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martes, 23 de febrero de 2021

El dilema (64)

Ahlanka seguía sentada en el taburete, observando a Alvho, que se había quedado pensativo durante unos segundos. 

-   ¿Ya se te han terminado las preguntas? -inquirió Ahlanka. 

-   No, aun tengo muchas que preguntarte -negó Alvho-. Hace un momento he hablado de las ruinas de la ensenada. Creo que aquí en algún momento llegaron personas del otro lado del gran río. Y establecieron aquí una población o aldea. En su momento hubo una aldea y por lo menos un templo. La reliquia que buscamos tuvo que estar aquí, pero ya no está. ¿No sabrás algo de ello? 

-   ¿A qué le llamáis reliquia? -quiso saber Alhanka. 

-   No estamos muy seguros, piensa que solo sabemos lo que ha dicho un druida -señaló Alvho. 

-   ¿Un druida? ¿Qué es un druida? 

-   Digamos que un hombre espiritual -explicó Alvho-. Puede hablar con los dioses o eso es lo que dice él. La cuestión es que la reliquia debería ser una estatua o algún tipo de elemento religioso o espirituoso, lo más seguro que con la forma de nuestro dios principal, Ordhin. 

-  O sea el druida es como nuestros chamanes -aseveró Alhanka-. Y con respecto a la reliquia tiene que ser la estatua de madera pintada que mi esposo se encargó de comprar por orden de otra tribu. Una que les pagó lo que los miembros de la tribu pidieron se la llevamos y estábamos aquí porque les traíamos el oro que habían requerido. 

-   Así que si hubo una reliquia aquí -murmuró Alvho, más como si se dijera a sí mismo que a los presentes-. ¿Los que compraron la estatua, tienen la aldea cerca? 

-   Su aldea se encuentra en la costa sur de las llanuras -indicó Alhanka-. A muchas semanas al sur de aquí a caballo. 

-   Has dicho que se encuentra la aldea en la costa, ¿se puede llegar por el mar a la aldea? -preguntó Alvho. 

-   Sé que hay unas calas cerca de la aldea donde pueden atracar barcos, pero la aldea en sí se encuentra en un promontorio -admitió Alhanka-. No sé si hay comerciantes que viajan hasta allí cuando los hielos desaparecen de la costa. Pero si que te puedo asegurar que les entregamos la estatua a ellos. 

-   En ese caso creo que lo mejor es que hablemos con el tharn -dijo Alvho-. Ya no debemos seguir viajando al oeste e ir al sur por tierra es una temeridad si los Fharggar están tan cerca como aseguras.

Alvho le hizo un gesto a Aibber, indicando que se quedase custodiando a la chica. Aibber asintió con la cabeza. Tras ello, Alvho revisó los mapas que tenía sobre la mesa. Desgraciadamente no había ninguna marca de la aldea de la costa sur, pero eso solo indicaba que sus compatriotas no habían querido internarse por la costa sur, temiendo que sus barcos naufragasen en esa zona tan peligrosa, con tribus como los Fharggar. 

-   Voy a solicitar una reunión con el tharn y Ulmay -indicó Alvho-. Quédate con ella y llévala a la reunión cuando yo mande a buscaros. Y Alhanka espero que seas persuasiva con ellos, o por lo menos que les metas miedo. 

-   Así haré -aseguró Aibber, mientras que Alhanka asentía con la cabeza.

Alvho salió a toda prisa de la tienda dejando solos a los dos. Aibber se quedó delante de los pliegues de la lona que hacían de salida, y aún se movían por la marcha de Alvho. Aibber al quedarse solo parecía no saber que decirle a la muchacha y poco a poco se fue tomando una apariencia de ser más grande de lo que era. Esa actitud hizo que Alhanka sonriese.

-   ¿Qué te pasa ahora? -preguntó Aibber refunfuñando por la actitud de Alhanka. 

-   Sabes que por más que te estires no serás más grande -se burló Alhanka-. Los hombres son más hombres cuantos más enemigos eliminan. Pero los que se hinchan sin más normalmente suelen ser los más cobardes. 

-   ¡Yo no soy un cobarde! Nuestra unidad siempre va en la vanguardia del ejército -se defendió Aibber-. El jefe Alvho me eligió entre todo el ejército como su mano derecha. 

-   En verdad no sois más que asesinos, o espías, no lucháis como los verdaderos guerreros -siguió con su chanza Alhanka-. Pero la verdad que eso da un poco lo mismo para mi. Igual sois mejores que mi difunto esposo. Y tu jefe parece especial, me interesa ver que es en realidad. ¿Tú lo sabes? 

-   No, Alvho solo sabe quién es él en realidad -afirmó Aibber con un deje de fastidio o de pena. Parecía que el joven espía se sentía ofendido porque Alvho no confiaba al cien por cien en él-. Pero aún así es un buen jefe y le respeto por ello. Preparate para servirle bien.

Las últimas palabras que pronunció Aibber, Alhanka no supo cómo interpretarlas, eran una advertencia o un consejo o simplemente una amenaza. Quería conocer más sobre ese sujeto, sobre Alvho.

1 comentario:

  1. Me pregunto si Alhanka hará algo más que servir a "su nuevo jefe" Alvho y si logrará saber al 100% quien es.

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