Jörhk revisaba los cuerpos de los dos miembros del LSH
muertos bajo la mirada de atónita de Diane. La chica había visto como los
mataba por la pantalla de la consola. Después había abierto la compuerta y
Jörhk había arrastrado los hombres al interior. Los había llevado hasta la
parte más alejada del almacén y había comenzado a desarmarlos.
-
Tienen buenas armas, demasiado buenas para este grupo de anormales
-dijo como saludo Jörhk-. Alguien está armando demasiado bien al LSH.
-
¿Qué vamos a hacer con ellos? -preguntó Diane.
-
Nada, una vez que les vacíe los bolsillos, déjalos aquí. No
molestan a nadie -contestó Jörhk-. Cuando termine iré hasta el ascensor. Con él
podremos subir hasta la planta cincuenta. Luego ya veremos lo que hacemos. Pero
en la vivienda de tu amiga.
- Vale
-musitó Diane, que claramente parecía estar en estado de shock.
Jörhk se hizo con las armas, el poco dinero que
llevaban encima, las placas identificativas, junto con una tarjeta de seguridad
del edificio y un comunicador que llevaba el mayor de los dos hombres. De esta
forma, escucharía los mensajes que se pasaban los miembros del LSH. Cuando
terminó con los cuerpos, buscó algo con lo que taparlos, pues la cara de Diane
parecía tener un tic muy raro, además de nerviosa. Era mejor que estuviese
tranquila para que hiciese bien su trabajo.
Cuando le pareció que Diane estaba más calmada porque
los cuerpos se habían convertido en un par de bultos debajo de unas telas que
había encontrado, se marchó. No se alejó de la compuerta hasta que notó como
esta se sellaba. Por el intercomunicador iban escuchando órdenes y llamadas
para saber cómo estaba cada sector. Jörhk esperaba que los hombres muertos
acabasen de pasar su informe a quien estuviese al mando antes de acercarse a él
o estarían en problemas.
Por fin llegó a donde estaba el ascensor de servicio y
su consola. Había sido desactivado pero gracias a la tarjeta de seguridad que
había conseguido de los muertos pudo hackearlo y activarlo, aunque solo lo hizo
por unos segundos. Era mejor no mantenerlo activado hasta que lo fueran a
utilizar. Tras volver a dejarlo apagado inspeccionó algo más el área, pero no
encontró a nadie más, por lo que los dos miembros del LSH eran quienes estaban
encargados de ese sótano.
Regresó a por Diane y los otros. Cuando se reunió con
ellos, se pusieron en marcha hacia el ascensor. Cuando caminaban hacia allí,
Jörhk escuchó un par de llamadas a alguien que no respondía. Parece que estaban
intentando contactar con los centinelas del sótano. El tono del que hacía la
llamada parecía cada vez más irritado, incluso se refirió a un tal Hendric como
un payaso y que no le gustaban sus bromas. Hendric quien sería, el mayor o el
joven. Realmente a Jörhk le traía al pairo quien era en realidad Hendric. de
todas formas debían darse prisa. No les venía bien que algún otro del LSH se
dejase caer por allí. Al llegar donde el ascensor, puso a Diane de guardia,
mientras él lo activaba con la tarjeta de seguridad. Cuando estuvo listo les
hizo entrar y pulsó el botón del piso cincuenta. El aparato era un viejo, pero
rápido, por lo que el ascenso sólo duró unos segundos.
Jörhk fue el primero en salir del ascensor cuando la
compuerta de este se abrió. Estaban en una zona de servicio y no había nadie.
Les ordenó salir y mandó el ascensor a unas cuantas plantas más arriba. Si los
del LSH se ponían a buscar, tendrían que ir a otro piso. Después de que la
compuerta se cerrase y el ascensor siguiese su ruta, ellos se pusieron en
marcha. De la zona de servicio se pasaba a la de las viviendas por una compuerta
que resultó estar abierta. Eso quería decir que ya no había nadie en la
seguridad del edificio, pues esas zonas de mantenimiento no debían estar
accesibles a los moradores de los apartamentos. En cuanto pudiese, pensó Jörhk
tenía que enterarse que había pasado con la sala de seguridad del edificio,
aunque mucho se temía que estaba bajo el control del LSH.
La zona de las viviendas estaba totalmente vacía. Los
moradores de ese piso estarían en sus viviendas, esperando o rezando por que
los dejasen en paz. Si había cámaras en algún lado, no los verían, pues había
activado uno de sus aparatitos, en este caso un dispositivo que hacía que las
cámaras de sobrecargasen. En el centro de seguridad se acabarían dando cuenta
que algo se estaba cargando sus cámaras. En su camino, guiados por Diane
tuvieron que cruzar el núcleo central, donde estaban los ascensores, y el
acceso a la zona de mantenimiento. De este núcleo partían cinco brazos, en los
que había seis viviendas en racimo. Ellos tomaron uno de ellos, que les llevó a
una estancia circular donde se encontraban las compuertas, identificadas con
una letra. Diane se acercó a la que tenía la F y pulsó en la consola.
Tuvieron que esperar un poco, pero al final se abrió
la compuerta. Al otro lado había una shirat, parecida a la que venía con ellos,
pero de la edad de Diane o algo mayor. Les apuntaba con una pistola y les hizo
un gesto para que pasasen, aunque no parecía que Jörhk y el profesor Trebellor
fueran a ser bien recibidos, pero Diane le pidió que les dejase pasar, a lo que
la shirat accedió a regañadientes.
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