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domingo, 1 de octubre de 2017

El juego cortesano (15)



La dama Xhini había estado ayudando a la dama Jhamir con unas tareas domésticas, así como entreteniendo a los hijos del canciller. Habían estado en el piso superior, en las habitaciones de los chicos. Desde las ventanas había podido ver como el sol iba poco a poco menguando. Estaba ante los cristales, cuando había visto al príncipe Bharazar cruzar el jardín hacia el edificio donde el señor Shennur tenía unas termas. La joven emperatriz creía ser la única que seguía los pasos del príncipe, pero cerca de ella, la dama Jhamir, quien simulaba estar explicando la historia del imperio a sus hijos no perdía ni un ápice de las acciones de Xhini e interpretaba lo que pasaba por la cabeza de la joven. Fueron los labios de la dama Jhamir los que permitieron a Xhini abandonar las lecciones e iniciar el movimiento que en su mente había nacido, indicando que ya no la necesitaba allí.

Xhini fue a sus aposentos y se cambió a unas ropas más livianas, pero sin perder su color negro, pues su vida se regía más por el luto. Una vez listo, bajó al piso inferior, escondiéndose de los criados, que eran los que más hacían por no encontrarla, según las órdenes de su señor. Guardias y criados estaban allí para defenderla, pero desde una posición que fuera poco clara. Así, a escondidas, jugando a no ser vista, recorrió Xhini los pasillos de la hacienda y salió al jardín, tomando los senderos más silenciosos. Desde las alturas, Jhamir, usando unas cortinas como parapeto, observaba los movimientos felinos de Xhini, mientras avanzaba hacia las termas y se reía. Después regresó a los estudios de sus hijos.

Bharazar había entrado en las termas y se había desnudado, tras lo cual se había puesto una prenda ligera, que lo cubría, pero que con el calor transparentaría todo su cuerpo. Primero entró en la sala caliente, donde había un pequeño baño de agua caliente. Se fue metiendo poco a poco en el agua, que casi quemaba, por lo que estuvo pensando durante un rato, qué artilugio tendría Shennur para lograr ese calor en el agua. Estuvo allí sentado durante un rato, hasta que salió rápido y se dirigió por el pasillo correspondiente, un recodo pequeño y mal iluminado a la sala fría. Se metió de un salto a la nueva bañera, notando de inmediato el frío, casi como la nieve, por todo su cuerpo.

Cuando creyó que su cuerpo se estaba empezando a entumecer, salió de la bañera y se dirigió a la siguiente sala, una habitación con columnas que rodeaban a una piscina de agua clara con el fondo revestido de mosaicos de tema marino. A un lado, por un arco llegaba el vapor de la sauna, pero ahora no tenía ganas de más calor y de sudar, por lo que se lanzó en la piscina. El agua no estaba ni muy fría ni muy caliente, sino en el punto óptimo. Tras hundirse llegando al fondo, se puso de pie y vio que podía andar perfectamente, por lo que zambulló la cabeza un par de veces más, para que el agua le mojara bien. Después se dirigió al borde, nadando y se agarró a él, dejando pasar el tiempo en esa posición, que era agradable y relajante.

Llevaba ya un rato en la piscina, cuando notó el rumor del agua a sus espaldas, por lo que supuso que habría venido Jha’al, aunque el catafracto no era muy asiduo a las termas, pues creía que eran privilegios de los nobles y no de los soldados. Además, creía haberle oído que pensaba revisar las armaduras, tanto la suya, como la de Bharazar para la visita a la corte imperial del día siguiente. Tal vez sería Shennur, pero fuese quien fuese se estaba acercando a donde se encontraba él.

Bharazar se dio la vuelta de sopetón y se encontró con dos ojos pequeños y bellos, que reconoció como los de Xhini. La muchacha se mantenía en el agua, haciendo movimientos de brazos y piernas, por lo que supuso que no hacía pie. Bharazar alargó el brazo derecho y puso su mano en el costado, sobresaltándose al descubrir que estaba desnuda, tanto que no llevaba ni la tela que él tenía pegada sobre su piel. Xhini respondió con una sonrisa a la mirada asustada de Bharazar, pues era realmente lo que quería ver en el príncipe. Con ayuda del brazo del hombre, Xhini se acercó a él, pegando su cuerpo al de Bharazar, que notó los pechos de la joven, aplastándose contra su cuerpo. Xhini le miró a los ojos y le besó en la boca. Bharazar se sintió un momento sorprendido por la osadía de la esposa de su hermano, pero luego al recordar las palabras de Shennur y sus propios sentimientos, hizo que el beso pareciera que no fuera acabar nunca. Tenían todo el tiempo del mundo.

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