Seguidores

miércoles, 14 de marzo de 2018

Unión (11)

Justo cuando Ophanli cerraba la puerta, notaba como el peso de Ofthar desaparecía de su hombro. Se dio la vuelta y vio que este se había erguido, sonriéndole. Su sorpresa había sido total, no sabía qué decir.

-       Siento tanta farsa, pero era mejor hacer pensar a nuestros enemigos que su plan iba bien -se limitó a decir Ofthar-. Rhime, te necesitó fuera. Quiero que te envuelvas en la sombra y escuches. Si el enemigo hace algún movimiento, me avisas.
-       Como ordenes -asintió Rhime.

El aludido tomó una capa oscura de entre sus cosas, se acercó a la puerta, la entreabrió y observó el exterior con muchísimo cuidado. Cuando vio que todo era favorable, salió, rápido, ágil. Ophanli seguía paralizado, sin entender lo que ocurría allí.

-       Ophanli, por tu seguridad pasarás esta noche con nosotros en esta casucha -dijo Ofthar, al paralizado muchacho-. Tus queridos primos se encargarán de protegerte. Si esta noche no ocurre nada, te vendrás con nosotros en nuestro viaje, por lo menos hasta que lleguemos a Bhlonnor, allí mi padre se encargará de todo.
-       ¿Por qué? -consiguió decir Ophanli que seguía sin comprender nada.
-       Aquí hay alguien que quiere acabar con tu vida -explicó Ofthar-. En la cena se te puso una trampa, pero me di cuenta a tiempo del complot. Creo quién es el peligro y por ello, he decidido alejarte de sus colmillos.
-       ¿Y mi padre?
-       Tu padre, no creo que se oponga a mis designios, aunque si lo hace, siempre podemos convocar el juicio de Ordhin -indicó divertido Ofthar-. No creo que ninguno de los mercenarios ni tu padre puedan hacer frente a Mhista. ¿Tú qué crees?

Mhista sonrió y puso una pose de gran luchador, tras lo que rompió a reír.

-       Ophanli, mejor que vayas a dormir a una de las literas, creo que lo necesitas. Confía en nosotros -señaló Ofthar, que se volvió a Otherk-. Encárgate de las guardias. Podríamos recibir visitas inesperadas.

Tanto Ofthar y el resto se fueron echando en las literas, excepto los que Otherk había adjudicado para cada guardia. Los únicos exentos eran los dos primos Arnha, Ophanli, Mhista y Ofthar. Dos hombres por ronda, el resto dormitaban. Pero si uno se fijaba bien, podría ver que era una duermevela ligera, con un ojo abierto y otro cerrado, con las armas a mano, listos para alzarse y hacer picadillo a sus enemigos. Solo Ophanli dormía sin ese estado de alarma. Pero así debía ser pues el muchacho no era un guerrero curtido, como ellos.

Ofthar no se relajaba, pero aun así descansaba. Sus sueños eran estrategias de sus futuras acciones, que no podría poner en marcha aún. No hasta que el rival moviese ficha. Por lo que el destino ya no estaba en sus manos. Tocaba esperar, pero no sabía durante cuánto tiempo. En la estancia podía escuchar el crepitar de la madera convirtiéndose en brasa, mientras el calor se irradiaba por toda la casucha. El tiempo pasaba, pero era rápido o lento, no podía saberlo con exactitud. Podía pasar una eternidad durante la espera, o ser veloz y encontrarse con sus temores a la vuelta de la esquina.

Ofthar recibió un codazo y abrió los ojos. Junto a él estaba Rhime.

-       Hay movimiento, jefe -dijo Rhime en voz baja.
-       Dime, amigo -pidió Ofthar.
-       Ha aparecido la mujer, ha estado hablando con uno de esos mercenarios, junto a la puerta de la casa principal -informó Rhime-. Le ha gritado cosas, he visto la cara de desconcierto del hombre. Después se ha marchado hacia el acceso a Ryam.
-       ¿Quién?
-       La mujer -respondió Rhime.
-       Bien. Otherk es hora de la acción, prepara la trampa, no dejéis ni uno vivo -ordenó Ofthar-. Mhista, vamos a pasear.

Los dos amigos asintieron. Luego miró a Rhime, pero no le preguntó nada, aunque este asintió. Por lo que Ofthar sonrió. Podían salir sin ser vistos.

Ofthar y Mhista, aun con sus estaturas y sus grosores se movían en un silencio sepulcral. Ni sus armaduras ni sus armas emitían sonido alguno. Recorrieron la distancia que les separaba con la salida de Ryam saltando de sombra en sombra. Para su sorpresa no había nadie en la barricada. Los siervos parecían dormir o preferían estar escondidos en las casuchas que llamaban hogar. El miedo acechaba en cada esquina. Al cruzar las barricadas, vieron la figura de Olppa que se alejaba colina arriba, iluminada por la luz de Pollus que empezaba a salir en el horizonte. Ofthar tenía mucha curiosidad por saber a dónde y porqué abandonaba a esas horas la seguridad de la aldea. Ambos eran buenos siguiendo a sus presas, ni la perderían ni se dejarían detectar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario