Seguidores

domingo, 20 de mayo de 2018

La odisea de la cazadora (27)


Ilyhma se arrodilló junto a Lybhinnia, dejando entre ambas su macuto con los utensilios y las pociones que habían tomado de la cabaña de la sanadora de Lhym. Lhybber se quedó en su atalaya, por si el lobo fuera parte de una manada más grande. Romhto, se mantuvo cerca, como esperando que el lobo retornara de la grieta. Ihlmanar se acercó con cuidado y desde su altura observó lo que hacían las dos elfas.

Lybhinnia retiró con cuidado la parte superior de la armadura de Gynthar, mientras este lanzaba unos quejidos. Para desgracia de la cazadora, parte de las placas, allí donde el lobo había mordido, se habían hundido en la carne de Gynthar. Lybhinnia, con unos escasos conocimientos de primeros auxilios y Ilyhma, que solo era una estudiante, decidieron que por el momento era mejor que se quedaran dónde estaban, por si sacarlos provocara más daño que beneficio. Ilyhma buscó una serie de cataplasmas y los fue colocando sobre la herida, tras limpiarla de sangre y materia supurante. Lybhinnia ayudó en todo lo que indicaba la joven y se encargó de vendar a Gynthar.

-       ¿Por qué, Gynthar? ¿Por qué te has expuesto así? -Lybhinnia estaba desesperada por escuchar algo de Gynthar, algo más que gemidos o lamentos.
-       Que sería esta vida… que sería una vida… -intentaba decir Gynthar, pero el dolor le cortaba cada poco-... una vida sin ti.
-       Yo…
-       Se lo jure.... yo le di mi palabra… Armhiin -prosiguió Gynthar, pero se veía que intentar hablar era problemático para él-. Pero sin ti… no tengo vida…
-       Yo… -intentó decir Lybhinnia, pero las lágrimas le impedían hablar.
-       Te quiero Lybhinnia… y sin ti no hay nada…
-       Calla, no gastes energía, mi amor -pidió Lybhinnia, que por fin se había dado cuenta que para ella perder a Gynthar sería demasiado duro, lo quería a su lado, lo quería como compañero-. Debo llevarte a casa, allí Armhiin y Ulynhia podrán curarte mejor.

Lybhinnia sabía que debía volver, pues ni ella ni Ilyhma podían curar a Gynthar, pero estaban demasiado lejos. Entre Romhto y ella podrían cargar con Gynthar, pero en ese caso debería confiar en Lhybber para mantener al grupo a salvo.

-       Nosotros nos encargaremos de llevarle, a él y a todos -dijo Ihlmanar-. Pero hay que darse prisa. La maldición está entrando en su cuerpo. Sube a Gynthar sobre mi lomo, yo lo llevaré, pues por su acción me ha salvado la vida. Vosotros subid a lomos de mis hijos.

Ihlmanar relinchó, en un tono agudo, largo y al momento se acercaron varios caballos, todos machos.

-       Romhto, ayúdame a subir a Gynthar sobre Ihlmanar -pidió Lybhinnia, señalando el semental blanco-. Luego ayuda a Lhybber a recoger las cosas. Cargadlas en los caballos y montad cada uno en uno.

Romhto se limitó a asentir con la cabeza y guardó su espada larga. Entre ambos, consiguieron levantar a Gynthar que abría y cerraba los ojos cada poco tiempo, pero que parecía estar cada vez más sumergido en una duermevela. Por si acaso, Lybhinnia pidió una cuerda y ató a Gynthar al lomo de Ihlmanar, para evitar que se cayese. Después cortaron otra de las cuerdas en cachos y elaboraron unas riendas, para poder agarrarse ellos a sus monturas. La última de las cuerdas la usaron para asegurar la carga en uno de los animales.

Mientras los jóvenes terminaban de preparar todo, Lybhinnia, subida en su montura se acercó a Gynthar e Ihlmanar. La cazadora acarició el rostro de Gynthar, quien abrió los ojos, la miró y sonrió, para al final volver a cerrar los ojos y quedar dormido, como si fuera un niño pacifico.

-       Lucha, Lybhinnia, no temas, Gynthar es un guerrero fuerte y lucha por sobrevivir, pues solo hay un deseo que le permite contrarrestar la enfermedad, tú, su amor por ti -aseguró Ihlmanar.
-       ¿Cómo puedes saber eso? Él no te oye y tú no puedes entrar en su mente, no es sensible como la mía -dijo con pena Lybhinnia.
-       Que él no me oiga no implica que yo no pueda oír todas vuestras mentes, Lybhinnia -indicó Ihlmanar con un tono parecido al de Armhiin, como un padre intentando que su hija comprendiese algo, con dulzura y dedicación-. Oigo sus deseos y sus pensamientos. En el centro de todo hay una gran fortaleza, un depósito abovedado de piedra ancestral, donde mantiene su guardia el amor que te tiene. Un amor que se ha ido creando con respeto y tiempo. Construido piedra a piedra. La maldición turba, intenta engañar, le presentará ilusiones y mentiras, pero si conseguimos el tiempo preciso, no se debilitara y ganara.
-       ¿Qué ocurrirá si no llegamos a tiempo?
-       Como todo, la maldición le corromperá, el amor se transformará en odio, el odio en venganza y el Gynthar que conocías habrá muerto. Tal vez no por fuera, pero será un cascarón vacío, un cuerpo maldito -indicó Ihlmanar-. Debemos ponernos en camino.

Lybhinnia asintió y vio que los jóvenes tenían todo en orden. Habían acumulado sus cosas, que ahora colgaban del lomo de unos de los animales, perfectamente sujetas. Y ellos se habían subido sobre sus monturas. Lybhinnia no recordaba a elfos montados, pero sí que había escuchado a Armhiin contar que antiguamente los elfos eran los mejores jinetes de esta tierra, pero tras las guerras, al trasladarse a los bosques, perdieron su amor por cabalgar. Ihlmanar relinchó y los caballos se pusieron en marcha. Lybhinnia y los jóvenes se sujetaron lo mejor que pudieron sobre los lomos que estaban en movimiento continuo. La manada se puso al trote, con Ihlmanar y los otros machos en el centro con su carga. Tomaron rumbo sur, alejándose de la desaparecida llanura, de regreso a Fhyin.

1 comentario:

  1. Espero que se salve. Muchas gracias por lo que escribes y públicas.

    ResponderEliminar