Tras acomodar a la pequeña shirat y al profesor
Trebellor en un cuarto, Diane, Jörhk y la shirat de la vivienda se reunieron en
lo que parecía ser un salón, aunque era muy pequeño para ello y estaba muy
desordenado.
-
¿Di quién son estos tíos? -preguntó la shirat, mirando con
desconfianza a Jörhk-. El viejo no me gusta nada. Como intente algo con mi
hermana le destripo.
-
El profesor no le va a hacer nada a tu hermana, pero como le
toques un pelo, yo si que te voy a destripar -advirtió Jörhk, abriendo su
abrigo para que la shirat viese su el gran arsenal que colgaba en sus arneses-.
El anciano no mataría ni a una mosca, pero no hará nada porque va a dormir como
un angelito esta noche.
-
Por favor, Ulvinnar, él es de fiar, me ha salvado la vida y me ha
ayudado a rescatar a tu hermana del sitio -rogó Diane-. Además nos va a sacar
de aquí.
-
Eso es imposible, si ya está bastante imposible con la milicia
rodeando el barrio, el LSH ha tomado el edificio -negó con una mezcla de
vehemencia y desesperación Ulvinnar-. No hay forma de escapar de aquí. Estoy en
deuda con él por traer a Vinness de vuelta conmigo, de sacarla de ese antro de
perversión donde nos tenían a todas. Pero no podrá ayudarnos a huir de aquí,
sobre todo si se enteran de lo que somos. Los shirat somos una mercancía muy
cara. Malditos humanos.
-
Yo os puedo sacar de aquí -aseguró Jörhk, muy tranquilo-. Pero
primero quiero saber cuál es la situación del edificio. ¿Hay alguna consola de
servicio en el piso?
- Sí,
ven -asintió Ulvinnar.
Los tres se movieron a una estancia que servía de
cocina. En una esquina había una consola. Todas las viviendas tenían una,
mediante la que podían contactar con los que se dedicaban a mantener el
edificio. Jörhk sacó su hackeador y se puso a manipular la consola, mientras
Diane y Ulvinnar le miraban.
-
¿Qué estás haciendo? -preguntó al fin Ulvinnar, inquieta.
-
Recabo información para ver cómo está el edificio y se os ha
pasado algún tipo de comunicación -explicó Jörhk, sin dejar de mirar la
consola-. Has dicho que el LSH ha tomado el control del edificio, ¿sabes por
qué?
-
Por lo visto han encontrado un par de muertos en uno de los
pasillos del edificio, miembros del LSH -indicó Ulvinnar-. Por lo visto uno de
los muertos era alguien importante. El LSH cree que aquí hay miembros del clan
de Fheilter. Los quieren cazar por venganza.
-
¿Quién es Fheilter? -inquirió Jörhk.
-
Es un mafioso y se ha autoproclamado como el defensor de la
libertad y sobretodo de los alienígenas del barrio Berlín -respondió con un
deje de orgullo Ulvinnar, aunque tenía el rostro pálido-. Antes no era mejor
que ningún otro mafioso. Es un tharkaniano duro y cruel. Tampoco le importaban
tanto los otros alienígenas, pero ahora que el LSH se ha convertido en su
enemigo, tiene más notoriedad.
-
Bueno está bien que le LSH le eche las culpas a otro -aseguró
Jörhk-. Así no pensarán en nosotros. Parece que tienen bastantes hombres aquí
metidos. Los tienen principalmente como centinelas, dando vueltas. Pero… -en
ese momento comenzó a brillar una luz en la consola-. ¿Qué es esto?
-
Es que llega una comunicación interna -afirmó Ulvinnar-. Pulsa el
tercer botón y la podrás ver.
-
Hemos encontrado a otros dos hermanos muertos en el edificio,
sabemos que el asesino está escondido en el edificio -anunciaba un hombre con
unas gafas de programación, lo que ocultaba casi todo su rostro-. Vamos a
proceder a revisar todos los apartamentos, quien se niegue a abrir, será
considerado culpable o colaborador. Ayúdense ayudándonos en la investigación.
-
Joder, lo que faltaba -espetó Ulvinnar, al finalizar el comunicado
y al mirar la cara de angustia de Diane-. ¿Lo habéis hecho vosotros? No me
jodas, nos habéis condenado a todos, a todos los habitantes de este edificio.
La mayoría no son humanos. Nos asesinaran en su espiral de odio. ¡Joder!
-
Tranquilízate, ya sé lo que vamos a hacer o más bien, lo que voy a
hacer, porque vosotras os vais a quedar en el apartamento hasta la mañana
-habló con fuerza Jörhk-. Estos imbéciles van a recibir un poco de instrucción
militar. Además necesito una llave de seguridad maestra para poder usar un
elevador que nos lleve a las plantas superiores, donde está nuestra forma de
salir.
-
¿Y cómo podemos saber que no te vas a ir sin nosotras? Estoy
segura que vas a salir por esa puerta y no te vamos a ver más -se quejó Ulvinnar.
-
Ulvinnar, él no es así y… -intentó mediar Diane.
- Mi
premio es el anciano -cortó Jörhk-. Se quedará aquí como seguro. Huir sin él me
seguirá manteniendo pobre. Espero que eso te complazca.
Ulvinnar lanzó un gruñido, pero no dijo nada más.
Diane respiró más tranquila y Jörhk terminó de investigar el edificio con
tranquilidad.
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