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sábado, 11 de septiembre de 2021

El reverso de la verdad (43)

Andrei colocó un plato frente a Arnauld y lo llenó de revuelto, salchichas, junto con las otras cosas que había preparado. Luego echó para atrás la silla, para ayudar a Helene a sentarse, que estaba haciendo estiramientos. 

-   Creo que me he dormido más de la cuenta, ayer me cansé mucho, ¿no te pasó a ti lo mismo? -siguió hablando Helene, que por fin se dio cuenta de la presencia de Arnauld-. ¡No me has dicho que tenemos visitas! ¿Has visto qué aspecto tengo? 

-   Estas preciosa como siempre, Helene -aseguró Andrei, con una voz más cálida, que sorprendió tanto a Helene, como a Arnauld-. Este es Arnauld, es un viejo amigo y es policía. Me estaba pidiendo consejo con un caso raro que le ha caído entre las manos, el de un pobre recepcionista de hotel, ¿por qué era recepcionista, verdad? Lo han matado y lo han tirado en un pozo. Luego está ramificado con otro crimen en un hot… 

-   Es un caso abierto Andrei, no puedo seguir hablando de él a todo el mundo, hombre -se quejó Arnauld, tras beberse un trago largo de café-. Es un honor conocer a una amiga de Andrei, pensaba que tras lo de Sarah, ya no iba a levantar cabeza. Pero guau, me equivocaba y con creces. Un placer. 

-   Bueno, sí… claro… un placer -respondió Helene, que estaba segura que Arnauld estaba investigando lo que habían hecho el día anterior. Era mejor para todos que pareciese que era la nueva novia de Andrei que se convirtiese en cómplice de las cosas que hacía. 

-   Bueno, la verdad es que no quiero molestar, Andrei, sobre todo cuando te veo tan bien acompañado -Arnauld se puso de pie, soltando el tenedor con el que llevaba un rato jugando-. Si no te acuerdas de lo que te he preguntado, no hay necesidad de hacernos perder el tiempo a ambos. Me voy. 

-   Te acompaño -indicó Andrei.

Andrei siguió a Arnauld con paso lento hasta la puerta. Quitó el pestillo y abrió la puerta. La luz del pasillo se dio la luz al momento. 

-   Bueno, me quito un peso de encima, Andrei -dijo Arnauld una vez que estuvo en el pasillo. 

-   ¿Por? 

-   Es una suerte que hayas decidido pasar página y seguir con tu vida -explicó Arnauld-. Pero una cosa sí que me tienes que decir, ¿dónde encuentras a las mujeres de tu vida? Sarah era muy guapa y esta no se queda corta. ¿Cual es tu secreto? 

-   Mi secreto -repitió Andrei haciéndose el pensativo-. Pues la verdad son ellas las que se acercan a mi. 

-   Cabrón -se quejó Arnauld-. Maldita sea tu estampa, suertudo. No, sigue así y termina por recuperarte. Iré a buscar viejos amigos. Puede que le haga una visita a Markus. Parece que últimamente se está ganando la vida de forma poco recomendable y los míos le tienen que hacer visitas cada poco tiempo. 

-   ¿Markus está en la ciudad? -inquirió interesado Andrei. 

-   Eso parece, y si te digo la verdad, me gustaría que se largase con su mierda a otra parte -aseguró Arnauld-. Solo tú has resultado un ciudadano ejemplar. Tus otros compañeros son ceros a la izquierda de la sociedad. Ya nos veremos.

Andrei le hizo un gesto con la mano y cerró la puerta. Observó por la mirilla. Arnauld se había quedado parado delante de la puerta, mirando la madera, como si se hubiese olvidado de decir algo. Se limitó a suspirar y se marchó. Podría ser que no se hubiese creído lo de Helene y aún le considerase el asesino. Pero se había marchado y al poco se apagó la luz del pasillo. Andrei se quedó un rato más mirando a la oscuridad, antes de regresar a la cocina, donde Helene seguía esperando. 

-   ¿Quién era en verdad ese hombre? -inquirió Helene, seria. 

-   Lo que te he dicho antes -respondió Andrei-. Es un inspector de la policía. Aunque en verdad nos conocemos desde hace mucho, del ejército. Su unidad se encargaba de limpiar lo que la mía le dejaba. Trabajé con él en Malí y en Sudán. Siempre metiéndose donde no le llamaban. Supongo que esa característica le viene muy bien para ser policía. 

-   ¿Y por qué ha venido a preguntarte por el recepcionista? -quiso saber Helene-. Se supone que le has dejado vivo, ¿no? 

-   Lo estaba cuando lo dejé, pero parece que ha muerto -explicó serio Andrei. 

-   ¿Qué diablos quiere decir eso? 

-   Pues lo que he dicho que estaba vivo cuando nos fuimos -repitió Andrei.

Helene iba a volver a preguntar, pero algo se lo impidió. La mirada de Andrei era de las que hablaban. Y le instaba a que dejase de preguntar sobre eso. Era mejor para ella no saber la realidad de lo ocurrido. El recepcionista había estado vivo, pero ahora no. Podía haber ocurrido cualquier cosa, incluso el asesino del hotel, podría haberle silenciado para que no hablase de él. La verdad es que el recepcionista se había ido de la lengua rápido.

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