Las llanuras de Phalannor se las conocía por las
llanuras salvajes y eran muy peligrosas. No solo por carecer de ciudades o
poblaciones en su gran extensión, lo que montar campamentos era la única forma
de defenderse de las bestias peligrosas que allí moraban. Pero había otra cosa
más que las convertían en lo que eran, las tribus nómadas y muy agresivas que
viajaban por ellas. Ya en los tiempos del gran reino unificado que se vino
abajo tras la muerte de Naradhar III, se intentaron en varias ocasiones
anexionarse esas tierras, con la esperanza de crear poblaciones y territorios
de cultivo. Pero las tribus nómadas siempre fueron el problema. La mayoría cree
que las llanuras deben ser zonas libres para ellos y algunas son incluso más
agresivas. Se dice que hay un par que atacan a las otras. Alvho había oído
hasta rumores de una tribu que cometía canibalismo con aquellos que capturaba.
Al final, se decidió que los clanes no cruzarían el Phalan y las tribus rara
vez se aventuran a atravesarlo en busca de batalla. Solo en épocas de
carencias. El señorío siempre solía salir victorioso de los ataques.
Y ya habían pasado más de veinte años desde la última
incursión de las tribus al territorio de Dharkme. Para que Ulmay quería romper
tantos años de paz. Por una simple reliquia, no debía tener algo más en mente. Aun
así, Alvho no estaba seguro de que fuese el mejor camino para obtener lo que el
druida quería conseguir.
-
Dharkme se unirá a la expedición -volvió a decir Tharka, muy
seguro de sus palabras.
-
Es eso o su alma no llegará nunca al paraíso -añadió Ulmay-.
Recuperar la reliquia es un mandato del gran Ordhin, quienes no se quieran
unir, irán contra él.
- Dharkme
teme más a Bheler que a cualquier cosa -prosiguió Tharka, que aunque no parecía
dudar de las palabras de Ulmay, prefería poner algunas menos elevadas para que
Alvho entendiese bien lo que iba a ocurrir-. No llegar al paraíso solo por no
molestar a unas tribus inferiores, eso es lo que ocurrirá si no se apunta.
Ulmay se lo dejará bien claro y Dharkme se apuntará.
Ahora lo entendía, manipularían los miedos de Dharkme,
pero seguía siendo una expedición peligrosa y sobretodo se perderían vidas por
conseguir su preciado premio, aunque era solo para Ulmay, pues Tharka no iba a
ver nada de lo que él creía que iba a recibir. Tendría que sonsacar al
grandullón que vio Ordhin para él. Más por pura curiosidad que por un interés
real. Que el jefe del clan recibiera o no lo que Ulmay le había prometido le
daba bastante igual.
-
¿Y cómo esa reliquia acabó en las llanuras de Phalannor? ¿O lo que
en realidad importa, por qué es tan querida por Ordhin? -inquirió Alvho,
sorbiendo un poco de cerveza.
-
Por lo visto es una estatua de plata con alguna joya menor, creada
hace mucho, para el culto en un templo cercano al Phalan, muy querida por el
gran Ordhin -respondió Ulmay con su cháchara habitual, piadosa, pero que a
Alvho ya le parecía demasiado rebuscada-. Lo que Ordhin no me pudo precisar si
fue robada durante una incursión o hubo mala fe.
-
O la llevaron en los tiempos que los señores del sur quisieron
ampliar sus dominios en las llanuras -indicó Alvho, haciendo ver que sabía
sobre la historia pasada. No se le pasó que en el rostro de Ulmay apareció una
ligera sonrisa. Parecía que había dado con la clave de la procedencia de la
estatua y como Ulmay sabía de ella. Cómo heraldo seguro que había escuchado
alguna historia antigua sobre los intentos de poblar las llanuras.
-
En sí, no podemos obviar los deseos del gran protector -añadió
Tharka, tras dar un gran sorbo a su copa-. Si quiere que la recuperemos, así
debe ser.
- No lo
dudo -afirmó Alvho, uniéndose al parecer de todos los presentes, Siempre era
más fácil obtener información si los que te rodeaban pensaban que compartías
sus ideas, conclusiones o pareceres.
Alvho pasó un largo rato conversando con Tharka sobre
la expedición. Sin duda era quien estaba montando todo, aunque el cabecilla
principal era Ulmay.
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