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miércoles, 20 de junio de 2018

Lágrimas de hollín (19)


Tras el almuerzo, Bheldur y Fhin se quedaron en la casa. Fibius les llevó hasta una especie de biblioteca y les ordenó limpiar el cuarto. Terminaron rápido y les dio tiempo para ponerse a leer. Fhin se sorprendió que Bheldur supiera leer, pero este le aseguró que su padre le enseñó, pues decía que era esencial en un hombre saber leer y escribir. Sabía que había pagado un buen dinero por ello, una riqueza que no tenían. Fhin le recomendó una serie de tomos, pero Bheldur prefería las historias de aventuras y romances que los libros sobre historia, economía u otros saberes que parecían llenar las estanterías de Fibius. Aun así, dio con un viejo romance antiguo, sobre las gestas de un guerrero ya olvidado, o eso le dijo que era Fhin, que ya se había leído ese libro cuando era más joven.

Fibius les había dicho que se daría un paseo por el barrio, para tantear y luego cuando regresase, hablarían de cómo llevar el asunto de forma que no levantaran sospechas por la presencia de Bheldur en la herrería. Pero el tiempo iba pasando con demasiada rapidez y el anciano no parecía regresar. Bheldur estaba más intranquilo que Fhin, que leía despreocupado, junto a una ventana. Claramente el joven sabía algo del viejo, algo que desconocía Bheldur y que parecía que no debía conocer.

-  ¿No está tardando mucho Fibius? -expresó su preocupación Bheldur.
-   No -negó Fhin, sin dejar de mirar el libro que tenía entre las manos.
-   ¿No sería mejor ir a buscarlo? -preguntó Bheldur, que se acercó a la ventana y vio a un hombretón que se acercaba a la casa. Temiendo que fuera un matón de los Serpientes se retiró, pegándose a la pared.
-   El maestro Fibius se sabe cuidar bien, además en el barrio le respetan bastante, no te preocupes por él -indicó Fhin, que levantó los ojos del libro y vio la cara de incredulidad de Bheldur, sonriéndose-. No nació herrero. Si quieres conocer más su pasado, pregúntale a él. No muerde y lo más seguro es que le acabes cayendo bien.
-   Bien -asintió Bheldur, nervioso por lo que había visto. Se giró y a hurtadillas se asomó por la ventana, pero el hombretón ya no estaba allí. Respiró tranquilo-. Le preguntaré por ello cuando vuelva.
-   ¿Dónde está el maestro Fibius? -dijo una voz a la espalda de Bheldur, que se volvió de inmediato-. ¿Y quién eres tú?

El hombretón que había visto antes había entrado en la casa y ahora se encontraba bajo el arco de entrada a la biblioteca. Llenaba todo el paso y parecía tener cara de pocos amigos. Miró a Fhin, buscando ayuda, pero vio que a su amigo se le había caído el libro y miraba al hombretón con cara de miedo.

-   Ha salido -se limitó a decir Fhin, que señaló a Bheldur-. Es un amigo.
-   ¿Un amigo? -repitió Gholma mirando al aludido-. ¿Un amigo de quién? ¿Tuyo? ¿O del maestro?
-    Mío -respondió Fhin.
-   ¿Y no me lo vas a presentar? -quiso saber Gholma, apareciendo una sonrisa entre los labios, que tenía rasgos de todo tipo, excepto de amabilidad.
-   Se llama Bheldur, y es un ladrón -se escuchó la voz de Fibius por detrás del hombretón-. Gholma, no te quedes en la puerta, o entras o sales, pero no te quedes en medio.

El hombretón entró en la biblioteca y Fibius apareció a su espalda, siguiéndole los pasos. No regresaba con una cara demasiado alegre. Se acercó a una silla y se dejó caer sobre ella.

-   No traigo noticias demasiado halagüeñas -dijo Fibius, quitándose las botas y masajeándose los pies-. Ya han dado con el cuerpo de Vheriuss y sus matones. Los Serpientes andan ahora un poco irascibles. Como ya he previsto, buscan respuestas y de forma sangrienta. Están siguiendo los pasos de su líder y han matado a dos tenderos. Por vuestra seguridad, es mejor que nadie te relacione con los movimientos de Vheriuss -Fibius miraba a Bheldur.
-   ¿Qué ha pasado? ¿De qué hablas, maestro? -quiso saber Gholma, que estaba demasiado perdido.
-   ¡Ah! ¿No te lo ha dicho? -la mirada de Fibius se centraba ahora en Fhin, que se agachaba en su asiento-. Tu querido protegido ha matado a Vheriuss, por salvar a este desecho de tienta, que encima no conocía de nada y puede que Vheriuss fuera a castigarlo por haberle intentado robar. Y encima ahora, este no quiere marcharse, pues le ha jurado lealtad eterna a fhin. Malditos niños imbéciles.
-    ¿Eso es cierto? -preguntó Gholma mirando fijamente a Fhin.

Fhin se limitó a asentir con la cabeza.

-   Cuéntame como ha ocurrido todo, tú, Fhin -ordenó Gholma, con seriedad-. Dímelo con tus palabras, con tus sentimientos.
-   Yo… yo… iba por la calle, dando un paseo, y por casualidad gire en el callejón, y… y estaba Vheriuss con los gemelos y tenían a Bheldur -empezó a contar Fhin, ganando fuerza con cada palabra que decía-. Podría haberme ido de allí, podría haber mirado hacia otro lado. Pero le he visto a Vheriuss, listo para darle una paliza de muerte a Bheldur y ni me lo he pensado. He ido a por él. Primero me libre de uno de los gemelos, lo incapacite y el otro, encelado con Bheldur, me posibilitó un hueco hasta Vheriuss. Lo aproveché y lo maté. La verdad es que no buscaba la venganza con Vheriuss, no la sentía, ni odio por lo que me hizo cuando era niño, no sentía nada de eso.
-   ¿Y qué sentías entonces? ¿Por qué te abalanzaste contra Vheriuss si no ibas por venganza o por ira? -preguntó Gholma.
-   No sé, simplemente no podía dejarlo allí tirado, no podía permitir que otro pasará por lo mismo que yo -respondió Fhin, sin darse cuenta de las palabras que soltaba-. Parecía una persona desvalida.
-    Pero no lo era, ¿verdad? -añadió Fibius.
-    Al final resultó que no -asintió Fhin.
-   Fhin, cuéntame todo lo que ha pasado y veremos cuál es la mejor solución a este entuerto -pidió Gholma, más calmado.

Fhin asintió y comenzó a explicar todo lo que había vivido en esa jornada, que a decir verdad y echando un vistazo al cielo, iba terminando poco a poco. Fhin no solo plasmó los hechos como tal, sino también sus sentimientos. No dudó en presentar las emociones y lo que él entendía como debilidad de su parte, sobre todo en las dos oportunidades que su propio yo le había obligado a salvar a Bheldur. No olvidó contarle lo del juramento del salvado, aunque Fhin no valoraba de igual manera que Bheldur lo que este había asegurado que haría. Gholma escuchaba en silencio, uniendo cada punto. Incluso Fibius permanecía absorto a lo que Fhin iba narrando. Bheldur por su parte iba dándose cuenta que Fhin era más complejo de lo que había llegado a interpretar. Cada vez estaba más seguro de que haberle jurado lealtad era lo más óptimo que había podido hacer.

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