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martes, 3 de noviembre de 2020

Lágrimas de hollín (51)

Los ojos de Shar eran verdes, de un tono parecido a una piedra preciosa. Y estaban fijos en los ojos de Fhin, que era lo único que se veía de él a través de la máscara dorada. Eran fríos y duros, pero Fhin veía algo más en ellos, había algo de bondad. No solo parecía haber venganza en los planes de Shar. 

-    Bhorg me ha indicado que buscas venganza para tu madre, pero lo que yo quiero saber es que más esperas de mi ayuda -indicó Fhin-. Yo puedo ayudarte a recuperar el puesto legítimo ante los Gatos, pero si tu única pretensión es matar a Ghirenna y nada más, no me sirve de nada. 

-    ¿Entonces qué es lo que tú buscas? -preguntó directamente Shar. 

-    Pensaba que Bhorg ya te lo había dicho, busco ser el único señor de La Cresta -respondió Fhin, secamente-. Solo quiero el poder. 

-    Eso no es cierto, tus ojos hablan de cosas diferentes a lo que dice tu lengua -negó Shar-. Los ojos siempre dicen la verdad. Tú no buscas ser el señor de La Cresta, buscas algo más allá, buscas recuperar algo. Algo que crees que es tuyo. 

-    La honra. 

-    La honra, sí, eso sí que parece ser algo verdadero, pero sólo una parte de lo que tu mente esconde -asintió Shar-. Me gustan esos ojos, pero no esa máscara. Escondes tu verdadero rostro, lo que está bien. 

-    Solo los más leales me conocen -dejó caer Fhin. 

-    Así que Jockhel es solo una máscara para esconder al verdadero enemigo del mundo, me gusta -señaló Shar, que se arrodilló ante Fhin-. Si me muestras tu rostro, te seguiré hasta el mismísimo infierno. Pondré mis artes a tu servicio y nunca te fallaré. 

-    Los fallos no se pueden tolerar, pero a mis amigos se los permito, todos somos humanos -comentó Fhin, retirando la máscara-. Acepto tu lealtad. Soy amigo de mis amigos, pero cruel con los traidores. Ahora debemos hablar de hacer nuestros a los Gatos y eliminar a los Leones y su alianza con Ciervos y Caballos. Haz entrar a los otros, Shar, hay mucho que decidir.

Shar llamó a los otros y empezaron a cruzar información. Bhorg habló que Dhert ya llevaba tiempo pensando en sustituir a Arghuan como señor de los Leones, pero necesitaba el apoyo de los Gatos para ello. Pero Ghirenna seguía muy paranoica. Con los años, seguía viendo fantasmas entre sus filas. Por ello, solía hacer purgas internas de aquellas que iban destacando demasiado. Las más veteranas se cuidaban mucho de hablar a sus espaldas y las jóvenes tenían un miedo atroz.

Pero como en todos los clanes, Ghirenna tenía un vicio claro, le gustaban los hombres, cuanto más jóvenes mejor y los productos caros. El vino, la mejor comida y las joyas le rodeaban. En su mansión, pues una Dama no podía morar en otro sitio, guardaba sus posesiones con mil candados. 

-    Creo que deberíamos mandar un presente a la Dama -dijo por fin Fhin, levantándose y acercándose a Shar, acariciando una de sus mejillas-. Un joven de bellas facciones, casi femeninas. 

-    Una idea curiosa -se limitó a decir Bhorg, que se quedó pensativo. 

-    Puede funcionar -añadió Bheldur-. Siempre que Ghirenna no conozca el rostro de la hija de Dhirrin. 

-    No, nunca llegó a ver a la niña cuando pegó su golpe de mano -negó Bhorg-. Pero lo que vamos a hacer es peligroso, mucho. Shar es quien debe decidir, ya que es ella quien se va a meter en la boca del lobo. ¿Estás dispuesta a llevar a cabo el plan de Jockhel? 

-    No veo por qué no -contestó Shar, muy segura de ella.

Fhin asintió con la cabeza y empezó a desarrollar el plan que se había fraguado en su cabeza. Todos incluidos Shar escuchaban en silencio. Bhorg pensó que Jockhel tenía una mente muy poderosa, que elegir su bando había sido lo más sensato que podía haber hecho. También se le pasó por la cabeza que algún día debería conocer al verdadero hombre que se escondía tras la máscara de oro. Cuando terminó la reunión todos se marcharon, pues tenían que preparar la trampa que le iban a hacer a Ghirenna. La parte fundamental de la operación era hacer que Arghuan mirase para otro lado, ya que el viejo era muy astuto. Pero incluso en ese punto, Fhin también le había preparado una trampa digna de su perversión. El Lord era tan vicioso como la Dama y Bhorg le tentaría con la noticia de una importante subasta de mujeres jóvenes. Arghuan no prestaría su atención a otra cosa que a hacerse con una o todas las muchachas que se subastarían, olvidándose de lo que hiciera la Dama.

En unos días prepararon y lanzaron la información necesaria. Pronto llegaron las noticias de que un lote de bellas muchachas vírgenes se iban a subastar en el territorio de los Osos, parte hijas de Dhert con las chicas de su harem. Incluso se hizo saber que estaría la propia hija de Dhert de dieciséis años. Una ricura de gran belleza. La lascivia de Arghuan le hizo olvidarse de todo. Mandó un mensajero a Jockhel para firmar una tregua, para poder asistir a la subasta. Jockhel le devolvió la carta indicando que tendría que pensárselo, pero que retrasaría la subasta.

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