El señorío de las praderas
La supervivencia de este señorío es un
verdadero enigma, que aún hoy en día se debe estudiar. Su territorio es una
extensión de praderas, tierras fértiles y llenas de vida, pero careciendo de
grandes ciudades y una capital en toda regla. Dividido en una serie de clanes,
que se reúnen cada primavera en un lugar, una colina en la que hay las ruinas
de un antiguo templo, donde eligen al que será su señor por el siguiente año.
Lo normal es que ese hombre sea señor durante toda su vida, pero el puesto no
pasa a su hijo, ya que otro hombre puede estar mejor preparado para el puesto.
Aquí la sucesión no es hereditaria. En su momento, se anexionaron el señorío de
los torrentes.
Este señorío tiene frontera por el norte
con el señorío de los ríos, por el sur con el de los hielos, al oeste, con el
de las montañas, compartiendo parte de la cordillera de Ramshaner, el antiguo
territorio del señorío de los torrentes. Mientras al oeste discurre el río
Oniut que hace de frontera con el señorío de las estepas. Las tierras de los
clanes son una multitud de granjas que pertenecen a una pequeña aldea con
defensas de madera, estas aldeas normalmente están dirigidas por therk,
capitanes a las órdenes de un tharn, que mora en un pueblo, rodeado de granjas.
En las poblaciones de mayor tamaño se encuentra la residencia del jefe del
clan.
Los moradores de estas praderas viven de
la agricultura y de la ganadería, y solo las poblaciones cercanas a los bosques
que rodean a las montañas de la cordillera de Ramshaner, se pueden dedicar a la
minería y al sector forestal, así como la existencia de muchos torrentes, donde
se sitúan molinos.
Su independencia durante todo este tiempo,
tal vez se deba a que se alió con el señorío de los ríos y el de las montañas,
lo que hizo que el resto de sus vecinos y los señoríos más alejados se lo
pensaran dos veces antes de atacar al próspero señorío. Como única consecuencia
tuvo que apoyar a sus aliados en guerras, en las que tal vez nunca se hubieran
involucrado de por sí solos.
En ese señorío, aparte de lo ya comentado,
siguen la cultura oral del resto de los señoríos, pero con el orgullo de haber
tenido entre sus bardos a más de uno de los llamados “nushbarghi” o heraldos
del dios Barghi, un título que solo se da a los más prolíficos y versados
bardos. Entre ellos, se ha recordar a Shippo, bardo que llegó a poseer el
título de nushbarghi. Vivió en la época del señor de los ríos Ofthar, quien fue
el mecenas de Shippo. Se cree que compuso más de mil cantares, muchos de los
cuales hoy en día han llegado hasta estos tiempos modernos. La mayoría de su
temática fueron las gestas militares de sus patrones, pero también historias de
valentía, las vidas de los héroes y los semidioses. Entre sus obras se
encuentra el “Cantar de Onahmo, el gran cazador” y “Las gestas de Naradhar I”.
Pero la obra de mayor renombre en su haber, es el “Cantar de Ofhar y Güit”,
donde narra la vida y amor de ambos. Este poema, inmenso y lleno de poder, fue
pedido por el propio mecenas, el señor Ofthar, para recordar la historia de sus
padres, el canciller Ofhar y la bella Güit.
Como todos sus vecinos, creen en el
panteón de dioses encabezados por Ordhin, pero tienen a sus propios dioses
menores.
Orkhap, el último de los gigantes de piedra que
moraron en esta tierra. Ordhin y sus hijos lucharon con ellos cuando estos
quisieron tomar la tierra de los mortales. La gran mayoría murieron, y en el
lugar donde lo hicieron se formaron las grandes cordilleras de Phlannet,
Ramshaner y Ornniu. Orkhap al ver que era el último de sus hermanos, dejó la
lucha y se sentó entre los cadáveres de sus camaradas, convirtiéndose en el
pico Orkhap, la cresta más alta de la cordillera de Ramshaner. De allí es de
donde provienen los torrentes que llegan hasta el señorío, que nacen de las
inmensas lágrimas que aún vierten sus ojos semicerrados, por la tristeza de ser
el único de los gigantes de piedra que vive en el reino mortal.
Anhep, diosa de la agricultura, de los cultivos
y de la fertilidad, es la esposa del dios Barghi, no hay población que no la
tenga en cuenta a la hora de querer tener buenas cosechas. Se dice que su
belleza es única y que es la gran musa de Barghi. Por ello todos los bardos
durante su vida buscan a su Anhep con desesperación.
Olvha, diosa de los animales, esposa de Nhert,
hija de Ordhin y Frigha, una bella diosa que protege a todas las bestias desde
el más indemne insecto hasta el poderoso oso blanco de los hielos. Aquellos que
quieren tener a sus animales domésticos felices y productivos no deben
olvidarse de mandarle plegarias a esta diosa. Los sacerdotes aseguran que el
dios Nhert, mucho mayor que ella, al que se creía que iba a pertenecer soltero,
la vio atendiendo a Orkkon y se enamoró de ella perdidamente.
Si se tiene la oportunidad de recalar por
sus tierras, siempre es interesante quedarse un tiempo para escuchar a alguno
de sus bardos recitar alguna canción o uno de los inmensos poemas.
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