lo fuese, no lo dudo -indicó Eleanor-. Necesitaba salir del sistema, pero las rutas habituales las tiene vigiladas. Necesitaba a un… 

-   Primo -cortó Patrick-. Y ahí estaba la Folkung. 

-   No es así, había leído de ti en los documentos de nuestro hombre, indicaba que era alguien de fiar -negó Eleanor-. No sabía que la niña tuviese armas ocultas. 

-   Contramedidas para evitar que la separen de su verdadero padre, sí -afirmó Patrick-. Pero no te preocupes, Halwok las va a quitar. Por lo menos la sonda. 

-    No destrozeis a la niña, por favor -rogó Eleanor. 

-   Halwok es como un cirujano de las máquinas -aseguró Patrick-. La niña está en las mejores manos. Le quitará el tumor y la niña seguirá viviendo. Porque si te digo la verdad, nos viene mejor que la niña siga de una pieza a que pierda lo que la hace importante. Claramente, tanto tú como ella, sois nuestras invitadas o más bien, nuestras prisioneras. No quiero más jugarretas por tu parte. Vivirás si nos ayudas. Como intentes traicionarnos, no tendré piedad. Los miembros de esta tripulación son mi familia y tú los has puesto en peligro. Por ahora te quedarás en el camarote.

Patrick no esperó que Eleanor respondiera, la desató y se marchó. La compuerta se cerró y él se quedó esperando en el pasillo, rezando porque hubiera decidido hacer lo que le había advertido. Estuvo unos largos minutos y la compuerta no se abrió. Entonces se marchó a su camarote.

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