Shennur le pidió a Bharazar que paseara con él por su jardín y de
ese modo poder contarle cómo estaban las cosas en la corte.
-
Vuestro hermano está peor que nunca -comenzó a decir Shennur-. La
verdad es que nunca fue un gran monarca, pero le permitía a mi tío hacer y
deshacer a su gusto. Cuando vuestro padre murió, vuestro hermano no estaba
preparado para gobernar. La verdad es que a día de hoy sigue sin estarlo, pero
era el hijo de la primera esposa y con eso le valía -eso era un dato muy
cierto, pues Bharazar era mayor que su hermano, pero su madre le tuvo primero a
él, no como la primera esposa que parió varias chicas antes que Shen’Ahl, pero
sin derechos al trono-. Mhaless no podía ir contra la tradición del imperio.
Hoy, viéndolo en retrospectiva tal vez deberíamos habérnoslo jugado con una
guerra civil poniéndote a ti en el trono del león.
-
¿Tan mal está la situación?
-
Vuestro hermano no gobierna, lo hacen su canciller y sus asesores
-dejó caer Shennur-. Bueno al principio, fue así. Pero el problema radica en
que vuestro hermano no tiene seso al elegir a sus asesores, que cambian cada
pocos meses, según lo influyentes que sean con él en la corte. Los que más oro
le traigan, bellos regalos y le llenen el estómago, más ascenderán en la corte,
que se ha llenado de pretenciosos y arrogantes. Y uno de los casos más
alarmantes fue lo que tras dos años de reinado, provocó Dhasvi de Ahlkalcel.
-
¿Dhasvi de Ahlkalcel? -repitió Bharazar, a quien no le sonaba nada
ese nombre.
-
Sí, Dhasvi era un noble de una familia venida a menos -contestó
Shennur-. Su abuelo había muerto en la batalla de las dunas, junto a tu tío. Su
padre, pero no lo supimos hasta mucho más tarde, estuvo implicado en una de las
conspiraciones de nobles resentidos por las políticas sociales de tu padre.
Para evitar problemas para su familia, se suicidó antes de que alguien pudiera
atraparle, y por ello no quedó constancia de su implicación en ninguna parte.
-
Una bonita familia, pero cómo afectó eso al reinado de mi hermano
-indicó Bharazar.
-
Por lo que pudimos recabar después de la crisis, Dhasvi se dedicó
a gastar toda la fortuna familiar en tener a tu hermano feliz, hasta antes de
que tu padre falleciera. Más aún, de alguna manera convenció a tu hermano para
que cambiara el nombramiento del nuevo embajador en Stey y se lo dieran a él.
En aquel momento tu padre estaba absorto en otros asuntos, por lo que no se dio
cuenta del cambio, ni mi tío se percató. Así que Dhasvi consiguió lo que quería
-siguió narrando Shennur, haciendo grandes aspavientos con las manos, mientras
su rostro se ponía tenso-. Justo cuando se cumplían los dos años de reinado de
tu hermano, llegó un mensaje de urgencia, el rey de Tharkanda nos lanzaba un
ultimátum, debíamos entregar a Dhasvi o nos declaraban la guerra. Acusaban a
Dhasvi de ser el líder de una conspiración que había acabado con el anterior
rey, asesinado. Mi tío pidió explicaciones a su hombre en la embajada, que le
aseguró que la acusación del monarca sureño era justa. Dhasvi había escapado de
sus perseguidores sureños y se había escondido en casa. Mi tío tuvo que poner
tras él a los Lobos del Emperador -en ese momento Bharazar sintió un escalofrío,
los lobos eran los asesinos personales del monarca, no sabían lo que era la
piedad si eras su objetivo-. Al final, dimos con él y se lo enviamos al monarca
de Tharkanda como ofrenda de paz.
-
Una ofrenda sabía, pero no sé si la más acertada, por una vez mi hermano
supo resolver la situación -murmuró Bharazar, pero pronto se calló al ver la
expresión de Shennur.
-
No, esa no fue idea de tu hermano, sino de mi tío, no podíamos
entrar en guerra en ese momento, la muerte de tu padre casi había desembocado
en un levantamiento de nobles, unos con tu hermano y otros que te querían a ti
-negó Shennur-. No, fue idea de mi tío. Además tu hermano no se creía las
acusaciones y seguía emperrado en que su amigo Dhasvi resolvería la situación.
Al rey de Tharkanda le enviamos la cabeza de Dhasvi, junto a un nuevo
embajador, un aliado de mi tío y mío, aún sigue en Stey. Tu hermano durante
varios meses más todavía creía que era Dhasvi, que llevaba muerto mucho, quien
había resuelto la crisis. Mi tío siempre le contestaba que sí, que había puesto
toda su cabeza en ello -en la cara de Shennur apareció una sonrisa al recordar
las palabras de Mhaless sobre el fin de Dhasvi.
-
Menos mal que Mhaless era alguien sabio -elogió Bharazar,
intentando asimilar la estupidez de su hermano.
-
Desde entonces, primero mi tío y luego yo, hemos estado
manteniendo un control a todo lo que hace, rige y le rodea a tu hermano, pero
ni con esas podemos tener a raya todas sus extravagancias y menos ahora con
todos los cortesanos nuevos que le rodean -se quejó Shennur-. Es verdad que no
suele estar mucho en la corte, se lo pasa mejor cazando, yendo al coliseo, en
sus estancias, bebiendo, divirtiéndose en sus bacanales y retozando con sus
monteros, sus criados. Pero a aquellos que nombra consejeros, se están volviendo
arrogantes y poderosos.
-
Lo que me cuentas es muy preocupante -señaló Bharazar.
-
Pero solo es una parte, la otra es el problema de la descendencia
-dejó caer Shennur-. Ya has conocido a Xhini, una chica hermosa, hija de
Pherahl de Ghusse, un noble leal a tu padre, pero ahora enfadado y ofendido,
con muchos amigos en la aristocracia y en las clases burguesas, que poco a poco
no ven con buenos ojos a tu hermano. Su enfado se debe a que su hija, primera
esposa de tu hermano, ha sido rechazada por tu hermano por no darle hijo
alguno. Shen’Ahl la expulsó del palacio durante una recepción de la corte,
lanzó palabras hirientes con el padre delante, que aguantó porque no le quedaba
otra, pero se presentó ante mí para lanzar una serie de quejas que claramente por
su bien no lleve ante tu hermano. Xhini no podía volver a la casa de su padre,
pues al seguir casada, pero repudiada debía estar con su esposo, pero tu
hermano no la quiere en el palacio, por ello la tengo yo como invitada y por
ello hay tantos guardias, tanto míos como de su padre.
-
Pobre chica -se apenó Bharazar.
-
A Xhini no le pasa nada, es tu hermano -espetó Shennur-. Tuve que
enseñar a tu hermano como había que hacer para tener hijos, ya que a tu hermano
no le van las mujeres. Con la segunda esposa tampoco está teniendo
descendencia, es tu hermano quien no puede tener hijos. El problema de la
segunda esposa es que es hija de uno de los nuevos asesores, no me permitió
elegirla yo, como debía haber sido.
-
¿Quién es el heredero a mi hermano? -preguntó Bharazar, aunque ya
suponía la respuesta.
-
Tú.
Tras
la palabra de Shennur se hizo un silencio, donde los dos hombres se miraron el
uno al otro, estudiándose.
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