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miércoles, 10 de junio de 2020

El mercenario (29)

Tras acomodar a la pequeña shirat y al profesor Trebellor en un cuarto, Diane, Jörhk y la shirat de la vivienda se reunieron en lo que parecía ser un salón, aunque era muy pequeño para ello y estaba muy desordenado.

-       ¿Di quién son estos tíos? -preguntó la shirat, mirando con desconfianza a Jörhk-. El viejo no me gusta nada. Como intente algo con mi hermana le destripo.
-       El profesor no le va a hacer nada a tu hermana, pero como le toques un pelo, yo si que te voy a destripar -advirtió Jörhk, abriendo su abrigo para que la shirat viese su el gran arsenal que colgaba en sus arneses-. El anciano no mataría ni a una mosca, pero no hará nada porque va a dormir como un angelito esta noche.
-       Por favor, Ulvinnar, él es de fiar, me ha salvado la vida y me ha ayudado a rescatar a tu hermana del sitio -rogó Diane-. Además nos va a sacar de aquí.
-       Eso es imposible, si ya está bastante imposible con la milicia rodeando el barrio, el LSH ha tomado el edificio -negó con una mezcla de vehemencia y desesperación Ulvinnar-. No hay forma de escapar de aquí. Estoy en deuda con él por traer a Vinness de vuelta conmigo, de sacarla de ese antro de perversión donde nos tenían a todas. Pero no podrá ayudarnos a huir de aquí, sobre todo si se enteran de lo que somos. Los shirat somos una mercancía muy cara. Malditos humanos.
-       Yo os puedo sacar de aquí -aseguró Jörhk, muy tranquilo-. Pero primero quiero saber cuál es la situación del edificio. ¿Hay alguna consola de servicio en el piso? 
-    Sí, ven -asintió Ulvinnar.

Los tres se movieron a una estancia que servía de cocina. En una esquina había una consola. Todas las viviendas tenían una, mediante la que podían contactar con los que se dedicaban a mantener el edificio. Jörhk sacó su hackeador y se puso a manipular la consola, mientras Diane y Ulvinnar le miraban.

-       ¿Qué estás haciendo? -preguntó al fin Ulvinnar, inquieta.
-       Recabo información para ver cómo está el edificio y se os ha pasado algún tipo de comunicación -explicó Jörhk, sin dejar de mirar la consola-. Has dicho que el LSH ha tomado el control del edificio, ¿sabes por qué?
-       Por lo visto han encontrado un par de muertos en uno de los pasillos del edificio, miembros del LSH -indicó Ulvinnar-. Por lo visto uno de los muertos era alguien importante. El LSH cree que aquí hay miembros del clan de Fheilter. Los quieren cazar por venganza.
-       ¿Quién es Fheilter? -inquirió Jörhk.
-       Es un mafioso y se ha autoproclamado como el defensor de la libertad y sobretodo de los alienígenas del barrio Berlín -respondió con un deje de orgullo Ulvinnar, aunque tenía el rostro pálido-. Antes no era mejor que ningún otro mafioso. Es un tharkaniano duro y cruel. Tampoco le importaban tanto los otros alienígenas, pero ahora que el LSH se ha convertido en su enemigo, tiene más notoriedad.
-       Bueno está bien que le LSH le eche las culpas a otro -aseguró Jörhk-. Así no pensarán en nosotros. Parece que tienen bastantes hombres aquí metidos. Los tienen principalmente como centinelas, dando vueltas. Pero… -en ese momento comenzó a brillar una luz en la consola-. ¿Qué es esto?
-       Es que llega una comunicación interna -afirmó Ulvinnar-. Pulsa el tercer botón y la podrás ver.
-       Hemos encontrado a otros dos hermanos muertos en el edificio, sabemos que el asesino está escondido en el edificio -anunciaba un hombre con unas gafas de programación, lo que ocultaba casi todo su rostro-. Vamos a proceder a revisar todos los apartamentos, quien se niegue a abrir, será considerado culpable o colaborador. Ayúdense ayudándonos en la investigación.
-       Joder, lo que faltaba -espetó Ulvinnar, al finalizar el comunicado y al mirar la cara de angustia de Diane-. ¿Lo habéis hecho vosotros? No me jodas, nos habéis condenado a todos, a todos los habitantes de este edificio. La mayoría no son humanos. Nos asesinaran en su espiral de odio. ¡Joder!
-       Tranquilízate, ya sé lo que vamos a hacer o más bien, lo que voy a hacer, porque vosotras os vais a quedar en el apartamento hasta la mañana -habló con fuerza Jörhk-. Estos imbéciles van a recibir un poco de instrucción militar. Además necesito una llave de seguridad maestra para poder usar un elevador que nos lleve a las plantas superiores, donde está nuestra forma de salir.
-       ¿Y cómo podemos saber que no te vas a ir sin nosotras? Estoy segura que vas a salir por esa puerta y no te vamos a ver más -se quejó Ulvinnar.
-       Ulvinnar, él no es así y… -intentó mediar Diane. 
-    Mi premio es el anciano -cortó Jörhk-. Se quedará aquí como seguro. Huir sin él me seguirá manteniendo pobre. Espero que eso te complazca.

Ulvinnar lanzó un gruñido, pero no dijo nada más. Diane respiró más tranquila y Jörhk terminó de investigar el edificio con tranquilidad.
  

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