Justo
cuando Ophanli cerraba la puerta, notaba como el peso de Ofthar desaparecía de
su hombro. Se dio la vuelta y vio que este se había erguido, sonriéndole. Su
sorpresa había sido total, no sabía qué decir.
-
Siento tanta farsa, pero era mejor hacer pensar a nuestros
enemigos que su plan iba bien -se limitó a decir Ofthar-. Rhime, te necesitó
fuera. Quiero que te envuelvas en la sombra y escuches. Si el enemigo hace
algún movimiento, me avisas.
-
Como ordenes -asintió Rhime.
El
aludido tomó una capa oscura de entre sus cosas, se acercó a la puerta, la
entreabrió y observó el exterior con muchísimo cuidado. Cuando vio que todo era
favorable, salió, rápido, ágil. Ophanli seguía paralizado, sin entender lo que
ocurría allí.
-
Ophanli, por tu seguridad pasarás esta noche con nosotros en esta
casucha -dijo Ofthar, al paralizado muchacho-. Tus queridos primos se
encargarán de protegerte. Si esta noche no ocurre nada, te vendrás con nosotros
en nuestro viaje, por lo menos hasta que lleguemos a Bhlonnor, allí mi padre se
encargará de todo.
-
¿Por qué? -consiguió decir Ophanli que seguía sin comprender nada.
-
Aquí hay alguien que quiere acabar con tu vida -explicó Ofthar-.
En la cena se te puso una trampa, pero me di cuenta a tiempo del complot. Creo
quién es el peligro y por ello, he decidido alejarte de sus colmillos.
-
¿Y mi padre?
-
Tu padre, no creo que se oponga a mis designios, aunque si lo
hace, siempre podemos convocar el juicio de Ordhin -indicó divertido Ofthar-.
No creo que ninguno de los mercenarios ni tu padre puedan hacer frente a
Mhista. ¿Tú qué crees?
Mhista
sonrió y puso una pose de gran luchador, tras lo que rompió a reír.
-
Ophanli, mejor que vayas a dormir a una de las literas, creo que
lo necesitas. Confía en nosotros -señaló Ofthar, que se volvió a Otherk-. Encárgate
de las guardias. Podríamos recibir visitas inesperadas.
Tanto
Ofthar y el resto se fueron echando en las literas, excepto los que Otherk
había adjudicado para cada guardia. Los únicos exentos eran los dos primos
Arnha, Ophanli, Mhista y Ofthar. Dos hombres por ronda, el resto dormitaban.
Pero si uno se fijaba bien, podría ver que era una duermevela ligera, con un
ojo abierto y otro cerrado, con las armas a mano, listos para alzarse y hacer
picadillo a sus enemigos. Solo Ophanli dormía sin ese estado de alarma. Pero
así debía ser pues el muchacho no era un guerrero curtido, como ellos.
Ofthar no
se relajaba, pero aun así descansaba. Sus sueños eran estrategias de sus
futuras acciones, que no podría poner en marcha aún. No hasta que el rival
moviese ficha. Por lo que el destino ya no estaba en sus manos. Tocaba esperar,
pero no sabía durante cuánto tiempo. En la estancia podía escuchar el crepitar
de la madera convirtiéndose en brasa, mientras el calor se irradiaba por toda
la casucha. El tiempo pasaba, pero era rápido o lento, no podía saberlo con
exactitud. Podía pasar una eternidad durante la espera, o ser veloz y
encontrarse con sus temores a la vuelta de la esquina.
Ofthar
recibió un codazo y abrió los ojos. Junto a él estaba Rhime.
-
Hay movimiento, jefe -dijo Rhime en voz baja.
-
Dime, amigo -pidió Ofthar.
-
Ha aparecido la mujer, ha estado hablando con uno de esos
mercenarios, junto a la puerta de la casa principal -informó Rhime-. Le ha
gritado cosas, he visto la cara de desconcierto del hombre. Después se ha
marchado hacia el acceso a Ryam.
-
¿Quién?
-
La mujer -respondió Rhime.
-
Bien. Otherk es hora de la acción, prepara la trampa, no dejéis ni
uno vivo -ordenó Ofthar-. Mhista, vamos a pasear.
Los dos
amigos asintieron. Luego miró a Rhime, pero no le preguntó nada, aunque este
asintió. Por lo que Ofthar sonrió. Podían salir sin ser vistos.
Ofthar y
Mhista, aun con sus estaturas y sus grosores se movían en un silencio
sepulcral. Ni sus armaduras ni sus armas emitían sonido alguno. Recorrieron la
distancia que les separaba con la salida de Ryam saltando de sombra en sombra.
Para su sorpresa no había nadie en la barricada. Los siervos parecían dormir o
preferían estar escondidos en las casuchas que llamaban hogar. El miedo
acechaba en cada esquina. Al cruzar las barricadas, vieron la figura de Olppa
que se alejaba colina arriba, iluminada por la luz de Pollus que empezaba a
salir en el horizonte. Ofthar tenía mucha curiosidad por saber a dónde y porqué
abandonaba a esas horas la seguridad de la aldea. Ambos eran buenos siguiendo a
sus presas, ni la perderían ni se dejarían detectar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario