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sábado, 7 de mayo de 2022

El reverso de la verdad (77)

Andrei no había contado cuántos hombres había eliminado, pero su subconsciente le decía que su enemigo tenía demasiados. Pero quería su venganza, si o si y no se iba a rendir. Miró hacia algún punto hacia la foresta. Sabía que Markus estaba escondido por ahí, incluso, comprendía que debía estar en movimiento. Markus, como buen francotirador, después de hacer varias presas, debía suponer que su posición había quedado comprometida y ya estaría buscando un mejor lugar.

Pero él debía acceder al interior, él era el asaltante y debía mover a los soldados enemigos, hacer que se pusieran al descubierto, para que Markus los abatiera con facilidad. Por ello, tras armarse de valor se coló por la puerta abierta y accedió a una sala en la que aún había una neblina formada por el yeso y la pintura de las paredes que se había levantado por la explosión de la granada. Aun así pudo ver el cuerpo destrozado de un tercer matón. El resto tosía e intentaba recuperarse por la conmoción provocada por la detonación. Andrei, al estar preparado empezó a disparar a los blancos inmóviles y desconcertados de la sala. Cayeron un par antes de que el resto se parapetara con los muebles. Unos con mejor o peor suerte. Los sofás y los muebles grandes eran mejores que las esquinas o las mesillas. Andrei fue a por los blancos claros. 

-   ¡Andrei! ¡Andrei! -gritó una voz que ya conocía demasiado bien, la de Alexander-. Vamos, hombre, somos viejos amigos, no hay necesidad de esto. 

-   ¡Díselo a Sarah! -Andrei se escondió en un hueco mejor que los de sus enemigos. 

-   Yo siento mucho lo de Sarah, era como una hermana -volvió a hablar Alexander, Andrei buscó de dónde venía el sonido, y le pareció que sería en la siguiente habitación-. No debería haber muerto, yo solo quería que temiese por su seguridad, solo quería que dejase de investigar, yo… 

-   Pues algo salió mal, ¿no? -Andrei no quería escuchar esas palabras, pues estaba seguro que Alexander estaba colocando a sus hombres-. Ella está muerta y yo quiero a mi Sarah. ¡Devuelvemela! 

-   No sabes lo mucho que le he pedido a Dios que nos la devuelva -prosiguió Alexander-. Pero me temo que Dios no me escucha. No te la puedo devolver. Aunque me temo que ya no la echas tanto de menos. Ahora tienes una gatita para pasar el tiempo sin ella. No te hagas el viudo destrozado. Crees que no sé lo que has estado haciendo, me has… 

-   ¿Robado? -inquirió Andrei-. ¿Eso ibas a decir, Alexander? Creo que solo te he quitado un poco de tu dinero. Aunque si he podido hacer eso, que no podría provocar, un agujero del que no podrías evitar dar cuentas a tus clientes. Los criminales no les gusta perder dinero. Podría dejarte pelado y ver como aquellos con los que trabajas te persiguen por su capital. 

-   ¿No serías capaz, verdad? 

-   No sé -negó Andrei. 

-   Soy un hombre de negocios, ¿qué quieres por tu buena voluntad, dimelo? -pidió Alexander. 

-   Es muy simple, dame a quien mató a mi Sarah, el culpable de ello y podría pensarme nuestra situación -contestó Andrei. 

-   ¿Quieres un hombre?

Andrei no respondió, ya que notó los pasos de alguien a su derecha, por una puerta aparecieron dos matones, que empuñaban sendas pistolas. Desde su escondrijo, esperó que se separasen, buscándole, antes de abrir fuego. Los dos matones cayeron al suelo, heridos o muertos, no se movían nada y Andrei prefirió pasar de ellos, pero sin perder ni un ápice de sus movimientos. Pero no lo hicieron. La alfombra debajo de sus cuerpos se fue tiñendo de rojo. 

-   Mala jugada, Alexander, te has quedado sin otro par de peones -advirtió Andrei. 

-   ¡Mierda! ¡Joder! -espetó Alexander, enfadado. 

-   Envíame al asesino de Sarah y me replantearé todo -ordenó Andrei, al tiempo que se movía para buscar un nuevo lugar de tiro.

Andrei estaba seguro que los siguientes hombres de Alexander vendrían de otro lugar, ya que sabía o creía saber dónde estaba él, solo por donde había perdido a un par de matones. Pero lo bueno de su instrucción militar le indicaba que se debía mover. Pues debía volver loco a sus enemigos. Pronto encontró otro lugar interesante, desde el que tenía cubiertas las entradas y sobre todo la parte más vulnerable de donde había estado situado antes. Sabía que Alexander volvería a mandar hombres, pero esta vez a esa posición, vulnerable a su puesto anterior. Ahora volvería a empezar una conversación, lo suficientemente hiriente o provocadora para que él se relajase y sus hombres acabasen con él.

En ese momento sonaron nuevos disparos, pero en la otra parte de la vivienda. Andrei se sonrió, ya que ese debía ser Markus, haciendo acto de presencia. Provocando a Alexander un grave problema, ya que estaba ahora entre dos enemigos. Su estrategia parecía dar sus frutos y habían provocado que el que se había relajado fuese el propio Alexander.

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