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miércoles, 1 de noviembre de 2017

Encuentro (12)



Ofhar seguía jugando con Phonva, que seguía intentando golpear con su espada al guerrero, pero sin éxito alguno. En cada embate, Ofhar se limitaba a esquivarlo con destreza y a golpearlo con una mano desnuda. La ira se había transformado en odio, intenso y peligroso, en el hombre enjuto, cuya mirada se había llenado de sangre y desesperación. Hasta Ofhar estaba ya harto de la facilidad con la que estaba dirigiendo al airado guerrero. Por ello en la siguiente ataque, cuando paró de golpe el ataque de Phonva se movió rápido, levantó su espada y con la punta le abrió un tajo en uno de los pómulos de Ofhar, quien se retiró hacia atrás, llevándose la mano a la cara.
-       Ya ha sido la primera sangre, creo que es suficiente -dijo Iomer, intentando detener la lucha, que ya había durado demasiado, y empezaba a temer por un final que no le beneficiara demasiado-. Phonva, creo que Bhada se ha ganado su puesto entre los guardias de esta caravana. Ya basta.
-       Por mi está bien -indicó Ofhar, como si se rebajase a acatar ese final, pero dando a entender que era algo mejor para Phonva que para él.
Phonva lanzó un gruñido y volvió a lanzarse contra Ofhar lleno de ira. Ofhar, que mantenía la guardia baja, ya se había percatado de todo, pero quería que se acercara lo suficiente para darle el golpe final. No hizo falta, porque una flecha pasó a toda velocidad ante el rostro de Ofhar y se clavó con fuerza en el cuello de Phonva, ante el asombro de todos que buscaron el origen de la letal saeta, que no era otro que el arco de Ofthar, con la cuerda aun agitándose.
Iomer iba a hablar, pero se limitó a observar al cuerpo de Phonva, que se agitaba en el suelo, donde se había precipitado, mientras la sangre salía a borbotones, con tanta fuerza que ni la mano que había colocado allí Phonva había mitigado. Cuando su cuerpo golpeó contra el suelo ya estaba muerto. Ofhar farfulló un par de frases, que Iomer supuso que eran las de rigor cuando un guerrero moría. También se percató que su oponente se cercioró de que la espada estuviera bien asida a la mano, pues era sabido que un guerrero no podía acceder al gran banquete de Ordhin si no caía con una espada en la mano. Por ello se decía que los guerreros rara vez llegaban a viejo.
-       Mi siervo es un poco impulsivo, todavía no distingue cuando su señor tiene todo controlado y cuando está en verdad en peligro -le dijo Ofhar a Iomer, que seguía callado, al igual que el resto de guardias, todos absortos en el cadáver de Phonva-. Dado que este líder era importante para ti, yo supliré sus funciones hasta que lleguemos hasta donde puedas contratar a otro, o hasta que estés cerca de tu territorio. Vosotros -Ofhar señaló a los guardias-, todos sabéis que Phonva era un mal jefe, un falso y un cobarde. Os habría llevado a la muerte, pero él habría sobrevivido. Terminad el viaje, recibid la paga del señor Iomer y elegir un buen líder.
Los guardias asintieron con la cabeza, por lo que su suposición sobre Phonva había sido acertada. Se quedarían, lucharían por Iomer, su verdadero jefe y pagador, olvidándose de Phonva y su triste fin.
Iomer suspiró e hizo un gesto para que los siervos se hicieran cargo del cuerpo, pues no podían hacer los ritos correspondientes allí. Los esclavos lo levantaron y lo llevaron hacia el carro más vacío, el que usaba el muerto para probar las muchachas que Iomer transportaba en los carruajes, a la espalda de su jefe.
-       ¿Y ahora qué debemos hacer? -preguntó Iomer directamente a Ofhar.
-       Hay que seguir avanzando, a varias millas hay una colina de cima plana, con pequeños precipicios por todos lados, excepto uno. Un buen lugar para defenderse y dificultar los ataques -contestó Ofhar, lo que sorprendió tanto a Iomer como a Ofthar que no se esperaban que conociera la zona, uno porque no lo conocía y el otro porque creía que no sabía nada de la región.
-       Me parece bien -aseguró Iomer, mientras hacía un gesto a los guardias que se marcharon, según se subió en su montura.
Los guardias se recolocaron en sus posiciones y la caravana se puso de nuevo en marcha, mientras Ofhar y Ofthar permanecían donde Phonva había muerto.
-       No era necesario matarlo -se quejó Ofhar, observando el charco de sangre-. Te has extralimitado, te había dicho que no hicieras nada si no te lo indicaba.
-       Estabas en peligro -se limitó a responder Ofthar.
-       No, no lo estaba, sabía por dónde iba a llegar, ya le esperaba, le haría una buena herida, pero no lo mataría -negó Ofhar-. Ahora hemos llegado con una muerte. Y las muertes atraen demasiado a Bheler y su inquina. No pasará desapercibido, en esa columna alguien sería su amigo o su amado, alguien que buscará venganza. A partir de ahora eres mi siervo y solo eso, no harás nada sin mi permiso. No hablaras de tu verdadera identidad y menos de la mía. ¿Lo entiendes?
-       Sí, mi canciller -respondió veloz Ofthar, quién se ganó una mirada arisca de Ofhar mientras esté se subía en su caballo.
La mirada glacial de Ofhar provocó que Ofthar no dijera o hiciese ninguna gracia más. Ofhar espoleó su caballo y fue en pos de la caravana. Ofthar, en silencio, lo imitó.

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