Seguidores

martes, 6 de julio de 2021

El dilema (83)

Una vez retirados los Fhanggar, los guerreros recibieron la orden de salida. En grupos corrieron hasta la zona donde estaban los Fhanggar moribundos y los remataron. Sus compañeros debían estar espantados por el fallo de su estrategia que se alejaron sin darse cuenta de lo que ocurría a sus espaldas. Aunque Ulmay en la reunión de los tharn había pregonado que había que hacer esclavos, para mayor gloria de Ordhin, ningún guerrero trajo con él de vuelta prisioneros. En cambio trajeron armas, joyas y sobretodo trozos de los caballos. 

-   ¿Por qué están trayendo piezas de los caballos? -inquirió Alhanka al ver a siervos regresar con las patas enteras. 

-   Hay que llenar nuestras reservas de carne. No sé sabe cuándo podrán pasar suministros desde el otro lado -indicó Alvho-. Además es hora de que nos demos un buen festín. Los Fhanggar se molestarán mucho si nos comemos sus caballos, ¿verdad? 

-   Estoy seguro de ello -afirmó Alhanka-. Pero, ¿qué es lo que ha pasado? ¿Cómo habéis destrozado su ataque? ¿Es el poder de vuestro Dios? 

-   Estaría bien si Ordhin lanzase una hecatombe contra nuestros enemigos -se rió Alvho-. Pero solo han sido unas cuerdas. Estaban camufladas como arbustos o polvo. Los caballos o más bien los jinetes no las han visto y todos al suelo. Es muy fácil acabar con la caballería si estos se dejan provocar por las burlas enemigas. En su locura vengativa, no han sido capaces de darse cuenta de que teníamos preparado algo. 

-   Entiendo -asintió Alhanka. 

-   Podéis iros a descansar y haceos con algo de carne, mañana sí que habrá que luchar -les ordenó Alvho a sus hombres.

Se fueron marchando todos y dejaron a Alvho solo, que seguía mirando el campo de batalla. Estaba intentando calcular cuántos Fhanggar habían sobrevivido y podrían lanzar su siguiente ataque. Pero aunque le había comentado a Asbhul que le pidiese a Gherdhan que intentase contar los enemigos abatidos, sin un número inicial, no podría estar seguro si les habían provocado grandes pérdidas o solo habían acabado con unos pocos.

Llevaba ya un rato solo, cuando empezó a escuchar el ruido de barullo dentro de las defensas de la fortaleza, por lo que miró hacia el interior. Parece que los hombres discutían por algo. Pero no solo era en la fortaleza norte, sino en toda la plaza. Que podría haber hecho que los guerreros parecieran malhumorados. Cuando habían conseguido vengar a sus compañeros muertos y habían tenido una importante victoria. 

-   El señor Dharkme ha ordenado a todos los guerreros que le entregasen todo lo que han obtenido de la batalla -dijo Asbhul, que acababa de aparecer por el acceso a la almena-. Parece que son artículos obtenidos por el poder de Ordhin. 

-   ¿El poder de Ordhin? -repitió sorprendido por la noticia-. No sabía que el gran Ordhin había estado colocando cuerdas por el campo de batalla. Los abrojos no me han parecido que tuvieran un tono sagrado. ¿Me he perdido tal milagro? 

-   Me temo que yo tampoco he visto semejante particularidad -negó Asbhul-. Pero parece que el druida Ulmay si que lo ha visto y eso que estaba escondido en la fortaleza del puente. Sin duda sus poderes con respecto al gran Ordhin son muy potentes. No creo que ninguno de los otros druidas hayan observado lo que ahora pregonan por todo el campamento, junto con los sargentos de la guardia de Dharkme. 

-   ¿Y qué opina el canciller de todo esto? -inquirió Alvho. 

-   ¿Opinar? Opinar no opina nada -indicó Asbhul-. En cambio ha ido a hablar con el señor Dharkme, pero por lo visto se ha negado a recibirle. Uno de esos druidas del cortejo de Ulmay le ha dicho que estaba en una ceremonia y que no se le podía molestar, porque hablaba con Ordhin y a Ordhin se enfada si le interrumpen. 

-   Seguro que tampoco se le puede molestar si está durmiendo -ironizó Alvho-. No quiero conocer a Ordhin recién levantado.

Asbhul lanzó una carcajada por la ocurrencia de Alvho. 

-   Yo tampoco quiero conocer a Ordhin recién levantado -aseguró Asbhul, más sonriente. 

-   Así que por segunda vez hoy el buen druida ha soliviantado a los hombres y deja que el señor Dharkme pague el pato -comentó Alvho, regresando al tema importante-. No está consiguiendo tener una buena reputación en el campamento. Empiezo a pensar que lo de la flecha puede estar más cerca de lo debido. 

-   Yo también -asintió Asbhul-. pero creo que más contra el señor Dharkme que contra el druida. 

-   Podría ser.

Los dos hombres se quedaron mirando el uno al otro. El rostro de Alvho parecía inescrutable, pero el fondo de sus ojos decían otra cosa. Tal vez y solo tal vez, el tharn le estuviera instando a que cambiase de objetivo. Quizá el tharn junto a otros de su clan estuviesen viendo con buenos ojos la muerte del señor Dharkme. La verdad es que se decía que el hijo mayor valía lo suficiente para volver a la senda original, antes de toda la demencia religiosa de su padre. Pero lo que le insinuaba era un acto de traición, una aventura que podía llevar al traste todo lo que había construido hasta ahora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario