Con la llegada del nuevo día, el ejército se puso en marcha. Velery
seguía en el primer cuerpo del ejército, pero carecía de mando efectivo y
avanzaba con el resto de guerreros. La mayoría de ellos caminaba alejado de él,
ya que todos hablaban de que traía mala suerte y estaba gafado. Ya se había
corrido la noticia de su caída en desgracia, como había pasado de ser un famoso
líder guerrero, capitán de la guardia del señor de los Prados, miembro de los
Isnark a ser un hombre sin mando ni clan.
Ahora el hombre fuerte del señorío de los Prados era el líder del clan
Isnark, Elthyn, aunque muchos creían que era mejor otorgar a Ofthar el señorío.
Sus sueños de ser un territorio independiente se habían terminado en el mismo
momento que su señor había fallecido sin descendencia. Whaon había invadido el
señorío debido a que su madre era hermana del señor de los Prados. Pero Ofthar
había venido solo por la alianza que les había unido a ambos señoríos. Por ello
los hombres libres del señorío creían que sería mejor seguir con él, antes que
el ladino de Whaon. En el fondo, se sabía de la ascendencia de Ofthar, que al
igual que su esposa llevaba la sangre de Naradhar III y eso le daba más
legitimidad que a ningún otro.
Poco a poco se fueron alejando del río e internándose en la llanura de
Ismahal, donde se encontraba la ciudad de Isma. Esta gran llanura era una gran
extensión de campos de cultivo, que para la fecha en la que estaban tendría que
tener el cereal alcanzando su altura máxima, pero aún verde. Lo que se
encontraron fueron campos devastados, con las nuevas cosechas arrancadas y
quemadas en pilas. La mayoría de los guerreros vieron que Whaon los estaba
obligando a tener un invierno duro, ya que no podrían alimentarse ellos ni a
sus animales. Su venganza por su batalla perdida había sido de una gran
crueldad.
Muchos querían capturar a Whaon o cruzar la frontera y devolver la
devastación en sus malditos pantanos. Era trabajo de los oficiales y tharn
mantener esos sentimientos guardados. Cuanto antes llegasen a Isma era lo
mejor.
Tras cruzar el río Orgha la dirección tomada era el este. Cada poco
regresaban los enlaces de los piquetes de caballería que avanzaban por delante
de la columna. Llegaban con las noticias que les contaban los lugareños. A
parte de la rapiña del enemigo, se hablaba que hacía casi una semana que había
pasado por allí un ejército, muy menguado que regresaba a Isma con mucha prisa.
Sin duda algo les había salido irremediablemente mal y volvían para lamerse las
heridas en la ciudad. Muchos de esos testimonios contaban como primero pasó un
grupo de caballería, con un señor Whaon preso del miedo y la cobardía, muy
diferente del gran conquistador que había cruzado sus tierras en dirección
contraria semanas antes, victorioso.
Ofthar escuchaba los informes en silencio. No se dejaba llevar por esas
noticias como los que le rodeaban. No quería subestimar al señor de los
pantanos, que como una serpiente acorralada aún podría revolvérseles y morder.
Ofthar no dejó de presionar a sus hombres para que avanzaran más rápidos, que
se detuvieran lo menos posible, que volasen hacia Isma. Los tharn y los
oficiales no entendían el porqué de las prisas que parecía tener Ofthar, cuando
el enemigo ya sabía que había perdido la guerra. No comprendían las quejas y
las palabras duras de Ofthar cuando se demoraban demasiado al ponerse en marcha
por las mañanas o cuando paraban la marcha demasiado pronto.
Subían las lomas y cruzaban los pequeños bosquecillos, que separaban los
campos de labranza quemados y abandonados. Hasta que la tarde del quinto día
trás haber dejado atrás el cauce del Orgha, los jinetes avisaron que ya se
podían ver las empalizadas de Isma. Tardarían un par de horas en alcanzar la
ciudad e iniciaran la construcción de los campamentos de asedio.
Por la información que Ofthar había obtenido de Elthyn y Elthero, la
ciudad de Isma era una aldea de grandes dimensiones. Construida alrededor de
una loma donde había erigido un templo del culto de Nhert, formado por una
serie de monumentos de piedra en forma de puertas, erigidos en dos círculos
concéntricos, que se creían muy antiguos de los tiempos oscuros antes de la
formación de los señoríos. El templo se encontraba en la cima de la loma,
rodeado por las chozas de los druidas que lo usaban. Posteriormente se habían
construido más edificios y una empalizada que lo protegía todo, incluido una
pequeña torre de piedra. La ciudad se extendió fuera de la empalizada y al
final se tuvo que construir una muralla para contener la ciudad. La muralla
tenía la base de piedra, de dos metros de altura y cuatro de grosor. Sobre esta
se erigió una empalizada de madera hasta los cuatro metros, salpicada por
torres de madera de seis metros. La ciudad tenía tres puertas, la de Orgha, al
oeste, la del sur y la de los pantanos, al noroeste.
Si Ofthar quería obtener la victoria, debía controlar las tres puertas,
o Whaon podría escabullirse de allí.
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