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domingo, 9 de febrero de 2020

Ascenso (13)

Ofthar se acercó a la mesa y tomó su copa de madera. Pegó un trago largo y eructó al dejar la copa en la mesa. Miró a Mhista y luego a Maynn.

-       Ayúdala a vestirse, Mhista -ordenó Ofthar, señalando a Maynn, mientras tomaba una silla-. Vamos Maynn acércate, no tenemos todo el día.
-       Te he traído un nuevo taparrabos, para que puedas tirar el viejo -anunció Mhista al aproximarse a Maynn, sacando de su zurrón un manojo de telas limpias-. Cámbiate y te ayudo con el vendaje.
-       Eres un cerdo, cabrón -espetó Maynn, poniéndose de pie, tapándose con la manta-. Solo quieres verme desnuda. 
-    ¿Yo? -se hizo el ofendido Mhista, al tiempo que le tendía las telas a Maynn.

Maynn soltó el agarre que tenía de la manta, para dejar una mano libre y tomar lo que le ofrecía. Cuando Mhista entregó las telas, agarró con las dos manos la manta y la levantó hasta que quedó tapando su cara. La manta no dejaba ver nada de Maynn, ni a Mhista, ni a Ofthar.

-       ¿Mejor así? -preguntó burlón Mhista, que Maynn respondió con un ligero siseo de la lengua.
-       ¿Habéis terminado de coquetear? -se escuchó la voz de Ofthar, que escribía algo en un papel-. Maynn, no te voy a libertar porque sea muy magnánimo o piadoso. Quiero que lleves un mensaje a tu señor Whaon. Ahora mismo lo estoy redactando. Es mi primer y único aviso para tu señor. No creo que me responda, pero ese será su error. Según estés listo te irás. ¿Lo has comprendido, Maynn?
-       Sí -asintió en voz baja, lo que irritó a Ofthar que chasqueó la lengua, como queja, por lo que Maynn añadió casi gritando-. Llevaré tu mensaje, señor Ofthar.
-       Ese es el espíritu, guerrera -indicó Mhista-. ¿Ya has terminado con el taparrabos?
-       Sí -afirmó Maynn con más fuerza que antes.
-       Bien. Ofthar necesitaré que me ayudes con la manta -comentó Mhista, mirando a su amigo.
-       ¿No puedes tú solo? 
-   No querrás que entre Rhennast u otro y me vean convirtiendo a una mujer en guerrero, ¿verdad?

Ofthar lanzó un exabrupto, levantándose de la silla tras dejar la pluma en el tintero. Nadie a excepción de ellos dos debía conocer la verdadera condición de Maynn, pues que una mujer ejerciera de hombre era un crimen muy importante en su sociedad.

Cuando Ofthar alzó la manta, le pareció ver qué Maynn estaba ligeramente ruborizada. Sin que se diera cuenta, apareció una ligera sonrisa en su rostro. Justo en ese momento, los ojos de Maynn estaban observándole y eran fuertes. Como le molestaban alzó más la manta y dejó de ver lo que había al otro lado.

Mhista se encargó de rodear el escaso busto de Maynn con una buena capa de vendas, que se lo oprimieron más contra el cuerpo. Cuando estuvo a su gusto, comentando que ya parecía todo un muchacho, escuálido y débil, le quitó la manta a Ofthar de un tirón y le permitió regresar a la mesa, con sus útiles de escriba. Ofthar regresó a su carta, no sin regañar a Mhista por sus formas.

Mientras Ofthar siguió redactando, Mhista ayudó a Maynn con el jubón, los calzones acolchados, la tela sobre los hombros, las botas y por último la cota de mallas. La propia Maynn se quedó mirándola con asombro. Era una pieza muy bien elaborada y sin duda cara. Ni su padre había tenido una así. Habría sido de un tharn o igual uno de los líderes de los mercenarios. Sobre la mesa había un casco, una espada y un hacha.

-       Elige el arma que más te guste -indicó Ofthar-. Pruébalas si quieres.
-       ¿Por qué me das un arma? -preguntó Maynn, sorprendida, mientras tomaba el casco, que era algo mejor que el que había usado anteriormente, pero no de tan buen gusto como la cota de mallas.
-       Donde se ha visto un guerrero que vaya o venga de la guerra sin su arma -se burló Ofthar-. No sé lo que prefieres, por eso he traído las dos. No conozco tu forma de luchar, guerrero.
-       Podría coger una de ellas y matarte aquí mismo -murmuró Maynn. 
-   Podrías, sí -afirmó Ofthar-. Puedes intentarlo, pero dudo que lo hagas, es mejor que lleves mi carta y listo.

Ofthar señaló el pliego en el que seguía escribiendo algo. Maynn miró las armas y tomó el hacha. La sacudió en el aire y miró a Ofthar, pero el hombre tenía razón. Podía atacarle, incluso herirle, pero no matarle y de intentarlo, ella sería la que moriría y encima en la ignominia. No es de un buen guerrero devolver el buen hacer con maleficencia, ese hombre, Ofthar le daba la libertad, solo por llevar un mensaje a su señor Whaon. Colgó el mango del hacha de su cinturón y esperó a que Ofthar terminase. 

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