Los
siervos, Olppa y Ophanli observaban el cuerpo del antiguo señor de Ryam, que
yacía tumbado de lado. Casi ninguno había podido seguir a Ofthar en su ataque.
Los amigos de Ofthar seguían atentos a sus menesteres, pues ya sabían que Ophan
no había tenido oportunidad de nada ni merecía vivir. Otherk se acercó al
muerto y le quitó la espada.
-
El juicio de Ordhin es claro, Ophan hijo de Opher mentía -anunció
Otherk-. Ordhin, el grande, no apoya a quienes le usan para mentir.
-
Bien -dijo Ofthar-. Ophanli, vuelvo a preguntarte, ¿Cuál es el
destino de esta bruja? Sus delitos son los de llevar a la muerte a hombres
libres e ir contra los que se encuentran a su nivel.
-
Esta mujer, debe morir, pues sus crímenes son muy graves -respondió
Ophanli, sin dejar de mirar la espada manchada de sangre de Ofthar y el cuerpo
del que fuera su padre.
-
¡El señor de Ryam ha hablado! -bramó Ofthar-. Olppa, la negra,
serás ejecutada inmediatamente. Tu cuerpo como los de los otros ocho serán
enterrados en una tumba profunda, pues los siervos de Bheler no pueden recibir
los ritos para los leales a Ordhin. No habrá marca ni señal que indique que tu
negro cadáver se descompone allí, a merced de las alimañas que moran en la
tierra. Pero antes, quiero que me respondas a una pregunta, ¿dónde te hicieron
esclava?
Olppa
miró a Ofthar y le sonrió con su boca destrozada. Hasta pareció que le sacaba
la lengua. Ofthar ya suponía que no le iba a responder, así que hizo una seña.
Mhista asintió, asió su hacha con sus dos manos, la elevó por encima de su
cabeza y la dejó caer, describiendo un arco que terminó en el cuello elevado de
la muchacha. Con la fuerza del guerrero y la propia del descenso, cercenó la
cabeza de Olppa, en cuyo rostro quedó una mueca de sorpresa, pues no se
esperaba que su ejecución fuera tan rápida. La cabeza rodó por el suelo y quedó
mirando hacia los siervos. El brillo de sus ojos se desvaneció en el mismo
momento que la cabeza golpeó el suelo.
-
¿Por qué le has preguntado sobre el lugar donde fue hecha esclava?
Tal vez nació como tal -inquirió Ophanli, cuyos ojos saltaban del cuello sin
nada encima a la cabeza cercenada.
-
No creo que naciera como esclava, más aún, su situación actual ha
debido ser reciente -indicó Ofthar-. La clave son los tatuajes en su espalda.
Los esclavos no pueden tatuarse nada. Solo si así lo deciden sus dueños.
Ninguno le tatuaría los círculos de Bheler, pues si se descubriera, ese amo
tendría importantes problemas, igual no directamente, pero si a la larga. El
culto de Bheler pronto será considerado herético en todos los señoríos por
igual, sus dogmas son brutales. Sus fieles serán considerados peligrosos y
serán masacrados. Tiempo al tiempo. Si sabemos de dónde procedía, podremos
avisar a sus vecinos, de las atrocidades pueden existir en ese lugar.
-
Creo que entiendo por dónde vas -señaló Mhista-. ¿Ophanli, no
tendréis algún tipo de registro de compra o algo parecido?
-
¡Hum! Mi padre registraba muchas cosas, tal vez encuentre algo en
sus libros -pensó Ophanli-. Voy a mirar.
Ophanli
se volvió y se dirigió hacia la casa principal. Ofthar le hizo un gesto a Ogbha
para que le escoltase. No creía que quedara ningún enemigo más en Ryam, pero la
prudencia siempre era una buena consejera. Ofthar se volvió hacia los siervos,
que estaban silenciosos, con una mezcla de terror y alegría en los rostros.
-
Ophanli es vuestro nuevo señor, pero tiene que viajar con nosotros
hasta Bhlonnor -anunció Ofthar-. Cuando regrese será junto a un miembro del
clan Arnha, que se encargará de devolver la cordura a Ryam. En la ausencia del
señor Ophanli, debe quedar un nuevo capataz en Ryam, alguien que gestione los
campos. En los silos hay comida y en los establos, animales. En la casona se
almacenan telas y lanas. Hay lo que debería ser vuestro, lo que el señor otorga
a sus siervos.
Los
siervos siguieron silenciosos, pues no sabían que decir o tal vez, porque aún
estaba el miedo demasiado profundo en sus corazones. Pero entre todos los
siervos, uno de ellos se armó de valor y dio un paso hacia delante. Los ojos de
Ofthar se posaron en los del siervo, que de inmediato bajó la cerviz.
-
Vamos, vamos, no muerdo, di lo que ibas a decir -ordenó Ofthar
ante el nuevo silencio que parecía que se iba a abrir.
-
Me llamó Phine, señor, mi padre era el antiguo capataz, el que
murió a causa del hombre que llegó con Olppa y se escapó -se presentó el siervo.
-
Conozco la historia, triste, Phine -indicó Ofthar-. Pero supongo
que te has adelantado para sugerirme que tú puedes ser el nuevo capataz, ¿no es
así, Phine?
El siervo
asintió y Ofthar se sonrió, haciéndole un gesto para que se acercara. Phine lo
dudó durante unos segundos, pero acató la orden, temiendo que el noble se
enfadara si no era más rápido.
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