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sábado, 18 de diciembre de 2021

El reverso de la verdad (57)

Marie empezó a sacar cosas de un armario, pan de molde, algún cuchillo, de la nevera lechuga, tomates, jamón york, mayonesa. También sacó huevos. 

-   ¿Te llamabas Helene, verdad? -dijo Marie, señalando con el dedo la puerta inferior del armario que tenía detrás Helene-. Puedes agacharte y sacar un cazo del armario que tienes detrás. Quiero cocer unos huevos. 

-   Sí, sí, claro -afirmó Helene, tanto a la pregunta como a la petición. 

-   Así que te has aliado con Andrei para su venganza -indicó Marie, abriendo la bolsa de pan de molde. 

-   Más bien no me ha quedado otra -se quejó Helene-. Yo tenía toda la vida controlada, pero él ha decidido destrozarla. Solo porque era uno de los eslabones de la cadena que creó su mujer. 

-   Sarah también habló contigo, eso no lo sabía y eso quiere decir que Alexander tampoco -prosiguió Marie, mientras sacaba un buen número de parejas de rebanadas de pan-. Sarah siempre fue muy buena creando sus producciones, sobre todo las de investigación. Codificaba los nombres de sus fuentes. Me acuerdo que en un documental sobre una red de sobornos, cuando el juez consiguió los papeles de Sarah, después de casi llevarla a la cárcel por desacato al juzgado, no pudo sacar ninguna persona, ya que los nombres eran todos falsos y ella se escudó en que ella no era policía y que no pedía las identificaciones. El juez se enfadó mucho, pero la tuvo que dejar en paz. 

-   ¿Era una luchadora? -preguntó Helene. 

-   Lo era -asintió Marie, con un tono de nostalgia y pena-. Si no lo hubiera sido, no le hubiera puesto entre las cuerdas a Alexander. Jamás hubiera llegado tan lejos, ni él hubiera tenido que dar la orden. Pero no te equivoques, no justifico lo que hizo Alexander. Pero hay gente que no para hasta conseguir lo que quiere o busca. Encontrar la verdad era la gran meta de Sarah, hasta la última consecuencia. 

-   ¿Y conoces mucho a Andrei?- inquirió Helene. 

-   Le conocía de vista, de las fiestas que daba la agencia -respondió Marie-. Pero solo de eso, no solía ir mucho por allí. Él trabajaba en otras cosas. Creo que Sarah me dijo que era un un freelance, en el mundo de la seguridad informática. Pero nunca nos dijo de su pasado militar. 

-   Creo que no se lo contó ni a Sarah -comentó Helene.

Las dos mujeres se miraron como si hubieran descubierto algo que había estado muy bien escondido. Podría ser que aun por la diferencia de edad y el pasado criminal de Marie, ambas fueran más parecidas de lo que podían pensar. Siguieron preparando los sándwiches vegetales. 

-   Has dicho antes que Andrei te ha obligado a seguirle, pero la verdad es que podrías haber puesto pies en polvorosa -indicó Marie-. Alexander es poderoso, pero no tanto. En la ciudad está su reino, pero según te alejas, ya no tiene tanto poder. Aquí no creo que pudiera hacer nada, aunque claro a mi ya no me busca y mi hermano no dejaría ni que se acercase. No, yo creo que hay algo más entre vosotros. Nadie se queda obligado si no quiere. 

-   No sé de qué hablas -negó Helene, ruborizándose, lo que valió que apareciese una sonrisa en la cara. 

-   Es verdad que Andrei es hosco y hay una buena diferencia de edad, pero sigue siendo guapo y no me equivocó en que tiene un cuerpo fuerte y musculado -prosiguió Marie, como si no hubiese escuchado las palabras de Helene-. Se podría decir que es una buena presa. 

-   Si tanto te gusta te lo puedes quedar -espetó Helene, que no quería reconocer que lo que decía Marie tenía una buena cantidad de verdad y que cuando no hablaba Andrei, se le podían sacar más puntos buenos. 

-   Bueno si ese es el caso, tal vez me lo piense cuando haya terminado su venganza -aseguró Marie-. Andrei no sabrá qué hacer. Un hombre como él sin una meta es un hombre muy perdido. Mientras estuvo en el ejército sabía lo que hacer. Cuando lo dejó, fue Sarah su faro. Tras la venganza, no tendrá nada a lo que agarrarse.

Las palabras de Marie resonaron con fuerza en la cabeza de Helene. Podría estar en lo cierto, pero no quería reconocerlo. Pero en el fondo de su ser podría ser que sintiera algo por ese hombre hosco y falto de sentimientos. Quería librarse de él, ya que era la causa de que todo su mundo se desmoronase, aunque en verdad su mundo era ilusorio y no le gustaba. Su aparición, que había sido como una tormenta de verano, había desmontado su mundo, pero a la vez la había librado de la falsedad que se había convertido y que ya no le permitía respirar libre. Ella no habría conseguido las fuerzas para librarse del yugo de la organización, tanto por miedo como por dejadez. 

-   Dado la hora que es, me temo que os vais a tener que quedar a dormir aquí -dijo Marie-. No tenemos muchas habitaciones, así que vais a tener que compartir la de invitados. Va a ser tu momento de acercarte a Andrei, usa tus encantos.

Helene miró a Marie con un rostro de sorpresa y asombro. No quería reconocer que la idea le apetecía, pero a la vez no le gustaba el tono pícaro y mordaz de la mujer. No quería que nadie se metiese en su forma de vivir.

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