Beldek se acercó al cuerpo de Yhurino y levantó la
sábana. Durante unos segundos estuvo observando el cadáver. Al final dejó caer
la sábana. Después comenzó a revisar los documentos y los libros que tenía por
encima de la mesa de su despacho. La mayoría de ellos eran libros de
contabilidad, alguno con historias novelescas. También se podía leer todo lo
referente a las finanzas del conde y los gastos para cada una de sus fiestas.
Los estipendios eran considerables, lo que hizo pensar a Beldek que el conde
estaba prácticamente arruinado, hasta que halló el libro de ingresos. El conde
tenía participaciones en minas y en muchos negocios, aparte de tierras propias
en el sur. Sus parientes del sur se iban a enriquecer y mucho, sobre todo si no
gastaban como Yhurino.
Cuando no le quedó nada por encima de la mesa por
revisar, comenzó a investigar el propio mueble. Tardó un poco, pero al final
dio con un botón oculto, que abrió un compartimento secreto. Dentro había un
par de bolsas de cuero negro y un libro. Beldek le hizo una seña a Ahlssei, que
se aproximó a la mesa. Beldek sacó las bolsas, las abrió y escrutaron su
interior. En una de ellas había piedras preciosas que sin duda tendrían gran
valor. Ahlssei lanzó un silbido al ver las piedras. En la segunda, su único
contenido era un colgante con el símbolo de Rhetahl. La cadena era de plata, al
igual que el colgante. Parecía viejo, con ronchones de podredumbre por su falta
de limpieza. Beldek intentó abrir el libro, pero era uno de esos que tenía un
pequeño cerrojo. Necesitaría la llave para abrirlo. Revisó el compartimento y
ahí no estaba. Tampoco la había visto al investigar la mesa del despacho.
-
Shiahl, puedes registrar el cuerpo o el sillón -pidió Beldek al
sargento-. Busco una llave de pequeñas dimensiones.
-
Sí, señor.
-
Este símbolo es el que dijo el padre Ghahl que es casi herético y
raro de encontrar, ¿no? -inquirió Ahlssei.
-
Eso me temo -asintió Beldek.
-
¿No es raro que lo tuviera el conde? -preguntó Ahlssei-. Y encima
lo tenía guardado con objetos de gran valor. ¿No entiendo por qué?
-
Mucho me temo que el conde sabía más de lo que el chambelán ha
llegado a suponer -indicó Beldek-. El amuleto tiene pinta de antiguo. Tal vez
perteneció a un familiar del conde o alguien parecido. Como ya ha comentado el
chambelán, el conde tiene parientes. No son directos, ya que él y su esposa no
tuvieron hijos, que yo sepa. O tal vez sí, y ya han muerto. El general tal vez
lo sepa. De todas formas, estos parientes moran en los territorios rurales del
sur. El padre o el abuelo de Yhukino vinieron de allí, creo recordar. Según lo
que nos dijo el padre Ghahl, en las zonas rurales aún puede ser que viviesen
antiguos sacerdotes que sigan las ideas del sumo sacerdote Jhiven de Orthak. La
familia del conde era de zonas rurales y por lo que tengo entendido su esposa
era hija de un noble rural. Podría ser que uno de los dos fuera creyente en las
ideas del sumo sacerdote caído en desgracia -Beldek miró como el sargento
Shiahl se esmeraba en registrar al muerto-. Pero aún es pronto para conjeturar
nada, capitán.
-
Sí, sí, claro, coronel -asintió Ahlssei, pensativo. Beldek se
sonrió al ver que el capitán estaba muy metido en el caso, elucubrando las
posibles hipótesis-. Podría ser que nuestro asesino conociera algo del pasado
del conde o su familia. De esa forma pudo acercarse a él. Y conseguir su ayuda.
-
Es una teoría muy interesante -afirmó Beldek, complacido por como
Ahlssei estaba actuando. Tal vez en el futuro podría sugerirle para que
cambiase de cuerpo. Aunque suponía que ocurriría.
-
Coronel, coronel -llamó Shiahl señalando algo en el cuello del
muerto. Beldek y Ahlssei se acercaron-. Parece que tiene una cadena al cuello,
con una pequeña llave, señor. También tiene en la parte posterior del cuello
una marca como la que tenía el maestro Farhyen.
- Voy a
coger la cadena .anunció Beldek-. Sois testigos que solo he cambiado eso de la
escena.
Shiahl y Ahlssei asintieron con la cabeza, mientras Beldek
se puso manos a la obra, para quitarle la cadena al muerto. Tuvo que
ingeniárselas para hacerlo con el sumo cuidado que requeria manipular el
cadáver. Beldek era muy riguroso con sus estudiosos, por lo que él debía
predicar con el ejemplo. Pero tras un rato de manipular la cadena, formada por
minúsculos eslabones de plata, pudo abrir el enganche y retirar la pieza del
cuello. Deslizó la cadena para liberar la llave. La cadena la guardó en una
bolsa que le tendió Shiahl, mientras que con la llave abrió el cerrojo
protector del libro.
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