El rostro de Ofthar era una serie de muecas de odio y
asco. Velery había sido traído a trompicones por miembros de la guardia, hasta
el lugar donde se encontraba la tienda de Ofthar, en el nuevo campamento
levantado al otro lado del Orgha. A Ofthar le hubiera gustado acampar muchas
millas más al sureste, pero la acción en el puente había sido calamitosa y
había heridos que sanar, así como muertos cuyos cuerpos recibirían los ritos de
despedida esa noche. Ahora en su tienda, había que entender que había pasado.
-
No lo entiendo, solo tenías que simular un ataque, no realizarlo
de verdad -dijo Ofthar, mirando con odio a Velery-. He hablado con Elthyn y me
ha asegurado que te lo dejó clarísimo.
-
Vi que había posibilidades de tomar las defensas con mis hombres
-indicó Velery, ufano, pero sin revelar sus verdaderas intenciones. Había visto
al oficial enemigo, con una armadura tan buena como la que Mhista le había
negado. Si no fuera porque era imposible que el joven que iba con Rhennast
fuera el enemigo, hubiera jurado que era la misma cota de malla-. No me
esperaba que el enemigo hubiera dejado unos regalos a nuestro paso.
- Yo di
unas órdenes, que tú tenías que cumplir, me importa un bledo tus
interpretaciones -espetó Ofthar.
Lo de los regalos que había comentado Velery eran
abrojos, y en buen número. Los enemigos habían sido listos en colocarlos y
Velery un necio que encima no advirtió de su presencia a los refuerzos que
fueron en su ayuda. Los hombres que seguían a Elthyn se los encontraron por
sorpresa y había una docena de esos guerreros que ahora estaban con los
médicos, mientras les sacaban las puntas y les cosían.
-
Estoy harto de tu actitud y tu falta de visión -indicó Ofthar-. He
hablado con tu clan, y creo que tienen algo que decirte.
-
Sí, mi señor -asintió Elthyn, cojeando, ya que se había clavado un
abrojo al cruzar el puente. El joven no evitó ver la sonrisa burlona en el
rostro de Velery, lo que crispó más su espíritu-. Te di unas órdenes y no las
seguiste. Y para colmo no avisaste de los abrojos. Por tu culpa, hemos perdido
buenos guerreros y otros están en el hospital de campaña. He hablado con los
tharn de nuestro clan y todos están conmigo. Velery, hijo de Velder, yo como
líder del clan te expulso del mismo, ya no eres un Isnark ni nos representas.
-
¡No me puedes expulsar, niñato imberbe! -bramó con ira Velery, que
no había barajado que esta posibilidad pudiera ocurrir. Lo que sí se percató
fue de la sonrisa en el rostro de Ofthar. Estaba seguro de que el joven señor
tenía algo que ver en la decisión del clan-. Te has dejado influir por un señor
extranjero. Los Isnark somos independientes al señor de los Ríos.
-
Tú ya no eres un Isnark -intervino Elthero.
-
Sois unos idiotas y unos cobardes -bufó Velery, indignado-.
Llevaréis a la deshonra al señorío y al clan. Buenos para nada.
-
Creo que alguien que no pertenece a ningún clan no tiene cabida en
este consejo -señaló Ofthar, harto de la voz de Velery-. Rhennast, por favor,
expulsa a ese guerrero de mi tienda. Tenemos que hablar de la toma de Isma.
- Ya has
oído -anunció Rhennast que se acercó a Velery.
El antiguo Isnark hizo una mueca de asco y tomó una
pose orgullosa. No dejo a Rhennast que se acercase y se fue por su propio pie.
Mientras salía lanzó varias amenazas entre dientes que no escucharon nadie de
los presentes. Cuando por fin los pliegues de la tienda dejaron de moverse,
Ofthar suspiró y miró a Elthyn.
-
Si mis cálculos son buenos, llegaremos a Isma dentro de cuatro
jornadas -comentó Ofthar-. Tendremos que preparar el sitio de la ciudad. Un
ataque directo no creo que sea una opción viable. Tenemos guerreros, más que el
grupo de Whaon, pero es más fácil defender que asaltar unas empalizadas.
-
Mi señor, dentro de la ciudad hay hermanos que están esperando
nuestro regreso -intervino Elthero-. Cuando vean llegar al ejército aliado, se
levantarán en armas contra el conquistador.
-
Puede ser así -afirmó Ofthar, que vio que el tharn parecía muy
seguro de sus palabras, pero él no tanto-. Pero también podría ser que Whaon
haya eliminado a aquellos que supusiesen peligrosos en el futuro. No podemos
basar nuestra estrategia en un supuesto que no sabemos si será cierto.
-
Yo creo que siguen allí -aseguró Elthero.
-
Yo rezo porque lo estén, pero es más astuto pensar en la peor
opción, tharn Elthero, de esa forma tienes más planes trazados -explicó
Ofthar-. De todas formas, por ahora descansad y preparad el siguiente día. Nos
extenderemos por la llanura de Isma y recuperaremos la ciudad. Como lo haremos,
ya lo decidiremos cuando estemos allí. Intentar deducirlo ahora es una tontería.
Retiraros a descansar, tenemos varios días de marcha para ello. Los heridos de
hoy viajarán en los carromatos.
- Como
órdenes -dijeron a la vez Elthyn, Elthero y el resto de los tharn que estaban
en la tienda y empezaron a desfilar hacia el exterior.
Todos, a excepción de Mhista se marcharon fuera de la
tienda. El guerrero tomó un par de copas de madera y sirvió en ellas cerveza de
una jarra. Le tendió una Ofthar que bebió un sorbo.
-
¿Por qué crees que Velery incumplió sus órdenes y ha provocado
esta cagada? -inquirió Mhista.
-
Supongo que creía que de esa manera los hombres le tendrían en
mejor estima y así reconducir la situación hacia algo más favorable para su
persona -señaló Ofthar, tras un segundo sorbo-. Sus pretensiones son muy altas.
Creo que quiere ser el nuevo señor de los prados.
- Podría
ser, pero creo que le interesaba otra cosa, algo que se parecía, o a él le
recordaba a cierta cota de malla que tú no le permitiste quedarse -terció
Mhista-. Cuando alcance la posición con la caballería, me pareció ver qué Maynn
huía en dirección al sureste. Mucho me temo que Velery buscaba una cota
valiosa.
Ofthar se limitó a beber otro trago de cerveza y
asintió despacio, pues a él también le había pareció distinguir en la lejanía a
alguien que podía haber sido Maynn. Esa guerrera empezaba a convertirse en un
problema, pues era inteligente.
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