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sábado, 24 de julio de 2021

El reverso de la verdad (36)

Andrei sabía que debía ser rápido. Revisó todo lo que había en la habitación, buscando la forma de bloquear la visión de la ventana. Necesitaba algo como el colchón de la cama, pero ahora no le interesaba mover el cadáver de Louise. La cabeza destrozada, porque sabía que así estaba, no iba a ser una gran visión para Helene. La mayoría de los muebles eran demasiado pesados para moverlos o demasiado débiles para impedir la visión del francotirador.

Entonces se fijó que en el baño había un biombo de floripondios. Tal vez no era como un colchón, pero podría servir para lo que quería. Le hizo un gesto a Helene para que no se moviese. Se alzó apoyándose en la pared y cogió aire. Iba a tener que cruzar la estancia, pasando por delante de la ventana. Se convertiría en un blanco. Pero esperaba no ser uno fácil de abatir. Su misión no había terminado aún.

Casi corriendo cruzó la habitación rodeando la cama y se metió en el baño. Tras su paso se escucharon los golpes sordos de las balas contra la pared, allí donde Andrei había estado. Dentro del baño se hizo con el biombo. Pero vio claro que aunque pusiese el biombo ante la ventana, no iba a ser suficiente. La luz pasaba por la pantalla y se verían las sombras. Debía probar otra cosa. Entonces tomó un bote de gel. se acercó a la puerta y vio su primer objetivo. Lanzó el bote y tiró una de las lamparillas de noche de una mesilla, haciendo que se apagara, ya fuese porque se había soltado el cable del enchufe o porque había roto la bombilla.

La otra lamparita le costó tres intentos, que fueron una pastilla de jabón, un bote de suavizante del pelo y al final un bote que no sabía lo que contenía pero era lo suficientemente voluminoso. Ya solo le quedaba la lámpara del techo. Esta costó más intentos y solo consiguió lo que se proponía al destrozar una a una cada bombilla. Pero al final toda la luz provenía del exterior, ya que él había apagado la luz del baño. 

-   Voy a tapar la ventana con el biombo. Cuando lo haga, corre hacia la puerta, Helene -le avisó Andrei. 

-   ¿No disparará? 

-   Lo más seguro es que sí, pero a ciegas -afirmó Andrei-. No eras deportista, pues a ver si es verdad. No lo voy a lanzar hasta que te pongas de pie. Haz como yo. 

-   Está bien -musitó Helene, que se puso de pie poco a poco.

Tras dejar unos segundos para que Helene se preparase, Andrei le hizo un gesto para comprobar que estaba preparada, entonces salió del baño, cargando con el biombo y lo lanzó contra la ventana. A la vez, Helene, salió corriendo en dirección a la puerta. Cuando pasó cerca de Andrei, este le cogió del brazo y tiró de la mujer. El francotirador disparó contra el biombo. Se podían ver los agujeros en la pantalla floreada, pero no hizo blanco en ninguno de los dos. 

-   ¿Qué vamos a hacer ahora? -quiso saber Helene. 

-   No podemos quedarnos demasiado aquí, pero antes de marcharnos hay que recoger algo -indicó Andrei. 

-   ¿Qué tenemos que recoger? 

-   Ahora lo verás -dijo misterioso Andrei-. Además creo que no esta demasiado lejos.

Dicho esto, Andrei se alejó corriendo de Helene, por el pasillo, hasta llegar a la zona de los ascensores y desaparecer tras una pared. Se escuchó un grito de terror seguido de un golpe sordo y el ruido de algo chocando contra el suelo. Helene siguió a Andrei y descubrió que en el suelo estaba el recepcionista de la mañana, agarrándose la entrepierna. 

-   Este es a quien debemos recoger -dijo Andrei señalando al recepcionista-. Este sabía más de lo que nos contó esta mañana. Nos lo llevamos. 

-   ¿Nos lo llevamos? ¿A dónde? ¿A tu casa? -preguntó Helene, sorprendida. 

-   Claramente no -negó Andrei-. Conozco el lugar exacto. Es un lugar que le va a encantar. Ayúdame a levantarlo. Vamos. No tenemos mucho tiempo. El francotirador se puede presentar en cualquier momento.

Helene asintió y ayudó a Andrei a levantar al muchacho, al que se llevaron arrastrándolo. No puso mucha resistencia. Ya fuese porque tenía miedo a Andrei o porque estaba en shock. Bajaron por las escaleras y salieron por la entrada trasera. Se lo llevaron al coche y Andrei lo metió en el maletero, lo que no fue una sorpresa para Helene. Una vez dentro del habitáculo, Andrei arrancó el motor y se pusieron en marcha.

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