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domingo, 17 de septiembre de 2017

N. G. de Ghalessia: Los Señoríos del Sur (5)



El señorío de los mares

Este señorío es uno de los más poderosos, rico y evolucionado, construido por la guerra y la conquista. Se encuentra situado en la costa este del continente, tiene por frontera oeste al señorío de los pantanos, al norte el cuece inferior y desembocadura del río Nerviuss y al sur el territorio del señorío de las estepas. El señorío fue creado por el general Masnor, casado con una hija de Naradhar III, situada la novena en la sucesión de su padre. El general era del clan Theverian, que aún dirigía el señorío antes de la guerra de unificación.

El señorío original pronto comenzó una serie de guerras de conquista, anexionándose los territorios del señorío de las marismas que le dio la posesión de la franja del cauce inferior del río Nerviuss y su desembocadura. Después le tocó al señorío de las colinas, en la zona suroeste del de los mares, una región caracterizada por una serie de pequeñas ondulaciones del terreno. Ninguno de los dos señoríos menores pudo hacer nada y acabaron bajo el poder militar del clan Theverian.

También tuvieron que vérselas con el llamado señorío de Bheler, que no tenía un territorio en sí, sino que era un grupo de fanáticos que moraban en el de los mares. Estos seguidores de Bheler, dios de la muerte y señor del inframundo, necesitaban de sacrificios a su dios, para comunicarse con él y tenerle contento. Al principio, solo entregaban animales, que sus sacerdotes sacrificaban en las ceremonias. Pero su locura se fue apoderando más de su raciocinio y pronto empezaron a seguir una serie de enmiendas de Bheler. En ellas, aquellos que no servían a su dios eran declarados infieles y sacrificados como los animales. Una ola de miedo y terror corrió rápido por el territorio del señorío de los mares y sus vecinos. El señor Masnoren, nieto de Masnor, les declaró culpables de perturbar la paz y de asesinar a hombres libres y siervos. Entonces empezaron unas guerras de religión, una especie de guerra civil, que duró cuatro años, y provocó ríos de sangre que encharcaron las tierras. Aldeas enteras fueron masacradas, de ambos bandos por igual.

Al final, Masnoren consiguió que los fieles de Bheler claudicaran, y la mayoría fueron ajusticiados por sus actos. El culto de Bheler fue prohibido, en todos los señoríos, para evitar sus nefastas acciones. Los fieles de Bheler que decidieron seguir su culto, abandonaron los señoríos y embarcaron, para viajar al archipiélago de las Fheonors, una serie de islas frente a la costa del señorío de los mares. Allí, se unieron en el clan Bhelerers, los hijos de Bheler, y fundaron el señorío de las islas.

Durante casi veinte años, convivieron en paz los dos señoríos vecinos, mares e islas. Pero un nuevo sacerdote de Bheler, un joven altanero y sediento de poder, que aseguraba contar con el poder y beneplácito del dios, Ork, hijo de Orkhat, comenzó una nueva fase de sacrificios, que comenzaron con una escalada de asaltos piratas a la costa, tanto del señorío de los mares, como a la provincia imperial, que en otra época fuera el reino de Tharkanda. El señor Amhast, hijo del señor Masnoren, toma la delantera, a una hipotética acción imperial y ataca las islas Fheonors, las toma y elimina la resistencia de los fieles de Bheler. Con esta guerra anexiona el archipiélago al señorío de los ríos.

El general y primer señor Masnor, ve que su capital debe ser una ciudad costera, bien defendida, pero con un buen puerto, por lo que funda la ciudad de Thverlin en una rada natural protegida de los vientos. Thverlin es una gran ciudad amurallada, con varios niveles. La muralla exterior está erigida en una base de piedra de tres metros y terminada en una empalizada de otros dos metros, con torres de madera intercaladas en los lienzos de muralla. Las puertas son moles de piedra, ligeramente levantadas, ya que fueron construidas por ingenieros norteños. La muralla del segundo nivel es una empalizada de madera de dos metros, pero la ciudadela vuelve a ser de piedra. El puerto está completamente protegido por una muralla costera natural, terminada en un pasadizo bloqueado por cadenas que se pueden levantar y hundir según la necesidad. En uno de los lados de la bocana, se construyó una torre terminada en un faro, algo esencial para encontrar la entrada al puerto con mal tiempo o de noche.

Este señorío se ha convertido en la potencia que es gracias al comercio, pues en Thverlin puedes encontrar mercancías que llegan desde los puertos del imperio. A su vez, la agricultura y la pesca son la base de su economía, reforzada por la artesanía elaborada, trabajando el hierro, la madera, el barro, el cristal, el oro, la plata y las gemas preciosas. Existen telares y herrerías modernas, que han mejorado la producción del señorío. Gracias a todo el oro que generan, era capaz de mantener un ejército estable y pagar a mercenarios llegados de otros reinos. Los señores eran instruidos en el arte de la guerra y la estrategia, así como en el comercio, la política internacional y la burocracia.

La cultura, a parte de la oral, que seguía siendo la principal en las zonas agrícolas, en la capital se construyó bibliotecas, donde se guardaban códices y pergaminos, donde los señores copiaban los textos y mapas llegados o creados por los comerciantes. Del panteón de los dioses, en este señorío es el dios Askhon el más venerado, por algo es el señor de los mares, y Binardha, la protectora. Pero también se le reza a:

Arkhyon, semidiós, hijo de Askhon con una mortal, se le conoce por el navegante, y son estos los que piden su ayuda cuando salen al mar agitado. Se dice que era capaz de navegar cualquier agua que su padre le mandara. Su vida fue larga y cuentan que visitó todos los lugares a los que llega el gran mar.

Ophro, el gran dragón marino, una bestia inmensa, que el dios Bheler corrompió para que atacara a los infieles que navegaran. Se dice que vive en las tormentas más peligrosas, listo para hundir los barcos que no respeten a su señor Bheler. Los marineros para evitar su ataque colocan una cabeza de dragón de bronce en la proa de sus barcos, mientras que en la popa se encuentra la cola. De esta forma, Ophro reconoce que son devotos y les deja en paz.

Es tan visible la relación entre las gentes del señorío con los dioses del mar, que el clan Theverian tiene al mismísimo Ophro en su escudo, sobre un fondo azul marino el monstruo en forma de ese, con la cabeza en la parte superior.

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