El señorío de las estepas
El territorio de este señorío es grande,
sin llegar a las vastas extensiones del de las montañas, del de los ríos y del
de los mares. En cambio su población es más bien pequeña, localizada
mayoritariamente en Kharan, su capital y en una serie de aldeas y villas
diseminadas por su extensión. Es uno de los llamados señoríos del centro, ya
que separan los del norte de los del sur. Hace frontera por el norte con el
señorío de los pantanos y el de los mares, al oeste, al otro lado del río
Oniut, se encuentra el señorío de las praderas, mientras al sur, más allá de la
cordillera de Ornniu, está el señorío de los hielos. Este territorio tiene
costa, al mar del este, aunque sus aguas son más frías y durante algunos meses
en invierno estas se solidifican en forma de hielo, aunque de menor grosor que
más al sur.
La tierra de este señorío es más bien
pobre, por lo que la agricultura escasea, excepto en las riberas del río Oniut,
y en ciertos lugares puntuales. Por ello, las gentes se dedicaron a la
ganadería y al pastoreo. La crianza de caballos mueve prácticamente casi toda
su economía desde los tiempos de su fundación.
A la muerte de Naradhar III, al contrario
que en los otros señoríos, en las estepas se unieron una serie de clanes
dedicados al pastoreo, eligiendo a uno de ellos como su líder. Estos clanes
supieron hacerse poderosos gracias a su movilidad y a la larga los otros
señoríos decidieron que era mejor dejarles estar, ya que era difícil conseguir
una batalla campal contra ellos, un ejército móvil y ágil. Los señoríos de los
mares, de los pantanos y de las praderas tuvieron guerras con ellos, pero
pronto vieron su error. Durante muchos años, en el centro de sus dominios se
encontraba un señorío libre, el de los cielos, cuyo territorio lo formaban su
capital, Kharan y las tierras que la rodeaban. Pero tras cien años, el señorío
de los cielos se anexionó pacíficamente y por matrimonio al de las estepas.
El clan que gobernaba el señorío hasta la
unificación, era el clan Shanna, en cuyo emblema se podía ver a un caballo
blanco levantado sobre sus patas traseras, encabritado, sobre un fondo rojizo,
por lo que algunos aseguraban que era el mismísimo Rhasdi. Por parte del
señorío de los cielos, el clan gobernante era el Thama, creado por la viuda del
primogénito de Naradhar III, Nardho. Gobernaron tres generaciones, hasta que la
heredera se casó con el heredero del señor de las estepas y ambos se unieron.
La supervivencia de Kharan, y por tanto de
su señorío, se debe al lugar donde se erige la ciudad, sobre una colina de laderas
verticales, unida a otra anexa por un puente que se podía levantar. Kharan no
ha podido ser sitiada nunca, ya que ningún ejército era capaz de llegar a sus
inexistentes murallas, debido a que los acantilados imposibles de escalar y el
fondo de estos llenos de rocas puntiagudas, hace imposible cualquier intento
alocado.
Aun así, este señorío no es rico, pero
tampoco es pobre. Aparte de la cría de caballos y la ganadería, también poseen
minas en las montañas de la cordillera Ornniu. A esta cordillera se la llama la
inacabada, ya que dos inmensos valles la cruzan, haciendo posible que se puedan
comunicar las tierras del señorío de los hielos con el de las estepas.
En este señorío son tradicionalistas, por
lo que la cultura es prácticamente oral, aunque en Kharan se puede ver ejemplos
de escrita. También se ha prohibido cualquier culto que no sea al panteón
ancestral, con Ordhin a la cabeza. Los siervos que son pillados llevando a cabo
cualquier otra religión y en especial la del culto de Bhall, son castigados
severamente. Los sacerdotes de este territorio rezan a todo el panteón
principal, junto a los de las otras regiones y una serie de propios:
Evhenko, semidiosa hija del dios Nhert con una
humana, su padre le dio el poder de mover el cielo a su antojo, creando vientos
que llevarían las nubes allí donde ella creyese que eran más necesarias y de
ese modo, que estas soltasen su carga de lluvia, o en otras, cuando la tierra
ya estaba anegada, para librar del exceso. Los lugareños se acuerdan de ella
cuando necesitan buen o mal tiempo.
Onahmo, hombre mortal, que el dios Lorhk engañó
para que fuera a la caza de Rhasdi, asegurando que si mataba al rey de los
caballos, estos le elegirían a él como su señor. Durante años estuvo a la pista
de caballo sagrado, recorriendo las estepas y llanuras del mundo. Un día atrapó
al animal y cuando le iba a dar el golpe de gracia se apiado de la bestia.
Entonces apareció Lorhk, que intentó acabar con Rhasdi, pero Onahmo lo
defendió, con tesón. Cuando las fuerzas del hombre estaban en las últimas,
llegaron Ordhin, Thoin y Nhert. Lorhk huyó, perseguido por Thoin y Nhert.
Ordhin estaba iracundo con el estado de Rhasdi, Onahmo se confesó ser el
culpable y cuando el dios supremo le iba a castigar, la bestia intercedió por
él, contando lo ocurrido. Ordhin, satisfecho por las palabras de Rhasdi, otorgó
a Onahmo la vida eterna, un sillón en el monte Orssink, y la misión de proteger
las tierras donde vivieran los caballos, hijos de Rhasdi. Cuando nace o muere
un caballo, siempre piden la protección de Onahmo.
Los moradores de este señorío, viven
ligados a la tierra, por tanto a las estepas y a los caballos. Aun así, no
tienen una caballería al estilo de los reinos norteños, no llevan a estos
animales al campo de batalla, como mucho se acercan a él en ellos, pero nada
más.
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