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martes, 17 de noviembre de 2020

El dilema (50)

A primera hora del nuevo día, los therks y los guerreros fueron hechos formar en uno de los campos junto al campamento. Habían levantado un sitial de madera. Desde allí el tharn Asbhul se presentó y dio un discurso para aleccionarles sobre su nuevo estado mayor. Curiosamente tanto Selvho como Alvho estaban en él. Selvho había sido asignado como primer therk y su unidad formaba la guardia central del cuerpo, defenderían al tharn y los estandartes. Alvho había sido otra vez asignado como jefe de inteligencia, ascendido a therk por petición de Selvho y disgusto de Alvho. Otros therk, sobre todo los veteranos estaban en los puestos importantes, mientras que otros más jóvenes estaban con la logística y la intendencia. El tharn Asbhul dejó muy claro que con él la instrucción era clave.

Varios días después, llegó el ejército del señor Dharkme y empezó a levantar un nuevo campamento. Para entonces las obras en el puente se habían reanudado y los primeros barcos habían llegado. Alvho a su pesar, tenía mucho trabajo como jefe de inteligencia, pues el tharn Asbhul no quería dejar ni un solo cabo suelto. Estaba trabajando cuando llegó un guerrero, con órdenes del tharn para que se reuniera con él. Cuando llegó, se encontró con Selvho, que también había sido llamado ante Asbhul.

-   Therk Selvho, ¿cómo están las tropas? -preguntó Asbhul, según el veterano guerrero entró en la tienda. 

-   Podrían estar mejor, pero harán su trabajo -aseguró Selvho con su tono castrense más neutro. Sabía cómo tratar a los oficiales superiores. 

-   Espero que así sea -indicó Asbhul-. Señores, acabo de llegar de la tienda del señor Dharkme. Dentro de dos días debemos cruzar el río y empezar a reconstruir los antiguos baluartes. Bueno, no solo reconstruir, sino ampliarlos. El señor Dharkme asegura que su guía espiritual le ha dicho que el gran Ordhin quiere una fortaleza inexpugnable. 

-   ¿Inexpugnable? -repitió Alvho, pensando que Ulmay se estaba empezando a creer sus propias mentiras. 

-   Eso le ha dicho el druida Ulmay -explicó Asbhul, con rostro impenetrable, pero con tono cansado. Alvho supuso que tenía que aguantar estoicamente las locas ideas de Ulmay, pero no le gustaban ni un pelo-. Por lo que sé, el señor Dharkme ha contratado unos constructores del norte, al otro lado del gran río, para construir una fortificación en piedra. 

-   ¿Y cómo va a llevar la piedra? -inquirió Alvho. 

-   No lo sé y tampoco nos atañe ahora mismo -cortó el tema Asbhul, que no tenía ganas de volver a ponerse a discutir sobre el asunto. Ya había perdido ese embate en la tienda del señor Dharkme y no iba a perder otro ante un subalterno, ya que tampoco podía ponerse del lado de Alvho, sino de su señor-. Nuestra misión es cruzar a nuestra gente al otro lado. ¿Qué necesitamos? 

-   ¿Suerte? -preguntó a su vez Alvho, lo que se llevó un par de miradas duras de Selvho y Asbhul. 

-   Necesitaríamos cruzar en cada viaje a cien o más infantes. Por lo menos el primer viaje deberían ser por lo menos cien hombres para formar el primer muro de escudos -indicó Selvho, haciendo cálculos-. Tras ellos, ya deberían estar cruzando el río los siguientes. por lo menos tres o cuatro grupos de barcos distintos. 

-   Para cien guerreros o arqueros, necesitamos diez barcos -calculó a su vez Asbhul-. Tendrían que ser barcos, porque las barcazas son lentas. 

-   Eso está muy bien, pero es mejor mandar a una expedición inicial, digamos veinte hombres en un barco rápido -intervino Alvho-. Sería un gran error empezar a llevar hombres y que caigan en una emboscada enemiga. No podemos dar por sentado que porque no se ha visto ni un solo miembro de las tribus nómadas del otro lado, no estén allí esperándonos. Después, los barcos para los hombres y las barcazas para empezar a mandar material para construir las primeras defensas. Debemos crear una nueva empalizada de troncos que rodee las construcciones ruinosas y que protegan la entrada del puente. Si no hay enemigos, podríamos levantar en menos de una semana esa empalizada provisional, con sitio para nuestro campamento y una zona de obras para la reconstrucción de los viejos baluartes y el puente desde ese lado. Pero lo primero es un grupo expedicionario. 

-   ¿Dirigido por un hombre inteligente, supongo? -indagó Asbhul, sonriente. 

-   Sería lo mejor, por lo menos alguien que sepa como esconderlos y encontrar trampas enemigas -aseguró Alvho. 

-   ¿Y quienes escogerías para que mande? -preguntó Selvho, interesado. 

-   Hombres jóvenes, tal vez alguno de nuestros huérfanos sin esposa -señaló Alvo-. Se han criado en los barrios exteriores de Thymok. Son hábiles para esconderse y encontrar a personas ocultas. Creo que con la persona al mando adecuada, esos muchachos pueden funcionar para hacer de avanzadilla. 

-   Me gusta tu idea -afirmó Asbhul-. ¿En cuanto tiempo los habrás elegido y os ponéis en marcha? 

-   ¿Yo? -inquirió Alvho sorprendido.  

-   Creo que tú eres la mejor persona para llevar a cabo esta misión audaz, además no tenemos a ningún therk con tanta iniciativa y con tu visión para el futuro -comentó Asbhul-. No creo que tengas problema en elegir a aquellos en los que tengas confianza o tengan lo que has descrito antes. Lo que falta es que me digas quienes son los elegidos y que necesitas para llevar a cabo la misión.

Alvho se le quedó mirando como embobado, pero Asbhul ya conocía esa mirada, estaba calculando lo que necesitaba. Alvho en cambio, sabía que había metido la pata, pero ya no podía echarse atrás, si quería que la idea de Ulmay siguiera su curso, debía hacer que Asbhul, Selvho y el resto de hombres cruzasen el río.

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