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martes, 13 de abril de 2021

Lágrimas de hollín (74)

Fhin y Bheldur se habían trasladado al almacén mediante un carruaje que habían comprado. Había que empezar desde el minuto uno a parecer lo que serían a partir de poco tiempo. En las dependencias de los dueños, las oficinas del almacén esperaba Shar. Fhin se sentó tras la mesa que parecía ser la del director o encargado del almacén. Sus tres amigos se quedaron de pie mirándolo, aunque Usbhalo como siempre estaba algo más atrás, ya que le gustaba su función de guardaespaldas de Fhin, aunque este esperaba que alguna vez quisiese otra misión. La lealtad del grandullón era ciega a su persona. 

-   Para la nobleza, me vais a conocer por Malven de Jhalvar, ¿entendido? -dijo Fhin de improviso-. Y este es el emporio Jhalvar. Creo que lo mejor es indicar que hacemos tratos con casi todos, pero que nuestro comercio principal es hacer de puente de unión entre el imperio y los salvajes del otro lado del Nerviuss. Además aquí casi nadie explota este negocio y para los mercaderes más poderosos, les parecerá normal que seamos una compañía pequeña si hacemos negocios en el sur. 

-   Sí, es una buena tapadera -afirmó Bheldur, que sin duda ya había preparado alguna argucia parecida. 

-   Pero antes vamos a volver al asunto de Corredor -indicó Fhin-. Quiero saber más sobre ese sujeto y más sobre su patrón. Así que sentaos todos, porque supongo que me tenéis que contar mucho, ¿verdad?

Shar y Bheldur asintieron con la cabeza y se sentaron en un par de sillas algo envejecidas que había ante la mesa. Usbhalo a regañadientes y después de que Fhin le mirara con ojos enfadados les imitó. 

-   ¿Quien es Corredor? -empezó el interrogatorio Fhin. 

-   Se llama Dhilver, por lo que hemos conseguido encontrar de él es originario de una de las provincias sureñas imperiales, pero no de esta -indicó Bheldur-. Durante un tiempo estuvo en el ejército imperial. Nunca fue destinado aquí. En algún momento abandonó la milicia. Desconocemos si como desertor o licenciado por heridas de guerra. Creemos que Shonet le encontró de alguna forma y le puso a sus órdenes. 

-   ¿Cómo habéis dado con él? -inquirió Fhin. 

-   Por lo visto le pagan bastante bien -esta vez fue Shar quien habló-. Pero el oro le pesa rápidamente en la bolsa y se deshace de él con la misma velocidad. Mis chicas le encontraron con facilidad preguntando a otras como ellas. Ahora, gracias a unas palabras bien puestas es asiduo de uno de nuestros nuevos garitos en el barrio de los mercaderes. Le encanta el buen vino y la buena compañía. Pero tiene un problema. 

-   ¿Solo uno? -preguntó Fhin haciéndose el sorprendido. 

-   Que el sepa solo uno -se rió Bheldur y miró a Shar para que prosiguiera su informe. 

-   No sabe beber o no le sienta bien -explicó Shar-. Habla por los codos de lo que ha hecho y hace. De esa forma mis chicas le han sacado todo de su vida pasada y actual. Incluso de lo que quisiera hacer si se librase del yugo de su actual patrón. 

-   Así que no está contento con Shonet -señaló Fhin-. Eso os podría ser útil. 

-   Me temo que eso no va a ser posible -negó Bheldur-. Ese hombre le tiene tanto odio como miedo a Shonet. Estando sobrio jamás le traicionaría por nada. Ni por oro. Pero puede seguir siendo una fuente de información posible. 

-   En ese caso, contadme lo que si habéis podido sacar a ese hombre -ordenó Fhin, pensativo sobre qué tipo de persona sería ese Shonet para que le odiasen y le temieran con la misma intensidad.

Bheldur empezó a contar lo que sabía. Por lo visto el actual duque de Mendhezan, Armhus, hace unos años se había vuelto a casar. La primera esposa había fallecido y Armhus volvía a estar casado. Esta situación había puesto en guardia a su primogénito, ya que la segunda esposa del duque era muy posesiva y quería todo lo que era de su esposo para sus hijos. Hasta hace poco, solo había parido niñas, pero para mala suerte de Shonet, había dado a luz a un niño, otro heredero. Aunque por ahora nada había cambiado, por la nobleza se hablaba de que el viejo Armhus era un pelele en manos de su actual esposa. Le daba todo lo que pedía y muchos con Shonet a la cabeza pensaban que pronto conseguiría que su recién nacido se convirtiera en el heredero de Armhus, en perjuicio del propio actual heredero.

Por ello, Shonet había ideado una forma de hacer caer a su padre. No era conocido por muchos que la casa Mendhezan se encargaba de transportar mediante su compañía de mercaderes de arcones y cajas especiales. Eran los dineros sucios y ciertas pertenencias de los líderes imperiales. Movían estas mercancías desde Stey hasta la mismísima capital del imperio. Como los Mendhezan eran respetados en la provincia ningún bandolero osaría atacar sus envíos, no así las caravanas de mercaderes imperiales u otras formas. De esta forma, los Mendhezan se habían ganado un sitio en la sociedad imperial, pero sin parecer demasiado cercanos a los imperiales. Pero Shonet necesitaba que su padre cayese y había ideado un plan con el Alto Magistrado Dhevelian. Un plan que mancharía a su padre y sobre todo a su madrastra. Shonet sabía que su padre, aun en su estado de siervo de esa mujer, se quitaría la vida antes de que la familia sufriera la mancha de la ignominia. De esa forma había engañado a algunos mercaderes pequeños que odiaban a su padre y le intentaron robar. No se esperaba que los guardias del almacén, hombres de su padre cazaran a los ladrones con tanta facilidad.

Aun así, Shonet seguía preparando otras estrategias para llevar a cabo su plan. Y ahora Fhin también conocía cosas que no debería saber alguien que fuera externo a la familia, más exactamente un enemigo de la familia.

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