Fharbo y
sus hombres se encargaron de recoger a los ladrones, pues el capataz sabía que
su jefe querría hablar con ellos. Fhin le hizo un gesto a Bheldur y se
colocaron a ambos lados de Usbhalo, que seguía llorando arrodillado en el
suelo. Ambos muchachos tomaron al tercero de las axilas y lo levantaron. Pesaba
un poco, pero se dejó llevar. Gholma se quedó para controlar las cosas,
mientras ellos se dirigieron hacia el cuartel. Fhin sabía que debían actuar
rápido si querían que Usbhalo se recuperara. La traición de los que había
considerado amigos, incluso veía al líder como un padre, había sido demasiado
para él. Pero Fhin esperaba que se recuperara.
En el
cuartel se lo llevaron hasta el cuarto que era su vivienda, una habitación
pequeña con cuatro literas. Le sentaron en una de ellas y Fhin se arrodilló
ante él. Bheldur se retiró hasta la puerta, pero Fhin no le permitió que se
fuera.
- Usbhalo, habla conmigo -pidió Fhin, con una voz débil.
- Ellos… yo… -susurró Usbhalo.
- Vamos, amigo, ellos no te veían como te veo yo -continuó diciendo
Fhin-. Sé lo que vales y lo que eres, Usbhalo. En la vida, las personas suelen
ser malvadas con los que consideran diferentes. Pero no hagas caso a las
palabras de Usthart. No eres tonto ni nada parecido. Ellos solo te necesitaban
como una herramienta más. Usthart ha pagado con creces esa traición hacia ti.
- ¿Qué ha pasado? -preguntó Usbhalo que no comprendía de lo que
hablaba Fhin, pues desde que Herrero le había revelado la verdad al muchacho
este se había olvidado de todo.
- Él ha intentado matarte, acabar con aquel que sabía demasiado,
pero yo me he impuesto -contestó Fhin, modificando la realidad para que fuera
más propicia para Usbhalo-. No me ha quedado otra, eras tú, mi amigo o él, un
miserable que iba por ti. Solo podía hacer lo que he hecho.
- ¡Usthart muerto! ¡Muerto! -repitió Usbhalo, medio asombrado, pero
sintiendo un poco de rabia. En su fuero interno le hubiera gustado acabar él
mismo con Usthart.
- Pero ahora debes recuperarte, volver a ser un camarada -prosiguió
Fhin-. Pues yo creo que serás capaz de conseguir lo que querías, tu deseo más
preciado, pero creo que tu camino y el mío van de la mano. ¿Usbhalo, me
prestaras tu fuerza?
Bheldur y
Usbhalo se quedaron mirando asombrados a Fhin. Bheldur sabía que a Fhin le caía
bien el muchacho grandullón, que era un buen guerrero y tenía fuerza, al
contrario que él. Pero no esperaba que lo intentara reclutar para y eso era lo
que más asombraba a Bheldur, que no sabía qué es lo que tenía en mente Fhin.
Pero estaba seguro que su amigo tenía algo pensado. Para Usbhalo esta petición
era nueva. Recordaba que él había sido quien había tenido que ir detrás de
Usthart para que le aceptase en su grupo. Le había costado tiempo y sudor. Así
como una serie de trabajos menores para demostrar su valía. Ahora se daba
cuenta de que solo le habían usado para obtener cosas de las que él
prácticamente no había disfrutado.
- ¿Serás una mano de mi cuerpo, Usbhalo? -volvió a preguntar Fhin,
poniendo su mano derecha frente a Usbhalo que la miraba fijamente-. Únete a mí
y a Bheldur, y conseguirás lo que tanto deseas o más.
- Yo… -murmuró Usbhalo.
- Supongo que si así lo quieres, Fhin, un nuevo camarada, fuerte y
hábil con la espada nos vendrá muy bien -comentó Bheldur, esperando ayudar a
Fhin a que Usbhalo aceptase su oferta-. Lo que tú mandas, se cumple.
- Bheldur no es tan malo como crees, Usbhalo -añadió Fhin al ver que
Usbhalo miraba con recelo a Bheldur-. Si no fuera por él, no hubiera sabido que
tus supuestos amigos querían deshacerte de ti. Desde el día que me hiciste
saber lo del asalto al almacén, le mande a Bheldur tras tus pasos. Lo de ser un
espía se le da mejor que ser centinela. Cuando tuvo identificados a tus amigos,
se centró en ellos, por orden mía.
- Tú también ayudarme -murmuró sorprendido Usbhalo señalando a
Bheldur.
- Yo siempre haré lo que me pida Fhin, es mi líder -aseguró Bheldur,
muy serio.
- Yo… yo también quiero servirte, Fhin -afirmó Usbhalo, que se había
dado cuenta que Fhin era sincero o por lo menos más que sus antiguos
camaradas-. Te seguiré hasta el fin de los días y haré aquello que me pidas.
¡Te lo juro por el dios antiguo!
Usbhalo
agarró con fuerza la mano que Fhin mantenía tendida. Fhin y Bheldur sonrieron
con alegría. Bheldur no tenía claro que es lo que vendría ahora, pues el futuro
parecía incierto, pero una cosa tenía por segura, que Fhin tenía claro lo que
le deparaba el destino, pues parecía que había decidido agarrarlo por los
cuernos y no soltarlo. No iba a dejarse llevar por él. Pero otra cosa también
se avecinaba, aunque ninguno de los tres parecía darse cuenta, y eran cambios,
algunos leves, pero otros más profundos. Habría que ver cuales afectaban a los
tres y cuales les dejarían en paz.
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