Arnayna acompañó a Usbhale hacia el
jardín, donde el anciano guerrero detuvo su andar. Un siervo llegó con un par
de sillas. Ambos se sentaron.
- ¿Por qué mi padre quiere hablar con Ofthar
en privado, tío? -preguntó Arnayna, una vez que el siervo se hubo esfumado.
- Por lo visto el señor Nardiok le ha
escrito una carta a tu padre -explicó Usbhale-. En ella Nardiok hace una
presentación del joven Ofthar, pero por lo que me ha podido hablar, es más que
eso, Nardiok le habla de algo que pasará en el futuro, algo que según el
pensamiento de Nardiok, le incumbe a tu padre.
- ¿Y por eso no puede hablar conmigo
delante? -inquirió Arnayna.
- Mi querida sobrina, hay cosas que solo las
pueden hablar los señores y no pueden oírlas los súbditos -indicó Usbhale, con
un carácter paternal.
- Pero yo seré la futura señora de las
llanuras -se quejó Arnayna.
- ¿Sabes quién es Ofthar en realidad, mi
querida Arnayna?
- El hijo de un clan poderoso, porque su
padre es el canciller -respondió Arnayna, muy segura-. Pero cuando elijan a
otro, ya no será nadie.
- Cuando elijan a otro canciller, lo más
seguro es que sea Ofthar u otro Bhalonov -dijo Usbhale-. A día de hoy el clan
Bhalonov es el más poderoso del señorío de los ríos y tiene peso en el de los
prados y en el nuestro. Es una familia inteligente. Hace casamientos con otros
clanes poderosos, intentando mantener una diplomacia entre los señoríos.
Actualmente, las fronteras de los ríos está casi pacificada gracias a los
Bhalonov. Hace tiempo hable con tu padre y estudiamos el futuro de los
Bhalonov. Pronto tendrán el suficiente poder para sustituir a los Irinat al
mando del señorío. Y según un rumor, Ofhar mezcló la sangre de los Bhalonov con
la de tu abuelo. Ofthar es biznieto de Naradhar III, por parte de madre. Es
medio Irnt. Claramente esto es un rumor, ya que aparte de ser un posible señor
de las cascadas es el heredero legítimo del señorío de los pantanos. De hacerlo
público, llevaría a ambos señoríos a la guerra, pero no parece que ninguno esté
muy dispuesto a ello.
- Los rumores solo son rumores, mi querido
tío -recordó Arnayna, que no quería pensar en las consecuencias de lo
conllevaba ser heredero del gran rey-. Pero si el futuro de Ofthar es tan
poderoso, porque ha accedido a ser un simple embajador en nuestra corte.
- Eso es lo que más me tiene preocupado,
pues no sé lo que ha escrito tu primo Nardiok y sin ello, no puedo aventurar
nada -admitió Usbhale, aunque la verdad es que sí que tenía algo en mente, pero
prefería que fuera Naynho el que se lo propusiera a su hija. Él no iba a hablar
de matrimonios con ella-. ¿Qué menú le gustaría a tu padre?
Arnayna sonrió y se olvidó de lo que
habían hablado, pues su cabeza empezó a elaborar una lista de platos que le
deleitaban a su padre. Mientras la muchacha iba nombrando uno a uno las
delicias que podían preparar y que necesitarían, la mente de Usbhale iba por
otros derroteros. Había visto una salida a los problemas de los dos señoríos,
tanto el de los ríos como el de las llanuras. Por un lado, Ofthar debería
casarse con Arnayna, con ello, el señorío de las llanuras afianzaría su poder
al unirse con el gran clan. Nadie en las llanuras se opondría a que Ofthar
fuera su señor o que se subordinaran a los ríos. A su vez, sus hijos llevarían
la sangre de Naradhar a la siguiente generación, entregada por ambos
progenitores. Pero su teoría tenía un supuesto más. Nardiok no era tonto y se
rumoreaba que podría ser que muriera sin descendencia propia. Solo había una
cosa que mantendría el orden, una forma para que el señorío no cayese en el
caos de la guerra civil, nombrar a un Bhalonov heredero de Nardiok. Y qué mejor
que el único Bhalonov que aportaba un territorio fértil y rico. No solo no
habría guerra civil, sino que el señorío se volvería más fuerte. Pero claro,
todo eso eran las teorías de un anciano que había visto demasiado. Lo desechó
todo de su mente y volvió a la conversación que tenía con su sobrina, pues
había un festejo que preparar.
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