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domingo, 1 de octubre de 2017

N.G. de G.: Los Señoríos del Sur (7)



El señorío de las estepas

El territorio de este señorío es grande, sin llegar a las vastas extensiones del de las montañas, del de los ríos y del de los mares. En cambio su población es más bien pequeña, localizada mayoritariamente en Kharan, su capital y en una serie de aldeas y villas diseminadas por su extensión. Es uno de los llamados señoríos del centro, ya que separan los del norte de los del sur. Hace frontera por el norte con el señorío de los pantanos y el de los mares, al oeste, al otro lado del río Oniut, se encuentra el señorío de las praderas, mientras al sur, más allá de la cordillera de Ornniu, está el señorío de los hielos. Este territorio tiene costa, al mar del este, aunque sus aguas son más frías y durante algunos meses en invierno estas se solidifican en forma de hielo, aunque de menor grosor que más al sur.

La tierra de este señorío es más bien pobre, por lo que la agricultura escasea, excepto en las riberas del río Oniut, y en ciertos lugares puntuales. Por ello, las gentes se dedicaron a la ganadería y al pastoreo. La crianza de caballos mueve prácticamente casi toda su economía desde los tiempos de su fundación.

A la muerte de Naradhar III, al contrario que en los otros señoríos, en las estepas se unieron una serie de clanes dedicados al pastoreo, eligiendo a uno de ellos como su líder. Estos clanes supieron hacerse poderosos gracias a su movilidad y a la larga los otros señoríos decidieron que era mejor dejarles estar, ya que era difícil conseguir una batalla campal contra ellos, un ejército móvil y ágil. Los señoríos de los mares, de los pantanos y de las praderas tuvieron guerras con ellos, pero pronto vieron su error. Durante muchos años, en el centro de sus dominios se encontraba un señorío libre, el de los cielos, cuyo territorio lo formaban su capital, Kharan y las tierras que la rodeaban. Pero tras cien años, el señorío de los cielos se anexionó pacíficamente y por matrimonio al de las estepas.

El clan que gobernaba el señorío hasta la unificación, era el clan Shanna, en cuyo emblema se podía ver a un caballo blanco levantado sobre sus patas traseras, encabritado, sobre un fondo rojizo, por lo que algunos aseguraban que era el mismísimo Rhasdi. Por parte del señorío de los cielos, el clan gobernante era el Thama, creado por la viuda del primogénito de Naradhar III, Nardho. Gobernaron tres generaciones, hasta que la heredera se casó con el heredero del señor de las estepas y ambos se unieron.

La supervivencia de Kharan, y por tanto de su señorío, se debe al lugar donde se erige la ciudad, sobre una colina de laderas verticales, unida a otra anexa por un puente que se podía levantar. Kharan no ha podido ser sitiada nunca, ya que ningún ejército era capaz de llegar a sus inexistentes murallas, debido a que los acantilados imposibles de escalar y el fondo de estos llenos de rocas puntiagudas, hace imposible cualquier intento alocado.

Aun así, este señorío no es rico, pero tampoco es pobre. Aparte de la cría de caballos y la ganadería, también poseen minas en las montañas de la cordillera Ornniu. A esta cordillera se la llama la inacabada, ya que dos inmensos valles la cruzan, haciendo posible que se puedan comunicar las tierras del señorío de los hielos con el de las estepas.

En este señorío son tradicionalistas, por lo que la cultura es prácticamente oral, aunque en Kharan se puede ver ejemplos de escrita. También se ha prohibido cualquier culto que no sea al panteón ancestral, con Ordhin a la cabeza. Los siervos que son pillados llevando a cabo cualquier otra religión y en especial la del culto de Bhall, son castigados severamente. Los sacerdotes de este territorio rezan a todo el panteón principal, junto a los de las otras regiones y una serie de propios:

Evhenko, semidiosa hija del dios Nhert con una humana, su padre le dio el poder de mover el cielo a su antojo, creando vientos que llevarían las nubes allí donde ella creyese que eran más necesarias y de ese modo, que estas soltasen su carga de lluvia, o en otras, cuando la tierra ya estaba anegada, para librar del exceso. Los lugareños se acuerdan de ella cuando necesitan buen o mal tiempo.

Onahmo, hombre mortal, que el dios Lorhk engañó para que fuera a la caza de Rhasdi, asegurando que si mataba al rey de los caballos, estos le elegirían a él como su señor. Durante años estuvo a la pista de caballo sagrado, recorriendo las estepas y llanuras del mundo. Un día atrapó al animal y cuando le iba a dar el golpe de gracia se apiado de la bestia. Entonces apareció Lorhk, que intentó acabar con Rhasdi, pero Onahmo lo defendió, con tesón. Cuando las fuerzas del hombre estaban en las últimas, llegaron Ordhin, Thoin y Nhert. Lorhk huyó, perseguido por Thoin y Nhert. Ordhin estaba iracundo con el estado de Rhasdi, Onahmo se confesó ser el culpable y cuando el dios supremo le iba a castigar, la bestia intercedió por él, contando lo ocurrido. Ordhin, satisfecho por las palabras de Rhasdi, otorgó a Onahmo la vida eterna, un sillón en el monte Orssink, y la misión de proteger las tierras donde vivieran los caballos, hijos de Rhasdi. Cuando nace o muere un caballo, siempre piden la protección de Onahmo.

Los moradores de este señorío, viven ligados a la tierra, por tanto a las estepas y a los caballos. Aun así, no tienen una caballería al estilo de los reinos norteños, no llevan a estos animales al campo de batalla, como mucho se acercan a él en ellos, pero nada más.

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