Phorto no pudo evitar lanzar una carcajada
al oír la confesión de Fhin, tras lo cual desenvainó su espada. Los miembros de
su clan, al verle desenvainar le imitaron, mientras gruñían para darse ánimos.
Fhin también sonrió.
- Los Nutrias han tomado la salida, son dos
docenas, Phorto, puedes llevar a tus hombres a abrir hueco -ordenó Fhin.
Phorto asintió y empezó a retirarse.
Terbus, no se quedó parado y comenzó a dar la alarma a sus hombres, que
empezaron a salir de las arcadas, con intención de parar a los Carneros en su
huida.
- ¡Carneros y Serpientes se han unido!
-gritó Fhin-. ¡Nutrias acabad con ellos!
Fhin sacó una de sus dagas, a la vez que
lanzó una cuchilla contra Terbus, que esquivó de mala forma y recibió un corte
en una mejilla. Fhin sonrió malévolamente a Terbus, que bufó de forma clara.
Llamó a sus lugartenientes para que le ayudaran a matar al traidor.
Los primeros Serpientes estaban a punto de
alcanzar a Phorto y sus hombres cuando una imprevista lluvia de flechas les
detuvo, provocando un buen número de bajas. En las balconadas habían aparecido
varios individuos con ballestas. Terbus blasfemó porque Oltar había colocado
Nutrias sobre sus hombres. Ordenó a uno de sus lugartenientes para que eliminara
a esos ballesteros. Él y los otros dos se encargarían del tal Jockhel.
Los dos hombres se acercaron a la zona
donde se estudiaban Terbus y Fhin, ambos con sus hojas apuntando al contrario.
Estaban a punto de rodear a Fhin cuando se acercó otro individuo.
- Todo listo, jefe -dijo Beldhur.
- Puedes encargarte de uno de estos
imbéciles -pidió Fhin, consiguiendo ofender a los Serpientes que los rodeaban.
- No me van durar mucho, jefe -añadió
Bheldur que comenzó a lanzar su estoque contra los dos lugartenientes que
quedaban en el centro de la plaza.
Los dos lugartenientes tuvieron que poner a
defenderse, pues los ataques de Bheldur eran rápidos y la punta del estoque
parecía muy peligrosa. Por otro lado, Fhin se enzarzó en una pelea con Terbus.
Al contrario que Vheriuss, el nuevo líder de las Serpientes luchaba con un
gladio, una espada corta, ancha y pesada. Era un arma tosca, pero hacía más
daño por los golpes, que por los cortes, aun así tenía dos filos y la punta
afilada. Terbus la movía con maestría, y pronto Fhin vio que con una única daga
no podría mantener el ritmo contra él. Tomó su segunda daga y comenzó a danzar,
ajeno a casi todo lo que había alrededor de él, a excepción de su contrincante.
Phorto y sus hombres estaban encelados en
el combate contra los Nutrias de la entrada. Gracias a los ballesteros, se
habían librado de ataques de costado. Los Serpientes que habían estado ocultos
en las arcadas, se escondían de los letales ballesteros, mientras buscaban
algún punto para escalar y masacrarlos. El lugarteniente de los Serpientes que
los dirigía, dio con unas piedras con huecos entre ellas, por donde podían meter
las manos y ascender. Pero con las constantes saetas que caían a su alrededor,
necesitaba que algunos de sus hombres sirvieran de cebos. Así que de la nada,
una docena de Serpientes empezaron a correr por la plaza, mientras los dardos
golpeaban contra los adoquines, ensordecidos por el clamor de la lucha en el
callejón de entrada. El lugarteniente comenzó a escalar, seguido de otros
tantos.
Cuando uno de los corredores caía, otro
ocupaba su lugar, intentando mantener la atención de los ballesteros, lejos de
los que escalaban. Para cuando los Nutrias de las balconadas se dieron cuenta
del ardid, ya era muy tarde, los Serpientes se lanzaron contra ellos, segando
vida a doquier. Sin la amenaza de las ballestas y con un ansia de venganza
salvaje, el resto de Serpientes siguieron ascendiendo, para vérselas con los
Nutrias que mantenían una lucha sin cuartel con sus compañeros.
Terbus, al estar enfrentado con Fhin, no
fue capaz de ver cómo sus hombres, en vez de atacar por detrás a los Carneros y
Nutrias iban hacia las alturas. Tenía bastante con intentar acabar con Jockhel,
que no solo no se defendía mal, sino que atacaba los puntos ciegos de su
defensa. Pronto vio que la juventud y fuerza de Jockhel eran demasiado
superiores a sus propias fuerzas. Cuando el cansancio le hizo fallar un par de
lances que habría acertado en cualquier momento, se percató que tal vez no
pudiera vencer al joven en tal combate.
Fhin no le dejó ni respirar, ni pensar,
por lo que empezó a encadenar ataques y fintas, aumentando la velocidad todo lo
que pudo. Acosando al líder de los Serpientes, hasta que fue cometiendo
errores. Primero bajó demasiado la guardia y Fhin pudo cortarle en un hombro.
Terbus lanzó un grito de frustración pero volvió a recuperarse. Un rato
después, al oír algo caer a su espalda, Terbus se movió apresurado, lo que
abrió un hueco en el que Fhin aprovechó para clavar una de sus dagas en el
costado indefenso.
Pero eso no terminó con Terbus, que
sangrando y jadeando por el cansancio, se preparó para atacar nuevamente. Fhin
sonrió, pues el nuevo líder era mejor combatiente que Vheriuss y matarle le
enseñaría nuevas cosas.
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