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miércoles, 20 de septiembre de 2017

Encuentro (6)



Los cinco exploradores estaban nerviosos, pues habían visto caer a su compañero y al socorrerlo habían descubierto una herida en el bajo vientre. Si alguno había creído que la caída se había debido a la torpeza del hombre, se había equivocado totalmente. Dos avanzaron hacia la puerta de la casucha y entraron como locos. Los otros tres se acercaron con cuidado. En ese momento, el que iba en la cola lanzó un alarido y se cayó hacia adelante, de bruces, dejando ver el asta de una flecha en el cuello, mientras sangraba con furia. Los otros dos se adentraron en la casucha, temiendo estar rodeados por arqueros, fue instintivo, pero fue erróneo, pues se habían metido en una ratonera.

Ofhar buscó de qué punto había llegado la flecha, pero la oscuridad no le permitió distinguir nada, excepto el movimiento de las hojas de un arbusto. Pero supuso quien había sido y alabó tan buen disparo a esa distancia. La idea de su hijo había sido buena, pero ahora había una consecuencia, los cuatro enemigos se habían atrincherado en el interior de la cabaña. No podía esperar a que se hiciera de día, pues sus rivales se darían cuenta de que solo se enfrentaban a un guerrero y un siervo con un arco.

Por ello, tras revisar el linde del bosque y no observar ningún movimiento, se abalanzó hacia la cabaña, deteniéndose en uno de las paredes. Allí pegó la oreja a la madera y escuchó cómo los enemigos discutían. El que parecía el líder quería salir de ahí, se había dado cuenta de su error y quería subsanarlo. Los otros no estaban muy seguros, a causa del arquero. Al final las órdenes se acataron. Dos de los guerreros saldrían primero, cada uno iría hacia un costado de la casa, alejándose del fuego, al poco si no había problemas y se hubieran alejado, saldrían los otros dos. Ofhar se separó de la pared y se acercó a la esquina, preparándose para actuar.

No tuvo que esperar mucho, pronto escuchó los pasos, lentos, llenos de temor de uno de los dos guerreros enemigos, que aparecieron por el umbral y se alejaron del fuego hacia los costados de la cabaña. Ofhar esperaba medio agachado, listo para saltar, con la punta de su espada lista para penetrar en su enemigo. El guerrero apareció delante, pero ni se le ocurrió mirar hacia la pared, pues estaba más atento a descubrir al arquero. Ofhar se lanzó hacia delante, agarró con su mano izquierda el cuello del enemigo, que pillado por sorpresa no se defendió. Ofhar tiró de él con toda su fuerza, llevándole hacia la pared y a la punta de su espada, que atravesó cuero, piel y carne. Giró la espada para provocar el mayor destrozo posible, por lo que su víctima exhaló un leve gemido y perdió toda su fuerza. Ofhar lo arrastró, hasta quedar totalmente oculto por la pared, tras lo que dejó caer el cuerpo, recuperó su ensangrentada espada y se marchó de allí, intentando rodear la construcción lo más rápido posible y así enfrentar al otro que había salido, antes de que se escondiera en el bosque. Cuando llegó a la esquina, ralentizó su avance para poder espiar con cuidado. Lo que vio le gustó. Ahora en ese lado había tres cuerpos, uno tumbado de espaldas y dos de bruces con flechas clavadas en sus cuellos. Se sonrió, pues ya solo quedaban dos, la cosa se había puesto mejor para ellos. Pegó la oreja a la pared, pero no escuchó nada, por lo que blasfemó, el enemigo podía haber salido ya de paseo.

Los dos guerreros enemigos no habían esperado mucho y habían salido por el umbral en el mismo momento que la flecha abatía al segundo. Los dos hombres giraron hacia el otro lado, a la carrera, y el primero de ellos tropezó con algo, cayendo al suelo. Cuando se levantó y estudió que obstáculo le había hecho perder el equilibrio, distinguió a su otro compañero con una herida profunda y mortal en medio del pecho. En ese momento se dio cuenta de que difícilmente saldría vivo de allí, maldita había sido la hora de que les habían contado la presencia del guerrero por la zona. Se puso de pie de lo más rápido que pudo y decidió que era hora de andar hacia el bosque y largarse de allí. Le hizo una seña a su compañero, y ambos avanzaron hacia el linde del bosque, haciendo más ruido del preciso, pero no le importaba demasiado. Entonces sintió un gran dolor en una de las piernas y se cayó de rodillas.

Ofhar escuchó el ruido de hojarasca a su espalda y se volvió hacia allí. Vio a los dos guerreros que se alejaban y se lanzó contra ellos. Estaba a punto de alcanzarlos cuando una flecha pasó ante él, y se clavó en la pierna del que iba delante. El herido se cayó al suelo y el segundo se abalanzó para ayudarlo, entonces Ofhar se aprovechó de la abertura y lanzó su espada hacia delante, cortando la cabeza del hombre de un solo tajo. La cabeza voló por el aire y cayó sobre la espalda del primero. Ofhar golpeó con el hombro el cuerpo y volteó al herido, para darle la vuelta, mientras le apuntaba con la punta de su espada.

El enemigo miraba como goteaba sangre de la punta de la espada que blandía ese guerrero, mientras los dientes le castañeaban y la herida de la pierna le provocaba unos latigazos de dolor. Al poco apareció el arquero, un niño andrajoso, que le apuntaba, pero el guerrero le impidió que le matara, allí mismo a sangre fría, sin su espada, que el otro le había quitado cuando le dio la vuelta. Junto a él podía ver los ojos de otro de sus compañeros, pues su cabeza había quedado allí, como responsabilizándole de su muerte.

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