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domingo, 31 de mayo de 2020

El conde de Lhimoner (52)

Beldek abrió el libro por la mitad. Estaba lleno de párrafos escritos por el conde. Todos comenzaban por una fecha. Fue hojeando las hojas por encima para saber cómo estructuraba lo que allí había dejado plasmado Yhurino. Había asuntos de su hacienda, tanto descripciones de negocios y tratos como interminables cuentas, balances de gastos e intereses. Cuando creyó saber cómo iba todo, Beldek buscó la fecha de hace cuatro meses, de la que había hablado el chambelán. Tuvo que pasar varios pasajes de días consecutivos, hasta encontrar lo que quería. Empezó a leer el pasaje en cuestión. Pronto vio que era largo y a la vez interesante, por lo que levantó la cabeza del libro. Ahlssei y Shiahl permanecían silenciosos, separados el uno del otro. Shiahl, miraba al techo, con su pose de soldado en espera. Sabía que solo haría movimientos ligeros, para que no se le cansaran las piernas, cambiando el peso de su cuerpo de una a otra pierna. Ahlssei por su parte, miraba al paisaje nocturno que había al otro lado de la ventana del despacho.
 
Beldek, se acercó a una silla y se sentó. Hizo un chasqueo de la lengua para advertir a Ahlssei y Shiahl que requería de su atención, comenzando a narrar.
 
-       Lo que aquí Yhurino escribió es la primera reunión que tuvo con nuestro asesino -dijo Beldek-. “...he tenido que impedir a Fhalem que eche a nuestro nuevo amigo. Se ha presentado como Irgold de Thuren, pero estoy seguro que es un nombre falso. Me ha intentado chantajear con las creencias religiosas de mi pobre Irisha. No me he podido creer que lo haya intentado, advirtiéndome que podía revelar lo que sabía. ¿A quién cree que le importa que Irisha y su familia fueran seguidores del sumo sacerdote Jhiven de Orthak? Ya nadie está intentando nada contra los pocos seguidores de las ideas de Jhiven. Ha sido un iluso al venir aquí a jugar conmigo con esa tontería. La cara que ha puesto, de duda o miedo cuando le he dicho que le iba a entregar a la guardia por intentar robarme. Ha sido interesante. Pero es alguien interesante, incluso inteligente, se ha repuesto y me ha presentado algo más útil, información. Tendré que investigarlo, pero si lo que me ha dicho es bueno, va a provocar un incendio. le he dado oro y se ha marchado asegurando que me traerá más…
-       Eso concuerda con lo que ha indicado el chambelán -señaló Ahlssei-. ¿Pero qué información le dio el tal Irgold? ¿Y por qué no surtió efecto el intento de chantaje?
-       A lo primero solo Yhurino y nuestro asesino solo lo sabrán -indicó Beldek, sin dejar de ojear las páginas siguientes-. A lo segundo, dudo que ya poco importe cuáles eran las creencias religiosas de una dama que lleva mucho tiempo muerta. Y menos sobre su familia. Claramente con Yhurino no se puede jugar de esa manera. El mundo de los chantajes es demasiado conocido para él. Algo que Irgold no sabía. Aunque tampoco debía saber que la esposa de Yhurino estaba muerta. O por lo menos Yhurino lo escribe después, en una especie de conclusiones a la entrevista con el asesino -Beldek movía una de las páginas del libro-. También indica que Irgold no es un vulgar informante, se ha encontrado con muchos, pero este tiene un tono de voz diferente, un deje culto. Pero no parece el de un noble o alguien rico, por lo que puede ser que sea un antiguo sacerdote. Yhurino creía que ya no lo era, y que guardaba rencor por ello.
-       ¿Entonces, si no es un sacerdote, no es alguien que quiera usurpar el puesto del actual sumo sacerdote, no? -inquirió sorprendido Ahlssei-. ¿Cuál es la verdadera intención del asesino?
-       Me temo que es la más simple y poderosa de todas, capitán -contestó Beldek, levantando la vista-. Es la que mueve más veces a la gente. La que corroe almas y corazones, es la venganza, la simple venganza.
-       ¿Pero de qué se quiere vengar? 
-    Es una suposición mía, pero creo que Irgold era un sacerdote que seguía las ideas de Jhiven -afirmó Beldek-. Pero con Ojhal las cosas cambiaron, se regresó a otra forma de ver el culto. Las ideas de Jhiven chocaban con las de Ojhal y este destruyó lo creado por su antecesor. Irgold creía en la visión de Jhiven y supongo que prefirió abandonar a la iglesia a olvidar por lo que había luchado. Pero para todos cambiar de forma de vida y sobre todo a un sacerdote le debió de ser muy duro.
 
Ahlseei se limitó a asentir con la cabeza. Beldek volvió al libro, pues quería obtener toda la información que le fuera posible. Necesitaría el testimonio o las impresiones de Yhurino para conseguir atrapar al asesino que estaba llenando de miedo a la ciudad. Pronto llegarían sus refuerzos y los estudiosos, pero también las nuevas masas con nuevos alborotos. La noticia de la muerte de Yhurino ya se debía estar extendiendo, ya fuera por la lengua de sus esclavos o por la intención manifiesta del asesino.
  

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