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martes, 10 de noviembre de 2020

Lágrimas de hollín (52)

Al mismo tiempo que Arghuan hacía su jugada, Jockhel mandó su propio mensaje a la Dama. En él, le hacía la misma petición de tregua que le había hecho Arghuan y le indicaba que si se reunía con él para hablar le entregaría un bello presente, uno de los últimos amantes de Oltar, señor de la Nutrias. Ghirenna sabía del gusto del difunto Oltar por los jóvenes de gran belleza y por ello no se pudo resistir. Pronto llegaron a un acuerdo con ella y quedaron en la misma localización donde Bheldur había realizado la partida mortal con Dhert.

Esta vez, Ghirenna fue más cautelosa que Dhert y solo fue con las escoltas necesarias. No quería romper los tratos que había apalabrado con Jockhel. Que fuera el hombre quien las rompiera. Pero para su sorpresa no ocurrió nada y la llevaron a la sala donde se jugó la partida. En el suelo aún se podía ver el rastro de la sangre del líder de los Osos. Ghirenna no pudo dar un pequeño bote al ver la mancha seca. esta vez fue Bheldur quien hizo de siervo fiel y le indicó que se sentará en uno de los dos sillones. Incluso dejaron que entrase con dos de sus Gatos.

La habitación estaba en penumbra, a excepción de la zona central, donde estaban los dos sillones. Ghirenna se sentó en uno de los sillones y esperó. Al poco escuchó una puerta abrirse y de la sombra relució la máscara dorada. Los ojos de la mujer se sorprendieron al ver lo perfecto que era el grabado de las facciones de un mozalbete de la máscara, un rostro que la cautivó. 

-    Gracias por venir a esta reunión, señora Dama -saludó Jockhel al sentarse en el otro sillón-. Espero que mis hombres la hayan tratado como se merece. 

-    Han sido muy atentos -asintió Ghirenna-. Pero me temo que no soy de las que le gustan la adulación barata. Por qué no hablamos de lo que quieres en verdad. 

-    Mejor, yo tampoco tengo tiempo que perder -aseguró Jockhel-. Mi intención no es otra que mi clan, los Dorados y el tuyo, los Gatos mantengan una paz duradera, sin que haya guerra entre nosotros. La paz siempre es lo mejor, ¿no crees? 

-    Sí, siempre es lo mejor -aceptó Ghirenna, sonriendo maliciosamente-. Pero la paz siempre tiene un precio. 

-    ¿Oro? ¿Piedras preciosas? ¿Muchachos imberbes? -preguntó Jockhel, como si fueran cosas baladíes-. Yo tengo todo lo que puedes querer, no es problema. Y como muestra de buena fe de mi parte, un pequeño incentivo para ello.

Jockhel hizo un gesto y Bheldur trajo a la luz a Shar, vestido como un hombre, con la cabeza tapada por un saco. Ghirenna vio a un muchacho joven, delgado pero con hechuras interesantes. El pecho de Shar lo habían aplastado con vendas y mucha fuerza. La muchacha lo había soportado sin lanzar ni un solo grito. 

-    Parece interesante -dijo Ghirenna que se había levantado para acariciar el cuerpo de Shar-. Pero podría ser feo como un animal. A Oltar sólo le gustaban las posaderas. 

-    Es una flor única -se burló Jockhel, que se levantó y le quitó el saco. Los ojos verdes y el pelo cortado pero rojizo, dejaron hechizada a Ghirenna-. ¿Qué te parece? 

-    Una flor, sí, pero tiene facciones de mujer -se quejó Ghirenna, para evitar que Jockhel se diera cuenta de que ya se había encaprichado del joven. 

-    Lo hemos comprobado, tiene una tranca impresionante, te llenará plenamente -aseguró burló Jockhel. 

-    No puede ser -negó Ghirenna al tiempo que posaba su mano en la entrepierna de Shar y empezó a palpar. Lo que tocaba era impresionante, algo largo y grueso.

Bheldur y Usbhalo habían hecho un relleno con carne y madera. Había quedado una cosa colosal que haría que Ghirenna cayera en un éxtasis solo al tocarlo. La reacción de ella es la que esperaban. Los ojos de Ghirenna y su rostro denotaban el profundo deseo de la mujer por ser poseída por ese joven. Aceptó el regalo y se marchó indicando que si le proporcionaban un pago mensual se aliaría con ellos. Tras ello, se marchó. 

-    Qué Phorto y sus hombres las sigan -ordenó Fhin-. Irá como una loca a probar su nuevo juguete. Hay que darle tiempo a Shar para que este sola con Ghirenna, sin interrupciones hasta el momento clave. Cuando Phorto localice su mansión, atacaremos. 

-    Así se hará -asintió Usbhalo marchándose al momento. 

-    ¿Crees que Shar lo conseguirá? -preguntó Bheldur. 

-    La serpiente perderá su cabeza pronto -se burló Fhin-. Quiero estar presente cuando la Dama Shar ocupe su trono. La segunda parte de esta función va a ser muy divertida.

Bheldur comprobó que los ojos de Fhin estaban alegres, por lo que supuso que debajo de la máscara sonreía. Eso quería decir que los planes iban como él quería. Pero la jugada estaba a punto de terminar y si la intuición de Bheldur no fallaba, su amigo ya había decidido la siguiente. Sin los Gatos en la ecuación le quedaban aún los Caballos, los Ciervos y sobre todo los Leones.

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