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miércoles, 5 de septiembre de 2018

Lágrimas de hollín (30)


Las pesquisas de Bheldur empezaron al día siguiente a la reunión en la taberna y duraron meses. El joven tenía mucho cuidado, no podía dar ni un solo paso en falso, pues todo dependía de su habilidad de pasar desapercibido, de sacar información sin que la gente se diera cuenta de ello y de su gran labia. Bheldur usaba todo su tiempo libre para llevar a cabo sus paseos por La Cresta. El barrio era grande y había muchos clanes en activo, pues la guerra tras la muerte de Vheriuss había provocado escisiones y el nacimiento de nuevos clanes menores.

De todos los clanes, pronto Bheldur dio con uno que pareció interesar a Fhin. Era uno de los pequeños, nacido de una escisión del clan de los Serpientes. Eran pocos y parecían sobrevivir con mucha dificultad. Pero lo interesante para Fhin era el territorio que habían reclamado, todo lo que rodeaba la vivienda de Fibius. Hasta Bheldur se dio cuenta de la situación estratégica de esa clan.

   -   Se hacen llamar los Carneros, Fhin -le había dicho Bheldur una tarde, mientras se tomaban unas cervezas en la zona apartada de una taberna que frecuentaban los tres amigos-. Los dirige un joven de diecisiete años, un tal Phorto, un huérfano que ha unido a unos cuantos tontos y muertos de hambre. Se preocupa por ellos, pero carece de ambición y lo que es peor, no tiene muchos dedos de frente. Los Serpientes y los Nutrias se están uniendo para quitárselos de en medio y repartirse el botín.
   -   ¿Cuánto tiempo crees que esa alianza esperará antes de actuar? -había preguntado Fhin.
   -   Unos meses más, espera a que sean aún más débiles y eliminarlos de un plumazo -había contestado Bheldur.
   -   Eso quiere decir que no tenemos mucho tiempo para preparar nuestro movimiento -había murmurado Fhin, en una de sus respuestas mientras pensaba con ganas.

Bheldur se convirtió desde ese momento en un guardián de los Carneros, aunque estos no sabían que tenían a ese ángel tras sus pasos. La descripción general que le había dado de inicio a Fhin se iba cumpliendo con cada día que pasaba, así como los días que les quedaban para sobrevivir o morir bajo las garras de sus enemigos. Todos los días que iba a la Cresta, el espía regresaba con una nueva noticia sobre el retroceso del poder de los Carneros. Beldhur pensaba que cuanto más esperasen, menos iba a ser interesante ese clan, pero Fhin no lo veía así.

Fhin fue preparando a sus amigos para lo que iban a hacer. Pero decidió no involucrar ni a Gholma ni al viejo Fibius. Claramente no sabía si alguno de los dos hombres iba a estar muy de acuerdo con el plan que había ido levantando. Sin que lo llegase a saber Bheldur, Fhin comenzó a visitar la Cresta de incógnito. Su amigo era bueno pasando desapercibido, pero él lo era más. En más de una ocasión había cruzado una calle ante su amigo y este no se había percatado de su presencia. En su plan, él debía estar en un punto, mientras ellos en otro. Pronto se convertiría en un líder de clan y ese solo era un pequeño escalón en el gran plan que había ideado.

El único que permanecía ajeno a las visitas al barrio era Usbhalo, que seguía las órdenes de Fhin a rajatabla. Usbhalo estaba encargado de simular que pasaba el tiempo con Fhin, aunque este no estuviera con él. Cuando Gholma o Bheldur preguntaban sobre las fechorías que hacían los dos juntos, Usbhalo contaba, poniendo florituras sacadas de su mente, lo que le ordenaba Fhin. De esa forma tanto Bheldur, pero sobretodo Gholma quedaban satisfechos al ver que Fhin había decidido asentar la cabeza.

Pasado ya demasiado tiempo, cuando Fhin empezaba a pensar que los Serpientes no iban a hacer su jugada, Bheldur llegó con la noticia de que la cosa se iba a poner en marcha.

   -   He interceptado un mensajero de los Serpientes a los Nutrias, han citado a los Carneros, por lo menos a los más importantes, al tal Phorto y sus lugartenientes, a una reunión con los Serpientes, para dentro de dos noches -informó Bheldur-. Han quedado en la plaza de la estatua ecuestre. La idea es que van a hacer un reparto de zonas, para acabar con las continuas fricciones. Lo que no saben los Carneros es que los Nutrias cerrarán la trampa.
  -   Muy cuidadosos los Serpientes, permitirán que los Carneros entren a saco, cuernos por delante y luego los morderán -se burló Fhin, con símiles faunísticos.

Bheldur se le quedó mirando, sonriendo a la broma. Entonces Fhin comenzó a revelar cómo iban a llevar a cabo su plan y que es lo que había estado haciendo hasta ahora, mientras Bheldur se encargaba de recabar información. El amigo se quedó de piedra al escuchar cada una de las palabras de Fhin. Ciertamente el cerebro de Fhin iba por delante en todos los sentidos, pensó Bheldur, a quien su amigo seguía asombrando de cuando en cuando. Usbhalo también escuchó con detenimiento, pues él también tenía una misión que llevar a cabo en esa encerrona. Los tres tenían mucho que terminar de preparar y poco tiempo para ello. Era el momento de jugarse el todo por todo y no podían fallar.

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