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martes, 10 de noviembre de 2020

El dilema (49)

Los pasos de Alvho y Asbhul les llevaron al otro lado del campamento, hasta los muelles donde permanecían las barcazas de los canteros amarradas. Asbhul observó las curiosas naves con ojos inquisitivos. 

-    ¿No están trabajando en el puente? -preguntó Asbhul-. Pensaba que las obras de reconstrucción estarían más avanzadas. 

-    La mañana en el día que murió el maestro de obras se produjo un accidente -informó Alvho-. Un enorme sillar de uno de los arcos se desprendió cuando estaban colocando un andamio de madera, para colocar una plataforma nueva. El sillar cayó sobre una de las barcazas, perforando el casco y mandándola al fondo. Murieron ocho hombres. Después fue la muerte del maestro de obras. Los canteros se niegan a trabajar. Dicen que el puente está maldito. El therk Selvho ha preferido dejarles estar y tener listos a los guerreros. Cuando llegase un nuevo maestro de obras o un tharn, que se encargase de ellos. Además están los rumores. 

-    ¿Los rumores? 

-    Sí, mi señor -asintió Alvho-. Hay rumores de todo tipo rodeando a la obra del puente. Unos hablan de fantasmas, tanto de los constructores como de guerreros del pasado. Los obreros aseguran que los ven a primeras horas del día y de la noche. Yo creo que es porque beben demasiado. Y luego está el asunto de que el tharn Aurnne quería entorpecer la reconstrucción, que amenazaba al difunto maestro de obras para que el trabajo se ralentizase, que está detrás del accidente mortal y que mandó a un asesino a matar al maestro. 

-    Vaya, nunca pensé que el tharn Aurnne hiciera algo como eso -indicó Asbhul-. Parecía un hombre honorable. 

-    Estoy seguro que era así, pero el campamento de hace una semana era muy diferente que ahora -explicó Alvho-. La dejadez era la marca de la gestión del tharn Aurnne. Supongo que era la vejez lo que le pesaba al tharn. 

-    Puede ser -afirmó Asbhul.

Alvho prefirió dejar que el silencio y los pensamientos de Asbhul se entremezclasen. Parecía que había conocido al tharn Aurnne, por lo que era mejor no hablar demasiado mal de él en su presencia. Que fueran Selvho y el resto de therks los que le revelasen la verdad del viejo tharn. Cuando pareció estar harto del embarcadero, le llevó a los talleres y luego de vuelta a la tienda del tharn Aurnne. Cuando regresaban se cruzaron con los guerreros que regresaban de la instrucción. Alvho escuchó como Asbhul se quejaba entre dientes por la curiosa situación de que sus hombres o muy viejos o muy jóvenes.

En la tienda de Aurnne les esperaba el therk Selvho, que estaba hablando con un par de therks, los más veteranos después de él. Los tras hicieron una inclinación de cabeza cuando entro Asbhul, seguido de Alvho. 

-    Tharn Asbhul, me han informado de su presencia -dijo Selvho con voz fatigada-. Os entrego el mando del campamento. Lo he dirigido lo mejor que he podido, hasta la llegada del reemplazo del tharn Aurnne, qué Ordhin lo tenga en su gloria. 

-    Creo que su mando ha sido de lo más ejemplar y espero que siga a mis órdenes con la misma ejemplaridad que hasta ahora -aseguró el tharn Asbhul, con una mirada franca-. He observado la instrucción de asalto con muro de escudos, estoy totalmente asombrado de lo bien que estaba dirigida. Me han informado que vos mismo la mandaba. 

-    El mérito es del resto de therks y de los hombres, que se emplean a fondo para seguir las órdenes de sus oficiales -Selvho se quitó de encima como pudo la responsabilidad que le asumía el tharn-. Para mi y supongo que el resto de therks también, están a vuestro servicio. 

-    La verdad es que he llegado con temor aquí -afirmó Asbhul-. El señor Dharkme recibió una carta del tharn Aurnne que le informaba que el campamento estaba en rebeldía y temía por su vida. Que los canteros y los guerreros estaban fuera de sí contra él. El señor Dharkme viene tras mis pasos con tres mil infantes, seis mil arqueros, caballos suficientes, muchos tharns han sido convocados. Incluso del norte desciende una columna de seis mil infantes y diez mil arqueros. Tengo entendido que también vienen más constructores y barcos por el río, desde la desembocadura como de río arriba. El señor Dharkme se va a poner al mando en persona para la expedición. 

-    ¿Y este campamento? -quiso saber Selvho. 

-    Serán el cuerpo de vanguardia a mi mando -señaló Asbhul-. Las órdenes que tenía era aplacar el supuesto levantamiento. Después con la llegada del señor Dharkme, cruzar el río y levantar unos baluartes al otro lado. Cuando se termine el puente, nos adelantaremos para preparar el terreno para el grueso del ejército.

Los therk y Alvho se quedaron mirando al tharn. Alvho feliz porque el temor a que las tropas se hubiesen sublevado había hecho que Dharkme y la corte se movilizaran. No tanto por la situación de que tendrían que asumir la cabeza de playa en el otro lado, Pero el tharn Asbhul no era como Aurnne. Selvho y sus hombres estaban echando pestes de Aurnne por sus locuras. Como se le podría haber ocurrido que ellos se querían sublevar. Solo por un momento Selvho se percató de la sonrisilla en el rostro de Alvho, dándose cuenta de quién era el que había avisado de levantamiento al señor Dharkme. Más tarde se encararía con Alvho, pero ahora era momento de escuchar las noticias y las primeras órdenes del nuevo tharn.

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