Seguidores

martes, 7 de diciembre de 2021

El dilema (105)

Los Fhanggar habían tirado trozos de la empalizada abajo, abriendo nuevas brechas. Lo que debían haber estado haciendo mientras los defensores comían, era aserrar los tramos de empalizada que querían tumbar. Ahora ascendían por el tramo entre la empalizada y el foso a gran velocidad. Los que entraron en el reducto al sur de la puerta, se encontraron con trampas que no se habían activado en el ataque anterior, mientras que los que lo hacían por el norte, esquivaban los agujeros en el suelo, donde había aún compañeros clavados. La antigua puerta de la empalizada también cayó y las láminas de madera eran llevadas por algunos Fhanggar, las plataformas que había temido Alvho.

Cuando alcanzaron la mitad del espacio que le separaba de la ciudadela interior, los muros se llenaron de defensores como si fuera magia. Los arqueros empezaron a atacar. Sus flechas, apuntadas con tino abatían atacantes, pero seguían siendo una masa inmensa. Aun así, perdían demasiados atacantes, ya que carecían de escudos y armaduras. Sus carnes eran dianas fáciles. 

-   ¡Apuntad con tino! ¡No gastéis por gastar! ¡Una flecha, un Fhanggar! -gritaba Asbhul desde su puesto, entre los arqueros y los therks corrían las órdenes por toda la muralla.

Alvho estaba atento a las maderas que traían consigo. Entonces notó un roce en la pierna y se giró. Dhalnnar había tomado una lanza, pero parecía más corta de las normales. 

-   Ten cuidado con el filo, que me puedes cortar -se quejó Alvho, poniendo una mueca de preocupación. 

-   ¡Ah! no te preocupes! -dijo Dhalnnar acercándose al arco en construcción y el borde del foso.

Alvho observaba sus movimientos y cómo sujetaba la lanza en su mano derecha. A su pesar sentía que el constructor se estaba acercando al peligro, más de lo debido. Es verdad que los Fhanggar parecían haber desechado la idea de usar arqueros. Prácticamente no habían devuelto los flechazos desde que habían pasado al ataque en forma de infantería. Tendría que preguntarle a la muchacha sobre esta curiosidad. 

-   ¡Alhanka! -llamó Alvho, por lo que la muchacha salió entre los arqueros y se acercó. Vestía una cota de cuero. Estaba seguro que había sido Aibber quien la había hecho pasar por un guerrero-. ¿Por qué los Fhanggar no están usando sus arcos? 

-   Esos guerreros no saben usar los arcos, señor -respondió Alhanka. 

-   Eso no es verdad, su caballería lanzaba flechas, me acuerdo perfectamente… -empezó a decir Alvho. 

-   Pero esa es su infantería, no su caballería -indicó Alhanka-. A la caballería los destrozasteis en la llanura. Ya no tienen arqueros. 

-   Bien, vuelve a tu puesto -ordenó Alvho, haciendo que se olvidaba de su presencia allí.

Así que ese era el porqué de la falta de arqueros. Era un gran error tener tropas especializadas en un cometido y sólo en uno. Si los perdías como les había pasado a los Fhanggar, te quedabas cojo. Por eso ellos, desde el guerrero más humilde al tharn sabían usar los arcos y las espadas. Y por ello, Dhalnnar podía acercarse de esa forma al enemigo, sin temer que una saeta le acertase. Seguro que el constructor ya había hablado de esto con la muchacha y podía hacer esa pantomima con tanto estilo. Pero no solo era una pose, estaba llenando de valor a los hombres. Si se salvaba de este combate, Dhalnnar podría quedarse con él el tiempo que quisiera.

A pesar de los pensamientos de Alvho, Dhalnnar tenía todo su interés centrado en la masa de Fhanggar que se acercaba. Pero sobre todo en la de uno enorme, en cuyo inmenso cuerpo llevaba ya un par de flechas clavadas como si nada. Por como arengaba a los que le rodeaban, sin duda tenía que ser un jefe. 

-   Mira Alvho, ha aparecido un líder -se mofó Dhalnnar al tiempo que lanzó el proyectil con el que había jugado al otro lado.

Alvho siguió la trayectoria de la lanza y vio como acertaba en el hombre que había indicado Dhalnnar. La lanza se había clavado en el cuello y el hombre cayó hacia delante, provocando el caos entre los guerreros que le rodeaban, que se pararon en seco. Alvho lo comprendió al momento, sin los oficiales o líderes, el resto de los Fhanggar no sabían qué hacer. Nunca habían tenido que llegar a ese tipo de batalla, porque lo normal es que su fama y su poderosa caballería hacían que sus enemigos se rindiesen antes incluso que luchasen. Alvho ordenó a los arqueros que tenía cerca que se empleasen a fondo en todo Fhanggar que pareciese un oficial o lo que pareciese a sus ojos un tharn dando órdenes. Si les quitaban a los que dirigían el ataque, tal vez los Fhanggar restantes prefirieran regresar antes de llegar a la muerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario