El encargado dio un paso hacia atrás
cuando el prefecto levantó la cabeza y mostró la horrenda herida a los allí
presentes. Chocó de lleno con el sargento y se quedó muy quieto.
- ¿Sabe quién es este hombre? -inquirió
Beldek, retirando los cabellos de la cara del muerto.
- Yo no suelo encargarme de los clientes
-negó el hombre.
- Y podría hacer que viniera la persona que
se encarga de ello -pidió Beldek, ante un atemorizado encargado-. Fhahl, que
vengan el estudioso y traigan la camilla. Que los hombres empiecen a hablar con
todas las chicas. Quiero saber todo sobre la vida de Dherin.
- No puede… -empezó a decir el encargado,
sabiendo lo que significaba tantos guardias por el burdel, su ruina.
- ¡Oh! Claro que puedo, por algo soy el
conde de Lhimoner, prefecto de la guardia -aseguró Beldek, viendo que al oír su
nombre el encargado empalidecía más incluso de lo que estaba. Por un momento le
pareció que tenía un tono parecido con el muerto-. Y ahora baje y que venga
quien se encarga de los clientes. Cuanto más me haga esperar peor será para
usted.
El hombre asintió con la cabeza y salió
raudo de allí. Fhahl le siguió. Ahlssei que hasta ahora había parecido una
estatua entró en la habitación y la revisó por encima. No tenía mucho. Un
armario alto y estrecho, una cama con un colchón de poca calidad, con una manta
por encima. La cama parecía deshecha. La cuerda que mantenía en el aire al
muerto estaba enganchada en la cama, pero habían colocado un gancho en el
techo. Si alguien había clavado eso ahí, debería haber hecho ruido y haber
atraído la atención del encargado. No había más decoración que una estufa
apagada y una alfombra para los pies.
Beldek soltó la cabeza, tras investigar el
corte, profundo, limpió. Le parecía que había llegado hasta el hueso. Se agachó
bajo los pies del cadáver y observó varias gotas de sangre, pero poco más. Sí
que le pareció ver otras en las paredes, pero no en suficiente cantidad para lo
que tendría que haber sangrado con ese corte. Los rastros por su cuerpo desnudo
no eran suficientes. Todo ello solo tenía una conclusión posible y le llevaba a
otro interrogante más atroz. Quién podría querer llevarse la sangre de ese
hombre y por qué.
Un rumor de pasos le hizo ponerse de pie.
El encargado llegó con una dama de más edad como para ser una de las chicas, pero
no para dirigirlas.
- ¿Sabe quién es este hombre? ¿Era uno de
sus clientes? -volvió a preguntar Beldek, una vez que levantó la cabeza. La
mujer puso una cara de asco e intentó desviar la mirada, pero el encargado la
ordenó que mirará.
- Parece Olbhok -respondió con voz suave la
mujer.
- ¿Olbhok? -repitió Beldek.
- Olbhok Vhiliger -aseguró la mujer, que al
ver que le miraban los tres hombres añadió-. Es un cliente habitual, claro
cuando está en la ciudad. Siempre quiere con Dherin. Es el contramaestre en un
bricbarca que viaja por la costa del imperio llevando mercancías. El barco creo
que se llama la “Nutria”. Es todo lo que sé de él.
- ¿Ha tenido algún problema con las otras
chicas? ¿o con algún otro cliente? -quiso saber Beldek.
- No, no, era un hombre muy afable -negó la
mujer-. Como ya le he dicho, solo quería a Dherin. Si estaba ocupada se
marchaba y listo. Siempre pasaba por aquí un par de días mientras descargaban o
cargaban su barco. La verdad es que tenemos un zagal en el puerto para
avisarnos de los barcos que entran, para tener a las chicas listas para sus
seguidores. Todas tienen un marinero propio. No lo decidimos nosotras, sino los
clientes. por otro lado, Olbhok era muy amigable y no tenía líos con los otros.
Espere, ahora que lo pienso sí que había un cliente, un hombre joven, que
también tenía predilección por Dhiren y no se tomaba bien que esta no estuviera
lista para él. Una vez se enganchó con el Olbhok. Pero no pasó nada.
- ¿Qué sabe de ese cliente, el joven?
- No mucho, no da su verdadero nombre, y viste
muy corriente, siempre de oscuro -señaló la mujer-. Pero tiene algo raro, como
si se las diera de culto. Sabe, me recuerda a estos sacerdotes envarados de hoy
en día.
- Puede volver abajo, pues tal vez tenga que
preguntarle algo -indicó Beldek-. Mi sargento le pedirá la lista de los últimos
clientes de dherin, porque supongo que esta habitación solo la usa ella.
La mujer asintió con la cabeza. Beldek les
hizo un gesto, al encargado y a la mujer para que se fueran. Justo en ese
momento llegaron Fhahl, el estudioso y dos guardias con una camilla y una
sábana. El prefecto le indicó que bajara y hablará con la mujer que ejercía de
jefa de las chicas sobre los últimos clientes de Dherin. Suponía que uno sería
el marinero. Pero quería saber si ha estado el otro, el joven culto. al
estudioso le ordenó buscar cualquier prueba o pista antes de descolgarlo.
También se llevarían la soga y cualquier cosa que encontrasen en la
investigación. Quería un informe detallado. Salió al pasillo, por donde nuevos
guardias iban molestando a las muchachas ocupadas en con los clientes. El
estudioso se quedó en la habitación con uno de los guardias.
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