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miércoles, 14 de febrero de 2018

Unión (7)

Ophan, que sí que había puesto mala cara porque Ofthar había saludado a su hijo antes de que a su mujer, aunque lo había reprimido rápidamente. La única que parecía no darse por ofendida fue Olppa, quien dijo que habían empezado a preparar el festín nocturno y que una sirvienta les llevaría hasta la estancia de invitados. Ophan se disculpó, pues tenía que terminar algunos asuntos, ya que Ofthar y sus compañeros de viaje les habían pillado liados. Ofthar indicó que lo entendía y le indicó que ya que su hijo y alguno de sus escoltas pertenecían al mismo clan, tal vez, el muchacho se podía ofrecer como guía en la aldea. Ophan asintió con la cabeza, con desgana. Ophan y Olppa se marcharon, así como los criados con varas, dejando atrás a Ofthar, Ophanli y el resto de invitados.
-       Ogbha, Irnha -llamó Ofthar, los dos aludidos se acercaron al momento-. Este es Ophanli, parece que miembro de los Arnha, como vosotros.
-       ¡A sí! -dijo Irnha que era algo mayor que Ogbha y por ello respondía siempre por su clan-. ¿Cuál era el nombre de tu madre?
-       Esa mujer no es mi madre -dijo Ophanli, señalando a Olppa, con una mirada llena de odio.
-       Claramente, joven Ophanli -intervino Ogbha, posando su brazo sobre los hombros del chico y haciéndole girar-. Nunca es fácil para un niño ver morir a su madre y luego tener que soportar que su padre la cambie por un modelo más joven. Pero las cosas del destino no siempre son como las deseamos. Ahora dile a mi buen primo como se llamaba tu verdadera madre, porque a Ophan hijo de Opher no recuerdo que fuera miembro de nuestra noble casa.
-       Se llamaba Ihlina, hija de Ogber -respondió Ophanli, más calmado.
-       ¡Una hija del tío Ogber! -repitió Irnha entusiasmado.
-       Veo que sí sois familia, pues ya ves Ophanli, estas entre los tuyos -indicó Ofthar, que necesitaba que el muchacho confiara en ellos, pues esperaba sacarle información sobre la aldea y porque todo ello le preocupaba tanto.
-       Bueno, era tío de mi madre, y por lo que creo tu madre y la mía eran primas -dijo convencido Irnha, que puso su mano en uno de los hombros del muchacho-. Pero eso solo indica que tanto yo como Ogbha somos primos tuyos, Ophanli. Y nosotros le somos leales a él, a Ofthar.
-       No siempre, no siempre, cuando hay cerveza y mujeres de por medio las lealtades cambian -se quejó Ofthar, poniendo una mueca de desesperación.
-       Lo que hay que oír, primo Irnha, así nos trata el buen Ofthar, nosotros que le seguimos a todas partes, con espada y escudo -comentó Ogbha, poniendo los ojos en blanco.
-       Pero si yo pienso lo mismo, primo Ogbha, tu problema con la cerveza y las mujeres es legendario -aseguró Irnha, guiñándole un ojo a Ophanli, que sonrió-. Si no fuera por mis palabras, te habrían expulsado del clan en varias ocasiones, o sea, cada vez que se reúne el consejo del clan.
-       Todo, exageraciones y mentiras, te lo digo yo -Ogbha se había vuelto hacia Ophanli, que ahora sonreía más abiertamente, lo que indicaba que su estratagema había dado sus frutos.
-       Bueno, bueno, no hay que molestar tanto a vuestro primo, que tiene que guiarnos hasta la estancia de los invitados -intentó poner orden Ofthar, antes de que los primos empezaran una nueva trifulca en el patio central.
-       Seguidme, por favor -pidió Ophanli, que parecía más relajado.
El joven les llevó hasta la estancia de los invitados, que para sorpresa de todos no se encontraba en la casa cuadrada, sino que era una casucha de un único piso, construida al otro lado de la de Ophan, a la que se podía acceder por una entrada posterior. Lo que era mejor que rodear todo el perímetro para acceder por la principal. La casucha solo tenía una estancia, circular como la construcción, con el suelo de piedra. En el centro había un gran brasero con una chimenea que se llevaba el humo. Los criados ya habían llenado la hoguera con suficiente leña y habían dejado más por si los invitados querían avivar el fuego. No tuvieron que pasar mucho tiempo para notar que no había sido usada en mucho tiempo, pues aunque la habían intentado limpiar, con las prisas de su llegada, había aún mucho polvo, telarañas y sobretodo manchas de humedad. Las literas, colocadas entre las paredes y la hoguera central, parecían estar en buen estado, aunque sus colchones eran duros. Había capacidad para muchos durmientes, más que ellos. Las paredes carecían de ventanas, lo cual estaba bien para mantener el calor dentro, pero lo curioso era la falta de ornamentación.
Ofthar se acercó a la lumbre, para que el calor le calentara las manos. Ophanli se acercó a él, mientras observaba como los demás preparaban sus catres. Mhista se encargaba tanto el de Ofthar como del suyo propio.


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