Seguidores

miércoles, 25 de diciembre de 2019

El mercenario (5)

Jonik recogió sus ropas y lanzó un beso al hombre, tras lo que se marchó entre los pliegues de la cortina. El hombre se puso de pie para atarse de nuevo el pantalón. La chica tenía madera, o eso pensó el hombre, pero a Jane aún le quedaba mucho que pulir. En el baile era excelente, aunque le faltaba seguridad. Con respecto al resto, iba a adaptarse pronto si conseguía suficiente experiencia. A él le había saciado e incluso le daban ganas de volver, pero tenía por seguro que Jane no le iba a permitir catar de nuevo a Jonik, no sin pagarle lo que valía. Su problema es que no tenía tanto dinero como para malgastarlo en un capricho.

Se dejó caer de nuevo en el sofá y buscó su vaso de ruso blanco, para descubrir que estaba vacío. Maldijo, pues tendría que volver a la barra y entregar su informe a Jane. Pero en ese momento, una luz empezó a parpadear en la visión de su ojo izquierdo. El hombre dio un golpecito en su sien izquierda y apareció una cara en lo que veía en su ojo.

-       Jörhk, tengo un trabajo para ti, uno bueno, en las alturas, te informará el cliente, pero para bien, te adjunto los datos y la dirección -dijo el hombre que tenía la cara alargada, una nariz ganchuda y unos pómulos hundidos.

La cara fue sustituida por una pantalla negra con letras escritas. Jörhk no pudo evitar lanzar un silbido al leer la dirección del posible cliente. Había que ir a la zona más alta de la ciudad. Nunca había subido tanto para hablar con un cliente. Sí que había tenido clientes de esas alturas, pero no se reunían con él en sus hogares. 

Jörhk volvió a golpear su sien y la pantalla desapareció. Tuvo que parpadear un par de veces el ojo izquierdo para que la visión se estabilizase. Las cicatrices de su cuerpo no eran lo único que había obtenido en la guerra. Un ojo sintético con todas las mejoras de comunicación y visión era un plus. El suyo se había quedado en una escaramuza de la que ya se había olvidado el nombre. Pero ahora, su nuevo ojo le era más útil que el natural.

Se puso de pie y se puso en marcha. Se despidió de Jane mediante gestos, indicándole que le habían llamado para un trabajo. Estaba a punto de marcharse cuando se dio cuenta que aún llevaba el vaso en la mano, por lo que lo dejó en una de las mesas altas de la entrada, lo que provocó una maldición contra su persona, en un tono que superó a la música que sonaba en el local.

Recorrió el pasillo y se dirigió a la calle. Al pasar por la puerta, volvió a sonar la alarma de armas, por lo que se sonrió al pensar en el guardián de la puerta saliendo como un basilisco y no encontrar a nadie. Ya en la calle, tan oscura como siempre, se puso a andar, como si no llevara rumbo o pareciese borracho. Estaba esperando algo y pronto llegó en forma de un muchacho, el atrevido de antes, con ganas de marcha. Debería haber hecho caso de su amigo y haberse ido como el otro. Pero este debía tener orgullo y había vuelto para desquitarse.

Jörhk simuló que estaba más bebido que la realidad, para hacerse ver como una presa más apetecible. Pronto vio que su jugada había hecho el efecto esperado, el muchacho sonrió malévolamente. Mientras se aproximaba a Jörhk, el muchacho movía las manos de un lado a otro, hasta que sacó algo de un bolsillo. A los ojos de Jörhk le pareció una navaja, no era algo más caro, más raro en un pillastre como aquel. Un cuchillo de plasma. Ese arma solo lo había visto en el ejército. Él tenía varios, pero no aquí y los había usado. Un arma que podía cortar muchas cosas, y la carne como si fuera mantequilla. A grandes rasgos era como un arma blanca normal, pero su hoja carecía de filo, era un cilindro de bordes angulosos con varios módulos prismáticos a lo largo de una de las caras. Gracias a una pequeña célula de energía escondida en el mango, al apretar un botón, aparecía un filo de corte de plasma. El modelo del muchacho era antiguo, en el que no se había solventado el error de la posición del botón, muy fácil de apretar por un descuido. Había visto muchas heridas a causa de ello. En sus tiempos, le colocaron una guarda, eliminando el problema.

El muchacho encendió su arma en el último minuto, cuando estaba a punto de cruzarse con Jörhk. Según el filo se iluminó con luz verdosa, atacó a Jörhk. Pero para sorpresa del muchacho, la supuesta víctima fácil se zafó con ligereza de su acometida. El cuchillo rasgó el aire con un sonido de chisporroteo, otra de las desventajas de ese arma, que impedían su uso en operaciones clandestinas o que necesitasen silencio.
El chico se volvió, buscando con su vista al hombre que se había esfumado, pero lo poco de lo que se percató fue lo que ya no podía evitar. Un puño cerrado se abatió sobre su cara y golpeó con fuerza. El muchacho notó como alguno de sus dientes se quebraba, así como que perdía la noción de la realidad. La mano que sujetaba el cuchillo se abrió y este cayó al suelo. Para sorpresa de Jörhk, el filo desapareció. Habían modificado ese arma y quería saber cómo. El muchacho se cayó de culo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario