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domingo, 2 de febrero de 2020

Ascenso (12)

Velery entró en la tienda como un basilisco, solo para encontrarse con Ofthar que le miraba divertido, apoyado sobre la mesa. Junto a Ofthar vio la cota de malla que Mhista le había prohibido quedarse. Ver que se la había traído a Ofthar le enfadó aún más y quería quedársela, solo para poner en su sitio al joven señor. Ni se fijó en la presencia de Maynn, sentada junto al cuerpo del señor Nardiok. Si la vio, debió pensar que era un siervo, alguien con quien no debía relacionarse.

-       ¿Qué puedo hacer por ti, Velery de Isnark? -preguntó Ofthar con voz calmada, pero sin volverse para mirarle.
-       Tharn Velery -espetó Velery indignado por el trato que le estaba dispensando Ofthar. Ahora tenía más ganas de poner en su sitio a ese muchachuelo, por muy señor de los ríos que fuera.
-       Creo que no os he oído bien, me ha parecido que queréis que os trate de tharn -dijo Ofthar, tras respirar profundamente-. ¿Y se puede saber quién os ha nombrado tharn, si se puede saber? 
-    Es un honor que me merezco, como esa cota de malla que tenéis sobre la mesa, creo que es un buen premio para… -empezó a decir Velery, hinchando el pecho.

Ofthar se volvió de improviso, lo que hizo que Velery diera un pequeño bote. Los ojos de Ofthar brillaban y taladraban a Velery con fuerza, que deshinchó del todo, incluso se encorvó ligeramente.

-       ¿Un honor que mereces? -repitió Ofthar cada sílaba como si fueran golpes de martillo sobre el metal-. Dices que esa cota es un buen premio por tus acciones en la batalla. ¿Eso es lo que crees, Velery?
-       Tharn Velery.
-       ¡Ni tharn, ni mierdas! -bramó Ofthar-. Casi llevas a mi ejército a la destrucción, con tu acceso de codicia. El señor Nardiok y mi padre, así como otros muchos han muerto por tu avance loco. Me han informado de tus pérdidas. ¿Tienes algo que decir a eso? 
-    En las batallas hay que arriesgarse para llegar a la victoria -indicó ufano-. Los hombres que no valen son erradicados en ellas, así solo quedan los mejores guerreros. Así en la siguiente batalla se obtiene la victoria más rápido.

Ofthar miraba a Velery y no podía creer lo que veía. Ese idiota se creía las palabras que iban saliendo por su boca. El muy imbécil no tenía ni un solo ápice de remordimiento por sus decisiones en la batalla. Le importaba poco la vida de los hombres libres y de armas que había llevado a la muerte. Era tal su falta de visión, que no se había dado cuenta de una realidad. Si echaban a Whaon de Isma, Velery no sería el gobernador, porque Ofhar en toda su astucia había aunado a los Bhalonov del señorío de los Prados con los de su señorío. Si ganaban, la familia Bhalonov sería la única con hombres de armas para ejercer el poder en Isma y las tierras de los Prados. Los otros clanes, incluidos el de Velery, el clan Isnark, había perdido a casi todos sus miembros en el campo de batalla, gracias a las acciones del mal llamado tharn. Al pensar en lo de tharn, le recordó algo, una cosa que haría rabiar a ese advenedizo. 

-       De todas formas, Velery, no puedo consideraros un tharn, pues no dirigís demasiados hombres -añadió Ofthar más calmado e interesado en desairar a ese demonio-. Vuestras fuerzas no alcanzan los doscientos guerreros, y la mayoría están francamente que dan pena. Supongo que os puedo considerar un therk.
-       ¿Un therk? ¡Yo no soy un therk, soy un tharn! -levantó la voz Velery-. Será mejor que lo tengáis en cuenta, niñato de mierda, o sino…
-       ¿O que ocurrirá? -se escuchó la voz de Mhista a la espalda de Velery-. Veo que te has armado de valor para molestar al señor Ofthar con tus idioteces. Pues ya te ha oído y si no quieres salir atado de pies y manos, te largaras de aquí ya.
-       Quiero esa cota de malla. 
-   ¿Esa? -señaló Ofthar la cota de malla que había encima de la mesa, mientras desenvainaba su espada-. Si crees que debe ser tuya, lo mejor es que intentes cogerla. Si eres capaz de pasar por delante de mí, será tuya.

Ofthar cortó el aire que tenía delante con el filo de su espada. Los ojos de Velery pasaban de la espada a la cota. La mente de Velery estaba calculando si sería capaz de hacerse con la cota antes de que Ofthar le cortara algo, una mano o le hiciera una herida. Podía distinguir que el acero de la hoja tenía un buen acabado, seguro que el filo era capaz de cortar su cota de mallas como si fuera carne. Al final un poco de cordura regresó a su cabeza y se retiró de la tienda, soltando pestes y sisando entre dientes. 

-       Pues no quería la cota de mallas -se burló Mhista cuando Velery salía de la tienda-. Ya me parecía que era un premio demasiado bueno para él.
-       Hay therks que no saben cuál es su sitio -añadió Ofthar, envainando su espada de nuevo.
-       Pero se va a volver peligroso en los días siguientes, lo mejor sería que lo matáramos -dijo Mhista en voz más baja cuando Velery ya se había marchado-. Guarda rencor contra ti. 
-   No te preocupes, sino lo mata el enemigo, lo matarán sus propios hombres si la vuelve a cagar -aseguró Ofthar.

Mhista no dijo nada más, pero estaba más preocupado que su amigo, Velery era una serpiente y estas siempre atacaban de la forma más sibilina. Habría que ver cómo se desarrollaba todo y si lo que pensaba Ofthar se llegaría a cumplir. 

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