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martes, 23 de junio de 2020

El mercenario (31)

Jörhk estaba de cuclillas sobre el cuerpo de uno de los dos hombres del LSH que se habían acercado a ver qué había pasado a la cámara rota. Como habían llegado por dos lugares y tiempo distintos había sido fácil eliminarlos uno a uno. al final su experiencia de combate poniendo trampas al enemigo le había servido más a él que a estos civiles que jugaban a ser soldados.

Era hora de desvalijarlos, coger lo que fuera más interesante y usarlos para dar una buena advertencia. El núcleo del edificio no era sólido, había unas terrazas por las que podías ver los bloques de viviendas. Lo único que era continuo en la altura era donde estaba, el hall de cada piso, las escaleras de seguridad y los seis ascensores que iban desde abajo hasta la última planta de viviendas y pasando por un pasillo la zona de mantenimiento. A los muertos les quitó el poco dinero que llevaban, los fusiles y pistolas que tiró por el hueco de basuras y las chapas de identificación personal. Luego, uno a uno levantó los cuerpos y los colocó sobre la barandilla del hueco a la derecha de los ascensores. Cuando ya solo quedaban los rastros de sangre quemada en el suelo del hall, algo que podía ser de ellos o cualquier pelea de vecinos, se acercó a los cuerpos, que se mecían sobre el pasamano de la barandilla y los lanzó al vacío.

Debido a la altura a la que estaba no escuchó el ruido del golpe contra el suelo, pero en su oído pronto se notó el resultado de su acción. Era el momento de moverse. Se dirigió a las escaleras de seguridad y decidió ascender un par de pisos más. Los muertos eran un tal Terence y un tal Oliver. Los que se llamaban entre ellos, estaban mandando más hombres a ese piso. Jörhk pensó que ya era hora de presentarse al LSH. Le gustaba jugar con sus presas y de esa forma dejarían en paz a los residentes.

-       Aquí Bartholome, tenemos a algunas ratas en el edificio, ya han matado a seis de los nuestros -escuchó Jörhk la voz de un hombre, que realmente estaba enfadado, un buen blanco para su juego. Era hora de volverlo loco-. Hay que cazarlas y desollarlas. Asaltar todos los apartamentos, aniquilad a los que se nieguen a abrir, porque seguro que son culpables y…

-       Y no conseguirás nada, tío Bart -intervino Jörhk en la frecuencia que escuchaba.

-       ¿Quién coño ha hablado? -preguntó Bartholome.

-       ¿Qué quién soy? -repitió Jörhk divertido-. ¿En verdad lo preguntas, tío Bart? Soy la persona que te ha mandado un par de regalitos, creo que eran Terence y Oliver. Soy esa rata que les ha rajado el cuello a esos dos imbéciles que tenías en el sótano. Soy la persona a la que no debías haber tocado los huevos. Ese soy.

-       ¡Miserable cabrón! -espetó Bartholome-. No sabes con quien te estas metiendo. Mis hombres te van a coger y yo mismo te voy a enseñar quién somos y…

-       ¿Quiénes, tío Bart? -siguió provocando Jörhk-. te refieres a esas mujerzuelas que tienes por seguidores. ¡Ja! esos no son capaces ni de encontrarse ellos. Tus amenazas no me dan ningún miedo, tío Bart.

-       Ya te lo darán y como me vuelvas a llamar tío… -empezó a gritar Bartholome, pero alguien le estaba hablando a él-. ¿Qué? ¿Que alguien a asesinado a mi hermano? ¿Dónde? ¿En ese tugurio? Maldita sea ya le dije que dejara de ir a ese antro… Pero espera, y su escolta, ¿no se enteraron de nada o qué?... Son unos idiotas… bueno pues peor para ellos… ¿Qué están heridos por bombas trampa? ¡Que se jodan, haz que los ejecuten! No sirven para nada, ni para abonar los campos… vas a...

-       ¡Oh, tío Bart! -volvió a la carga Jörhk-. No me digas que tu hermano era un miserable gordo seboso que le gustaba jugar con niñas pequeñas en un antro asqueroso. Ha sido todo un placer dispararle en ese jeto desagradable que tenía. Pero si llego a saber que era tu hermano del alma lo habría torturado un poco, tío Bart, para que estuviera más presentable para ti.

-       ¡¡¡¿¿Qué??!!! -el grito casi dejó sordo a Jörhk.

-    Vamos, mándame a un par de patitos a los que disparar, que me aburro bastante -se burló Jörhk, que había dejado las escaleras y había buscado un buen punto para observar a los que subieran al piso donde había matado a los últimos. Observó que había un cartelón de publicidad con un pasillo que nacía desde la plataforma que llevaba a la zona de mantenimiento. Seguramente esa pasarela sería para que los técnicos manipulasen algo en el cartelón digital.

Parecía que Bartholome no sabía que decir, porqué se había callado por unos segundos, debía estar digiriendo las últimas noticias. así que sin los alocados gritos del hombre, Jörhk se introdujo en la pasarela y buscó un buen punto para una nueva emboscada, ya que pronto llegarían algunos hombres del LSH con ganas de venganza. Tenían que ser muy tontos para pensar que alguien les iba a esperar en el lugar donde había matado a sus compañeros.

Estaba pensando eso cuando distinguió que la compuerta de uno de los ascensores se abría y salían varios hombres armados. Tontos de capirote dirigidos por un lerdo enojado. Se iba a divertir de lo lindo. Antes de actuar permitió que los hombres del LSH se fueran dispersando poco a poco. Eran seis.


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