Seguidores

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Encuentro (7)



Ofthar quería acabar con el guerrero herido, que les miraba con una cara de miedo, orando a algún dios. Pero Ofhar no se lo permitía.
-       Como ves mi amigo no es muy partidario de que sigas en esta vida, por alguna razón está más convencido de que debes vagar por el otro lado -dijo Ofhar, serio. El herido puso una mueca de sufrimiento mezclada con temor. Como guerrero si quería llegar al gran banquete debía morir con una espada entre sus manos, de no hacerlo vagaría por el otro lado, buscando el salón de ceremonias de Ordhin sin encontrarlo. Era la peor de las maldiciones que te podían lanzar en vida-. Pero yo creo que eso no será necesario. Responde a mis preguntas y yo te permitiré que te reúnas con tus antepasados. ¿Lo entiendes?
El herido asintió con la cabeza, a lo que Ofhar sonrió e hizo una seña a Ofthar para que bajara el arco.
-       La primera una sencilla, ¿quiénes erais y quién os ha enviado? -inquirió Ofhar.
-       Somos exploradores el tharn Phern, nos envió a investigar los rumores sobre un guerrero errante por sus tierras -respondió el explorador.
-       Phern, no me suena ese tharn de nada, pero lo que no entiendo es por qué le iba a interesar un guerrero errante -dijo Ofhar-. Tal vez tú puedas explicármelo.
-       Mi tharn había oído los rumores y se puso nervioso, se había enterado por quien preguntabais, la bruja -indicó el explorador. Ofhar tuvo que impedir que Ofthar le golpease cuando insultó a Güit-. Hace unos años el sacerdote de la aldea cercana se quejó de que había una extranjera que se dedicaba a tratar a sus feligreses, con pociones extrañas y según él, malditas. Le aseguró que los dioses estarían molestos si la seguía permitiendo vivir entre las personas buenas de las aldeas del tharn. Así que el tharn nos envió para expulsarla de la aldea, de avisarla de lo que le pasaría si retornaba o se la veía por alguna posesión del tharn. Hace un par de inviernos nos enteramos que murió. Ahora aparece un guerrero y mi señor le entra el miedo por haber llevado a la mujer a la muerte. Y por ello nos envía a por ti, para que tú no vayas a por él, al enterarte.
-       Tu tharn lo mejor que pudiera haber hecho es quedarse donde estaba pues hasta que me has revelado la verdad, no conocía su implicación -admitió Ofhar, lo que hizo que el rostro del explorador se desencajase por su error-. Pero no te preocupes, pues no tengo intención de acabar con tu tharn. Aun así no te voy a perdonar a ti.
Dicho eso, Ofhar le colocó la espada corta en la mano al explorador, mientras le cortaba el cuello con la punta de su espada. La sangre manó a borbotones y los ojos del explorador se pusieron en blanco. Ofhar se volvió hacia Ofthar.
-       Nos tenemos que ir inmediatamente, pero antes debo hablar con un sacerdote, alguien que me ha mentido descaradamente -indicó Ofhar-. Toma lo que quieras llevarte, cambia tus ropas con las de uno de los muertos. No puedes ir como un andrajoso. ¿Dónde podremos encontrar al sacerdote?
-       Dado la noche que es, estará en una casucha no muy lejana de aquí, donde pasa las noches bebiendo hidromiel y comiendo setas tóxicas -dijo Ofthar mientras observaba los muertos, buscando la ropa que le pudiera ir mejor.
-       Me guiarás hasta esa cabaña -le ordenó Ofhar.
Tardaron un poco en ponerse en marcha. Mientras Ofthar elegía las ropas y armaduras que le iban mejor, Ofhar se dedicó a amontonar los cuerpos dentro de la cabaña. Ofthar una vez vestido con la armadura de cuero, entró a la cabaña, para recoger sus pertenencias, que excepto por un par de piezas de madera y la caja de su madre, eran escasas. Mientras Ofhar había preparado su caballo.
-       ¿Estás listo? -preguntó Ofhar, a lo que su hijo se limitó a asentir.
Ofhar le tiró las riendas de su caballo, tras lo que tomó una tea ardiendo de la fogata y con ella fue aplicando las llamas en las paredes de la cabaña. La brea ardió rápidamente, así que pronto el fuego envolvió la construcción. Ofhar tiró el madero por el umbral de la puerta. Ofthar observaba serio pero sin derramar una lágrima como el fuego consumía la que fuera la casa donde vivió durante unos cuantos años, donde falleció su madre.
Ofhar le puso una mano en el hombro, recuperó sus riendas y le indicó que le guiara. El muchacho se puso delante y ambos se internaron en el bosque. Las sombras, las ramas, la hojarasca, todo baila a su alrededor, el viento mecía los árboles, llenando el bosque de sonidos fantasmales. Ofhar estaba seguro que los espíritus de la naturaleza les envolvían. Que sabían lo que iba a perpetrar, no le importaba la maldición de los dioses, la llevaría con él, pero ese sacerdote le contaría la verdad, le diría porque le había mentido.
Los pasos de su hijo le llevaron hasta un nuevo claro, una nueva casucha, está erigida junto a un inmenso y solitario árbol. Fuera había un caballo, un viejo ruano atado a una valla. Por sus ventanucos se veía una luz, que se movía, danzaba, creando sombras. Alguien había en su interior. Ofhar le dio las riendas de su caballo a Ofthar.
-       ¡Quédate aquí! -ordenó Ofhar-. No vengas por nada. Yo volveré enseguida.
Ofhar desenvainó su espada y avanzó con paso firme hacia la puerta de la cabaña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario